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«Monsieur Chocolat» se ajusta al biopic más canónico para sacar las aristas y contradicciones del personaje
06 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Incluso pondría unas décimas por encima a James Thierrée (también actor de circo y mimo de reconocido prestigio, nieto de Chaplin, realmente su asombroso clon) sobre el protagonista principal, Omar Sy, desde la comedia Intocable (2011) popular en Francia y fuera de ella (aparece en la próxima Inferno, de la franquicia Da Vinci, junto a Tom Hanks). Lo pondría por su muy convincente registro de hombre taciturno y atormentado pese a ser un payaso, el clown blanco de nombre artístico Foottit que convencerá a Rafael Padilla a finales del XIX, en plena Belle Époque, para formar un dúo circense que les dará popularidad, gloria y fortuna. Padilla, cubano, que se inició en un circo de provincias después de numerosas vicisitudes, se convertirá finalmente en el gran Chocolat, que todas las noches se deja patear por su compañero de escenario en el Grand Cirque de París, un tipo amargado pero creativo, que sin embargo se desvivía por buscar las risas del gran público.
Con un guion extraído de una novela previa que recuperaba la memoria de aquel personaje olvidado durante el siglo XX, su reversión a imágenes se ajusta al biopic más canónico, sin mayor ambición que, a la vez que nos ilustra sobre el mucho tiempo ignorado Chocolat, saca a relucir sus aristas y contradicciones, como corresponde a toda ascensión a los cielos y la previsible caída en desgracia. Que nadie espere más porque el guion no aspira a otra cosa y el director, Roschdy Zem, solo acredita oficio a la cámara, que maneja sin estridencias ni amaneramientos. Algunas pinceladas sobre el racismo, la política y la vida social del momento no son otra cosa que revestidos para no desamparar la trama principal. Como no podía ser menos, servida bajo una impecable dirección de Arte, cuyo mayor desafío estaba en recrear algunos exteriores y ambientes, todos en la propia París (a excepción de unas tomas en Cuba para llevarnos a sus orígenes). El magnetismo de Sy como contrapunto a Thierrée funciona a las mil maravillas, como también la música de Gabriel Yared.