Galicia, vista por los autores de América Latina que la visitaron

H. J. PORTO REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Ediciones del Viento publica una antología de textos que chocan con la imagen triste que de su tierra natal ofrecía la emigración

03 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo obligado eran las crónicas de españoles sobre América, la visión fascinada de la metrópoli sobre las salvajes colonias. Esto no cambió hasta que el escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento visita España en 1846. Allende el Atlántico empezarán a surgir figuras ilustradas que sienten la necesidad de viajar, conocer y ofrecer su propio retrato sobre la madre patria. Madrid, Castilla y Andalucía acaparan enseguida la atención del foráneo.

Las pésimas comunicaciones -más inexistentes que deficientes- impiden el traslado inmediato de este fenómeno a Galicia. El trabajo de José Esteban (Sigüenza, 1936) reúne los frutos de la apertura de la ruta gallega ya entrado el siglo XX, y hasta finales de la década de los años setenta. El investigador guadalajareño preparó para el sello coruñés Ediciones del Viento una antología que recoge una heterogénea colección de textos cuyo nexo común es la crónica que sobre esa experiencia de la Galicia vivida entregan estos autores hispanoamericanos, cada uno en su particular grado de elaboración. Solo incluye Esteban una excepción, la del poeta nicaragüense Rubén Darío, el único que no pisó suelo galaico y cuyo texto es «una encendida defensa de Emilia Pardo Bazán como escritora en un mundo de hombres que la vilipendiaba por el solo hecho de ser mujer», apunta Eduardo Riestra, responsable de Ediciones del Viento, y que aceptó la propuesta de Esteban porque lo considera como «uno de los mayores especialistas en literatura española de la primera mitad del siglo XX».

Darío, anota Riestra, tenía a Pardo Bazán por una de las voces europeas más relevantes del momento y no soportaba que se la boicotease por ser mujer, como también «sentía desprecio» por Murguía, al que juzgaba «un fantoche» y a quien reprochaba que no tratase a Rosalía como correspondía a su grandeza poética.

Aunque no con las ideas tan predeterminadas como su paisano Sarmiento -que dijo que venía a España para «para fundar una acusación»-, Roberto Arlt ocupa más de un año en sus viajes y sus aguafuertes -así denomina sus artículos literarios- reciben, a su vuelta a Buenos Aires, los elogios de la colectividad emigrante por el acierto con que reflejó la vida de Galicia.

En general, aduce Riestra, las crónicas de estos autores latinoamericanos desmienten la imagen de tristeza y oscuridad que de Galicia ofrecía la emigración en Cuba o Argentina, y «muestran el país y sus gentes con notables condimentos de alegría, hedonismo e incluso frivolidad».

Rufino Blanco Fombona, de paseo por Compostela con Valle-Inclán de parco anfitrión

Una de las piezas más curiosas es la atribuida al escritor y diplomático venezolano Rufino Blanco Fombona, un rara avis, autor de veleidades modernistas que en 1917 visitó Santiago de Compostela y no pudo hallar más atinado anfitrión, aunque especialmente parco, que don Ramón del Valle-Inclán. No extraña a Blanco Fombona que, como un gallego «predispuesto a la morriña, al sentimentalismo», pase don Ramón de la cháchara inicial a ponerse «a diapasón con la callada lluvia, con la ciudad silente».

También Francisco Luis Bernárdez, argentino de raíces ourensanas, visita a Valle, en A Pobra do Caramiñal, en 1924. El autor de las Sonatas, precisamente, se deshace en elogios hacia Sarmiento y proclama que Galicia acabará venciendo con su personalidad y su «renacimiento cultural» las ansias centralistas del régimen de Primo de Rivera.

Ricardo Rojas y Arturo Capdevila igualmente se detienen en la deslumbrante figura de Valle.