Manuel Silva Díaz. 21 años. Oleiros. Estudiante
24 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.¿Qué pasaría si no existiese el mar? ¿Qué pasaría si todo el planeta fuese un conjunto de tierra seca que nunca acaba? No creo que a nadie le importase. La gente no aprecia el mar. La gente no ama el mar. Si ahora desapareciese solo se preocuparían por el lugar a donde van a ponerse morenos o por dónde llevar a los niños en verano. El mar para mí...
-Señor, señor, perdone señor, el balón...
Paré de contemplar el mar, me giré despacio, aunque lo más rápido que me permitía mi viejo cuerpo, miré a los dos niños y sin decirles nada cogí el balón. Me reí.
-Os ofrezco un trato, os doy el balón si dejáis que os cuente una historia.
Los niños, con cara de asombro, no dijeron ni una palabra y salieron corriendo. Así es el mundo hoy en día, le dices a un niño que le quieres contar una historia y huye corriendo pensando sabe Dios en qué cosas que le habrán dicho sus padres sobre los señores mayores solitarios.
-Perdone, ¿usted es el señor que le quitado el balón a mi hijo?
-Bueno, yo soy el señor que le ha ofrecido contarle una historia a cambio del balón. Creo que es un trato justo.
-Bueno, cuéntemela a mí. Le conozco, ¿sabe? En el pueblo hablan de usted, dicen que ha vivido maravillosas aventuras y que ha recorrido todos los mares navegables.
-Bueno, la historia comienza hace mucho, mucho tiempo, yo aún era un joven marinero enrolado en mi primera travesía, me pasaba los días vomitando y las noches mirando las estrellas. La verdad es que solo estaba en ese barco porque me encantaban las novelas de aventuras. Las novelas de aventuras en el mar ¿sabe? Yo podía haber estudiado, haber sido un gran médico o abogado.
-Pero se enamoró del mar ¿no?
-Bueno, yo solo quería irme, irme para vivir mil historias que después poder contar, irme hasta donde nunca nadie en este pueblo ha ido jamás…
De repente algo me interrumpió.
-Señor
Me giré y vi a un hombre joven y fuerte.
-¿Puede devolverme el balón de mis hijos?
Se lo di, me giré y seguí contemplando el mar con absoluta tristeza.