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Nacido en Rábade en 1932, de su pluma han salido algunos de los argumentos más exitosos del cine y la televisión en España
08 may 2018 . Actualizado a las 07:41 h.«Yo la relación más grande que he tenido en mi vida ha sido con Horacio». Así hablaba hace un par de años en una entrevista el cineasta José Luis Garci sobre la figura de quien desde 1981 había sido el guionista de toda su filmografía, Horacio Valcárcel Villar, nacido en agosto de 1932 en el municipio lucense de Rábade y fallecido ayer en Madrid.
Fuera del ámbito del mundo del cine y de la televisión en España, pocos conocían la figura de uno de los guionistas más destacados del último medio siglo. «Era unha persoa pouco dada ás homenaxes e ás festas, sempre quería estar nun segundo plano e non aparecer ante as cámaras», recordaba ayer Manuel Curiel, el director de la Semana Internacional de Cine de Autor de Lugo.
Y motivos no le faltaban a Valcárcel para presumir, ya que en su dilatada trayectoria destacan los guiones de gran parte de la filmografía de Garci. En una primera parte de su colaboración mostraron ambos su amor por el cine clásico americano, acercándolo a la realidad social de la España de los ochenta, como las dos partes de El crack (1981 y 1983), Sesión continua (1984) o Asignatura aprobada (1987). Luego, con Canción de cuna (1994), abrieron una nueva vía adaptando obras de escritores españoles ya en el olvido o narrando historias ambientadas en el pasado, con películas como El abuelo (1998), You are the one (1999), Ninette (2005) o Luz de domingo (2007).
Pero además, de la pluma de Valcárcel han salido los argumentos de gran parte de la obra de Antonio Mercero, el otro gran amigo del guionista lucense. Así, películas como La guerra de papá (1977), Tobi (1978), Espérame en el cielo (1988) o La hora de los valientes (1998) y series de televisión como Verano azul (1981), Turno de oficio (1985) o Farmacia de guardia (1991) vincularon a ambos durante años.
Menos conocida fue su faceta como director, ya que solo llegó a realizar una película, la cinta infantil Miguelín (1964), con la que llegó a conseguir el Gran Premio del Jurado del Festival Cannes, que supo apreciar las cualidades de una obra que fue insólita en su momento en el panorama del cine español y hoy casi olvidada. Narra la historia de un niño que tiene que vender a su gran amigo, un burro, para poder cuidar a su abuela, aunque al final conseguirá recuperarlo. «Foi unha película innovadora, orixinal e que destacaba pola súa sinxeleza», corrobora Curiel.
El director de la Semana de Cine de Lugo intentó en varias ocasiones, a través de Garci y de otro ilustre rabadense, el exdirector de la Filmoteca Española Chema Prado, traer a Lugo a Horacio Valcárcel «para darlle unha merecida homenaxe pero díxome que non quería saber nada, aínda que, iso si, envioume unha carta cariñosa de agradecemento e lembrando aos seus queridos Lugo e Rábade», recuerda Curiel.