Diego Amador: «Yo le llamo flamenco puro al que se siente de verdad»

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN /

CULTURA

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El pequeño de la mítica saga flamenca actúa esta semana en A Coruña y Ourense

03 abr 2019 . Actualizado a las 15:34 h.

Tiene Diego Amador su nuevo disco pendiente de salir el próximo viernes. Antes se encargará de abrir en Galicia el Ciclo 1906 dedicado al jazz y sonidos limítrofes con conciertos en A Coruña (hoy, Filloa, pases a las 22.00 y 23.00 horas, 12 euros) y Ourense (mañana, Café Latino, 23.00 horas, 15 euros). Llega en formato trío con el bajista Rafa Díaz y el batería Diego Amador Jr, su hijo.

-Llevan los andaluces enredándose por el jazz desde hace décadas y siempre suena a jazz hecho en Andalucía. ¿Por qué?

-[Risas] Cada sitio tiene sus cosas. Yo no soy un jazzman, mi cuna es el flamenco y tengo la suerte de tocar con diferentes estilos.

-En el eterno debate de la pureza del flamenco debe estar de vuelta.

-Claro, eso está pasado. Con la ayuda de mis hermanos, que con Pata Negra le dieron el dolor de cabeza a mi padre en su momento. Mi familia es de guitarristas y cantaores de flamenco puro y, de pronto, llegaban estos dos tocando con púa y haciendo temas de Jimi Hendrix. Mi padre les decía: «Niño, que los gitanos tocamos la guitarra con los dedos».

-¿Jimi Hendrix sirvió para conectar el blues y el flamenco que, en esencia hablan de lo mismo?

-Sí, el flamenco y el blues son muy cercanas en sentimiento. Tú puedes sacar todos los palos del flamenco, pero si no tienes la vivencia no puedes transmitir nada. Y en el blues pasa lo mismo.

-¿Eso es compatible con aprender el flamenco en academias?

-Sí, claro. Hay profesionales que vienen de ahí, que lo hacen muy bien. No todo el mundo es un gran entendido del flamenco puro. Yo le llamo puro al que se siente de verdad y eso se puede producir cuando estás mezclando. Pero tienes que saber por dónde andas y cuáles son los cimientos de cada cultura.

-La crítica flamenca es muy exigente. ¿Es una presión extra que tienen los artistas?

-Es un poco pejiguera, por decirlo de alguna manera. Hay puristas que no quieren salir de esa cultura. Eso no me parece mal, pero esos flamencos pueden criticar lo que hacemos los más jóvenes. Yo creo que el flamenco debería ser abierto, como es el jazz. Ahí entra todo. Yo soy purista, en el sentido de que vengo de la familia que vengo, pero al tiempo abierto.

-En su último disco hizo un homenaje a su barrio, las 3.000 viviendas de Sevilla.

-Sí, habla de lo que es aquello y lo que son los gitanos, que nos ponemos al lado de una candela a escuchar a los mayores. Ahí puede surgir de todo: un cante, una guitarra o una conversación de cosas antiguas. Quise salirme del tiesto, haciendo una cosa diferente y me arrimé al latin-jazz desde mi óptica.