Alain Urrutia: «El artista no da respuestas a ninguna pregunta, las plantea»

Montse García Iglesias
Montse garcía SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

Sandra Alonso

El creador vasco inaugura este viernes en Santiago una muestra que juega con el concepto de espejo

15 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La carrera de Alain Urrutia (Bilbao, 1981) vivió su punto de inflexión en el 2012 cuando fue seleccionado para una muestra en el Guggenheim. «No te cambia a ti, sino la forma en la que la gente te lee». Hoy inaugura en la Fundación Didac en Santiago la exposición Mirror Rim (El borde del espejo), formada por once obras pictóricas de 17x21 centímetros que juegan con el concepto de espejo y se pueden voltear. Se inaugura a las 19 horas y podrá verse hasta el 28 de enero. Además, se presentará un libro sobre los trabajos que realizó en los últimos cinco años.

-¿Cómo surgió este proyecto de imágenes que se voltean?

-Cuando David Barro me invita a realizar la exposición en Didac, me plantea la posibilidad de que itinere a Lisboa. Entonces, quería que al viajar de un espacio al otro mutase de alguna manera. Lo que hice fue plantear imágenes espejadas en el propio eje central y que al voltear cambiase la lectura de la propia obra. Cuando la exposición vaya a Lisboa (mayo), se convertirá en el reflejo de esta de Didac.

-¿Qué pretende generar?

-Creo que el artista no da respuestas a ninguna pregunta, sino que plantea preguntas. Lo que hago es señalar una cosa que siempre me ha llamado la atención: los espejos y la toma de conciencia de cómo cuando giras la imagen de un reflejo pasamos a estar dentro de él. Me interesa que seamos conscientes de los espejos, que convivimos con ellos pero nunca tenemos esa mirada de niño ante ellos. Cuando un niño o un animal se ve por primera vez en el espejo, esa sorpresa, ese reconocerse, es fascinante.

-Parte de imágenes cotidianas, ¿qué deben aportarle para convertirlas en obras?

-Parto de un archivo de imágenes que llevo recopilando desde hace mucho tiempo. La atracción es algo que no sabemos por qué se da. Pero después todas las imágenes de un proyecto tienen que tener un porqué y un sentido en relación al resto.

-Pero no es una traslación simple a la pintura.

-No. La imagen pasa a ser real o lo que se representa en la imagen deja de ser solo una representación cuando pasa a ser pintura. Eso es como lo veo yo. Entonces, partiendo de una imagen se crea otra.

-Obras que obligan a detenerse, ¿no va eso en contra de la mirada tan fugaz de la sociedad actual?

-Soy consciente que hasta yo consumo así las exposiciones, un consumo rápido, donde no nos detenemos a pensar ni a plantearnos qué es lo que se nos presenta y eso genera muchas veces lecturas erróneas. Ese querer obligar a que el espectador se pare viene de eso. Así, si tienes un cuadro grande o una instalación, llegas, los ves, le dedicas 10 segundos y te vas. Cuando llegas a una exposición que te tienes que acercar a cada obra porque el tamaño es mínimo y no hay otra opción, ya obligas a que se detenga y a caminar la muestra. Es algo que me interesa en este momento, en otros no.