Los grandes museos recuperan a sus pintoras

La Voz MADRID / COLPISA

CULTURA

Las pinacotecas superan un machismo secular y sacan a las artistas de los sótanos de la historia del arte

02 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En sus dos siglos de historia el Prado ha dedicado una, solo una, de sus cientos de exposiciones a una pintora. Clara Peeters (Amberes 1588/90-1621) fue la elegida, cuando en el 2016 el museo rescató de las catacumbas a esta artista flamenca. El desequilibrio entre pintores y pintoras es abismal en su colección -solo ocho obras de mujeres entre las más de 1.600 expuestas, 57 entre las casi 8.000 piezas de sus fondos-, como lo ha sido siempre en la historia del arte. Pero las cosas están mudando, y el Prado y otros grandes museos como el MoMA cambian el chip y se feminizan. Se sacuden centurias de machismo y dan cancha a mujeres relevantes cuyas obras, como tantas veces en la literatura, se atribuyeron a varones. Glenn D. Lowry, director del MoMA, abandera el cambio y, tras cuatro meses de cierre, reabre en octubre con una reordenación que rescata a las mujeres y a los artistas negros y latinos.

El parisino Museo de Orsay programó una muestra solo de mujeres y acomete una retitulación de sus obras que acabe con el racismo y el machismo. Así el Retrato de una negra, de Marie-Guillermine Benoist, pasa a ser Retrato de Madeleine.

En la celebración de su segundo centenario, el Prado marca la pauta dedicando en la nueva temporada una muestra a dos pintoras cuyos nombres dirán poco al gran público: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. El museo que dirige Miguel Falomir revisa y confronta las obras de esta dupla de «rarezas» del Renacimiento y el primer Barroco italiano, a quienes presenta ahora como «dos de las mujeres más notables de la historia del arte occidental».

En el taller de Miguel Ángel

Amilcare Anguissola, noble venido a menos y padre de Sofonisba (Cremona,1535 - Palermo,1625), valoró pronto el talento de su hija. Con más contactos que dinero, escribió a Miguel Ángel en 1557 rogándole que tutelara a su hija. Buonarroti accedió y encargó a Sofonisba el retrato de un crío llorando. Ella pintó Niño mordido por un cangrejo, con su hermano Asdrubale como modelo, trabajo que le abrió las puertas de taller del genio.

El duque de Alba apreció su genio y recomendó a Sofonisba en la corte de Felipe II, a la que llegó en 1559 como dama de compañía de la reina Isabel de Valois. Tanto triunfó con sus retratos, que el gabinete real pidió a su pintor de cámara, Alonso Sánchez Coello, que copiara sus lienzos. Eso hizo que muchas obras de Anguissola se atribuyeran a este pintor. Lo mismo ocurrió con Tiziano y Juan Pantoja de la Cruz, a quien se atribuyeron sendos retratos de Felipe II y de Isabel de II, hoy en la colección del Prado.

Lavinia Fontana (Bolonia 1552 - Roma,1614) admiró desde niña a Sofonisba Anguissola. Hija del pintor Próspero Fontana, su padre también apreció pronto su talento, la formó en su taller y la casó, a los 25 años, con otro pintor, Gian Paolo Zappi. Alumbrar once hijos no le impediría seguir pintando con más maestría que su marido. Por extraño que parezca, este reconoció su superioridad y asumió la crianza de los hijos para que Lavinia abriera su propio taller en Bolonia. Con encargos en Florencia y Roma y un puesto en la Academia de Roma, «fue la primera pintora profesional y totalmente autónoma», destaca Leticia Ruiz, comisaria de la muestra que reunirá sesenta piezas de Anguissola y Fontana del 22 octubre al 2 de febrero.

Salto a la actualidad

En un salto de medio milenio, el Reina Sofía presenta en septiembre Musas insumisas, un repaso al trabajo de Delphine Seyrig y los colectivos de vídeo feminista en Francia en los 70 y 80. Seyrig, su amiga y también actriz Jane Fonda, la realizadora Babette Mangolte, la poeta y pintora Etel Adnan, la escritora y activista Kate Millett o la filósofa Simone de Beauvoir se presentan «como nodos de un tejido más amplio, plural y transnacional». Películas, vídeos, obras de arte, fotografías, documentos y materiales de archivo denotan las preocupaciones políticas que el movimiento feminista puso sobre el tapete hace medio siglo, cuando se acuñó el lema feminista «lo personal es político».

En Barcelona, el MACBA abre temporada con Work in Progress, la primera monográfica en España de Charlotte Posenenske (1930-1985), un repaso a la obra de esta artista alemana desarrolló entre 1956 y 1968 a quien Willi Baumeister, su maestro en Stuttgart, introdujo en el movimiento moderno y el constructivismo. Su obra posterior oscila entre el minimalismo y el conceptualismo, el arte participativo, la performance, la práctica social y la crítica institucional. Comisariada por Jessica Morgan, la exposición reúne de octubre a marzo sus primeros dibujos y pinturas, sus relieves de aluminio, y sus últimas y conocidas esculturas modulares.

Los cielos están cosidos es la intervención de Carmen Calvo con la que el IVAM abre temporada el 17 de septiembre. La fachada del museo valenciano se cubrirá con el gigantesco retrato de una mujer anónima y atemporal con el que la artista pone el foco en la igualdad de género y el mercado laboral. Un asunto que, como mujer y ciudadana, preocupa a Calvo. «La imagen quiere representar a todas las mujeres anuladas, manipuladas o víctimas de injusticias», dice la ganadora del premio Nacional de Artes Plásticas en el 2013.