
Uno de los hijos de Isaac Díaz Pardo, sobre quien se acaba de abrir una gran exposición en Santiago, lo recuerda como un padre estricto pero cariñoso
13 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Desde el día 6, la Cidade da Cultura alberga una gran exposición sobre uno de los personajes clave en la Galicia del siglo pasado: Isaac Díaz Pardo, de quien se conmemora el centenario de su nacimiento. Uno de sus hijos, Xosé Díaz Arias (A Coruña, 1949), es también comisario de la muestra y, obviamente, una de las voces más autorizadas para hablar de su padre.
-Habrán afrontado un largo trabajo de recopilación.
-Bueno, al ser nosotros comisarios había un conocimiento grande del material y acceso a toda la información. Así que no nos dio mucho trabajo.
-El cartel es un autorretrato inédito de su padre.
-Es muy pequeño, la mitad de un folio y apareció hace unos meses entre las hojas de una revista que él tenía en su despacho. Es de 1940, cuando tenía 20 años. Y nos encantó. Aparece con una fuerza y una expresión tremenda, con un toque airado. Está enfadado y quiere cambiar las cosas. Es un retrato muy psicológico.
-Seguro que han aparecido más cosas que han avivado los recuerdos.
-Sí, claro. No solo fotos, también reflexiones sobre muchas cosas. Él escribía a diario. Apareció un escrito de pocos días antes de morir donde hace un recuerdo de sus hijos y de sus nietos muy bonito.
-¿Qué reacciones le están llegado de la gente que la ha visto?
-La ha visto poca gente, porque, por el cierre perimetral, solo puede verla la gente de Santiago. Sobre los comentarios... lo cierto es que abruma un poco el personaje porque hizo tantas cosas y tan distintas... Allí está su actividad galleguista, luego empezó con la pintura, luego a la industria, después creó museos, editoriales, se fue a América, donde creó otra industria, rescató varias instituciones. Es un personaje que abruma: la exposición son diez partes y un audiovisual que hace que te preguntes: «¿De dónde sacó el tiempo este hombre para hacer todo esto?»
-Dejó una huella fenomenal.
-Eduardo Blanco Amor decía que era el Leonardo Da Vinci de Galicia. Es que era un hombre que diseñaba arquitecturas, muebles, máquinas. Sus facetas son interminables.
-¿Cómo era como padre?
-Con sus hijos, muy estricto. Él quería que nosotros fuéramos el ejemplo de todo. A la vez era un padre muy cariñoso y muy niñeiro. Cuando empezamos a darle nietos, fue muy feliz, porque los sentaba en el colo, les enseñaba a dibujar...
-A ustedes les regañaba cuando traían malas notas.
-Como todo padre, ¿no? De todos modos, cuando hicimos el Bachillerato él estaba en América y en sus cartas nos decía que teníamos que estudiar mucho y ser hombres de bien. Él estuvo en América desde 1956 hasta 1967. Yendo y viniendo.
-En alguna medida, fue un padre ausente.
-Sí, muy ausente y muy de cartas. Tenemos un epistolario precioso. Para mí fue una etapa realmente dura, porque algunos años estuvimos internos en un colegio en A Coruña. Y eso...
-...No gusta
-No gusta, no.
-Pocos personajes habrán sido tan queridos como Isaac.
-Él fue un hombre marcado por el trauma de la Guerra Civil, donde mataron a su padre cuando él tenía 16 años. Se quedó en la ruina. Pero mi padre era un hombre de paz que por encima de cualquier cosa odiaba la violencia. Por eso lo querían tanto. Un 99 % de Galicia lo quiso mucho, un 1 %, no. Hubo gente que al final no lo quiso demasiado y que lo apartaron de su obra.
-Un final triste.
-Sí, fue un disparate, una verdadera aberración.
-Usted vive en Sada. Ve a diario ese enorme mural con el rostro de su padre.
-Es bonito, pero últimamente veo que las representaciones que se hacen de Isaac son de cuando era mayor. Ese mural se hizo con una foto en la que mi padre tenía casi 90 años. Quizás por eso elegimos para la exposición una imagen en la que tenía 20, para ver si equilibramos un poco. Prefiero que se recuerde a mi padre guapo y joven. Él era un hombre pequeño de estatura pero era un motor muy potente.
-No ha tenido que ser fácil vivir bajo una sombra tan intensa.
-No, pero eso se combate con humildad y con honestidad. Personajes como Isaac aparecen de vez en cuando y a mí me tocó ser su hijo y hay que ver la realidad desde una gran altura, no subjetivizarse. Así tienes una visión más tranquila de las cosas. Ser hijo de Isaac Díaz Pardo nos dio muchos quebraderos de cabeza, sobre todo a nivel personal. Yo lo llevé bien. Supe sobreponerme a eso.
-También estaría en contacto con muchos intelectuales.
-Sí, claro. Esa fue la parte positiva. Por nuestra casa desfiló lo más granado de la intelectualidad gallega. Blanco Amor, Luis Seoane, Rafael Dieste... Cientos de personas y mucha intelectualidad de Argentina. Fue muy enriquecedor.
-¿Alguno le dejó una huella especial?
-Luis Seoane. Fue fundamental para mí. Todo lo que fui en la vida me lo enseñaron él y mi padre. Pero él sobre todo.
-Tuvo dos padres.
-Pues sí. Luis Seoane vivió con nosotros alguna temporada. Y fui como un alumno. Me enseñó a dibujar, a diseñar, me metió en muchísimos temas, me informaba de lo que pasaba en el mundo... fue una relación muy importante.
-¿Qué le hubiera gustado heredar de su padre?
-El talento, lógicamente.
-Y de lo que sí heredó, ¿qué es lo que más le gusta?
-La visión crítica de las cosas. No hay más que leer los artículos que escribió en La Voz de Galicia durante muchísimos años para notar que a la realidad que veía siempre le sacaba un lado oculto. Era crítico con todo.
-Usted ya está jubilado.
-Sí, pero he vuelto a trabajar porque hay gente que quiere trabajar conmigo y no me puedo negar.
-¿Qué le gusta hacer cuando no trabaja?
-Leer, escribir, diseñar. Escribo mucho porque me lo piden: artículos, conferencias.... No me aburro en absoluto.
-¿Cómo se definiría en cuatro palabras?
-Voy a usar seis: Estamos en el mundo para mejorarlo. Esa es mi divisa.
-¿Y Galicia?
-Voy a citar a mi padre. Él decía que Galicia es un país rico de gente pobre.
-¿Le gusta el fútbol?
-En absoluto. Nunca entré en un estadio.
-¿De qué se arrepiente?
-Si empiezas a pensar, te arrepientes de todo. Todas esas oportunidades que te da la vida y no aprovechaste.
-¿Tiene un lugar favorito?
-La ría de Sada. Me encanta.
-Dígame una canción.
-The river, de Bruce Springsteen.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-La lealtad, por supuesto.