Ochenta veces Alain Delon

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El mítico actor de «Rocco y sus hermanos» es un octogenario desapasionado con ideas de ultraderecha. «Te amo 80 veces», le felicitó ayer Brigitte Bardot

09 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A sus 80 años estrenados ayer, Alain Delon (Sceaux, 1935) conserva la intensa mirada azul y algunos trazos gruesos de la insolente belleza que lo encumbró entre los grandes mitos del cine en los años 60 y 70.

El tiempo no lo ha tratado mal, pero el octogenario Delon ya no tiene el lustre de antaño, tal vez porque, como él mismo ha confesado alguna vez, ha perdido la pasión por el mundo que le rodea y pasa la mayor parte del tiempo «sin hacer nada». Tampoco han ayudado mucho a su vida pública sus declaraciones políticas, mostrando su apoyo al ultraderechista Frente Nacional.

Nada imperdonable, capaz de ensombrecer una vida profesional ligada a nombres como Visconti, Jean-Pierre Melville, Michelangelo Antonioni, Jean-Luc Godard, Joseph Losey, René Clement, Jean-Luc Godard, Louis Malle o Volker Schlöndorff.

Productor de una treintena de largometrajes y director de dos filmes, empresario y coleccionista de arte, el gran seductor francés dice estar cansado de una fama que le impide vivir como los demás. «Me programaron para el éxito, no para la felicidad. Las dos cosas no van juntas», ha llegado a decir el protagonista de 90 películas, muchas de ellas, imprescindibles clásicos, bajo la dirección de prestigiosos cineastas.

Su debut, en 1957

En 1957, debutó en la pantalla en Quand la femme s?en mêle, de Yves Allégret. Un papel corto, pero suficiente para llamar la atención de la profesión.

Rápidamente se convirtió en el intérprete de los grandes: con René Clément, en A pleno sol, y sobre todo con el italiano Visconti, que será el verdadero pigmalión del joven actor, cuya inteligencia y capacidades supo detectar. Rocco y sus hermanos y El gatopardo son dos de sus mejores actuaciones.

En Italia, actuó también en El eclipse, bajo la dirección de Antonioni, antes de destacarse en memorables roles de composición para Jean-Pierre Melville en El círculo rojo y El samurái (El silencio de un hombre, en España).

En el teatro actuó en Lástima que sea una puta, dirigida por Visconti. La coprotagonista era la joven actriz austríaca Romy Schneider, con quien inició una larga relación. En El otro Sr. Klein de Joseph Losey, se metió en un personaje más complejo y alejado del clásico seductor. Exceptuando un breve paso por Hollywood (Sol rojo, de Terence Young), Delon solo trabajó en Francia e Italia.

Con Borsalino, de Jacques Deray, conoció en 1974 uno de los mayores éxitos de su carrera, junto al otro icono del cine francés Jean-Paul Belmondo.

Pocos reconocimientos

Pero el éxito cinematográfico del francés no se tradujo en premios. Una nominación al Globo de Oro, en 1964 por El gatopardo, un César del cine francés por Notre histoire (1984), tras 3 nominaciones; y un Oso de Oro honorífico del Festival de Berlín en 1995, han sido sus recompensas.

Pocos reconocimientos para una prolífica carrera en la que Delon mostró registros muy variados, desde thrillers a historias de amor, pasando por cine de época o dramas profundos.

Mimado por la fama, también lo fue por las mujeres: «Fue en ellas, en la mirada de mi primera esposa Nathalie, en Romy (Schneider), Mireille (Darc) o la madre de mis hijos (Rosalie van Breemen) en las que hallé la motivación para ser quien soy», ha reconocido.

Es padre de tres hijos: Anthony, fruto del matrimonio con Nathalie; y Anouchka y Alain-Fabien, con Rosalie. « Sobre todo, quiero compartir lo más que pueda con mis hijos. No quiero morir solo», confesó en una reciente entrevista.