Da la sensación de que «Zoolander» es un descomunal cachondeo de amiguetes bajo un aspecto de parodia desmadrada sobre el mundo de la moda y sus exesos
14 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Tremebundo que algo vendido como comedia te deje cara de funeral. Dudando de si lo tuyo es de hacerse mirar, observas a tus compis de sala y certificas el mismo efecto. No se ríe ni dios. Pongámonos simpáticos y convengamos que a Ben Stiller le seducía pasarse unas vacaciones en Roma y alrededores, y, de paso, rodar en los míticos estudios Cinecittá, algo a lo que todo buen director cinéfilo (Stiller lo es, eso sin duda) aspira a materializar al menos una vez en su vida. Para redondear la faena invitó a un buen número de colegas con los que seguramente negoció un mínimo sindical para que se sumasen a la fiesta, que incluía hotel de lujo y otros extras. Más allá del reparto principal, por sus escenas se pasean Benedict Cumberbatch, Milla Jovovich, Justin Bieber, Justin Theroux, Macaulay Culkin, John Malkovich, Kate Moss, Sting, Billy Zane, Kiefer Sutherland..., lo que acentúa la sensación de estar ante un descomunal cachondeo de amiguetes bajo su aspecto de parodia desmadrada sobre el mundo de la moda y sus excesos, aun compartiendo esa idea. Ya lo hizo Fellini en su mítico plató 5 de Cinecittà con su desfile de moda eclesiástica en Roma (1972), pero Stiller arremete en particular contra sus santones, caprichosos y extravagantes, pero también muy paletos.
O sea que te puedes pasar media película adivinando quién es quién, vaya con látex y trapos o no. Ponen guindas al invento algunos toques picantones muy de patio de colegio, el más pedestre, aquel en que Stiller debe sujetarse a la delantera de Penélope Cruz, que menudo papelón para la señora de Bardem. Este año también participa en otro exabrupto de próximo estreno, Agente contrainteligente, junto a Sacha Baron Cohen (Pé, cariño, cambia de representante...). ¿Qué que les cuento de la trama? Resulta que diez años después, la estrella de la moda Derek (Stiller) y su íntimo Hansel (Wilson) se acercan a Italia dispuestos a reinventarse; y el primero, para encontrar a su hijo preadolescente. Y colorín, colorado, menuda trola nos ha colado.