¡Ya eres un gran chico, Francis!

Eduardo Galán Blanco

CULTURA

07 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Francis Ford Coppola es de esa estirpe de herederos de Orson Welles: la de los hombres-cíclope. Una raza de gigantes a la que pertenecen Kubrick, Scorsese, quizá los hermanos Coen. Barrocos, megalómanos, excesivos. Únicos. Ojo de pez y artillería pesada. Coppola salía rodando imágenes de batalla en su delirio máximo, Apocalypse Now, un filme que casi le cuesta la vida. «¡El horror! El horror!», alertaba Buda. Un cineasta que creyó poder dirigir una guerra. Ya nadie vive el cine así.

Zarandeó al viejo Hollywood y lo espabiló. Estuvo en la cima, tuvo un imperio, unos estudios y una compañía, la Zoetrope. Se arruinó varias veces por perfeccionista, por no conocer límites y por zambullirse hasta la locura en sus proyectos. Por dotarlos de una riqueza que se indigesta con las palomitas. «Soy mi peor enemigo -decía-, pero si no apuestas fuerte, no vale la pena». No en vano, todas sus películas giran alrededor de la pérdida. De La conversación a Corazonada, desde Drácula hasta La ley de la calle, pasando, claro está, por la trilogía de El padrino. «América y la mafia son dos grandes empresas con las manos manchadas de sangre? y Hollywood ayuda, cobrándose sus piezas también? Al final yo seré una», desafiaba.

Y, como todo magnate -como su Tucker-, acabó retirado entre viñas, haciendo vino. ¿Morirá como moría Brando-Corleone, de un ataque al corazón, entre las plantas, mientras jugueteaba con sus nietos? Deja una hija haciendo películas más pequeñas, domésticas. A él, las mentes de los nuevos espectadores, las pantallas de los centros comerciales y los ratones de los ordenadores se le han quedado estrechos. Cumplidos los 75, alguien se acuerda y le dan un premio. You are a Big Boy Now! Era el título de una de sus primeras películas de los años sesenta. ¡Ya eres un gran chico, Francis!