Marcos Collantes: «Empecé este año diciendo que cerrábamos Mushroom Pillow»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

MARCOS COLLANTES, DIRECTOR DEL SELLO MUSHROOM PILLOW
MARCOS COLLANTES, DIRECTOR DEL SELLO MUSHROOM PILLOW Jordi Santos

La discográfica que lanzó a grupos como Deluxe y Triángulo de Amor Bizarro, celebra dos decenios con los ojos puestos en Europa

04 oct 2021 . Actualizado a las 12:56 h.

En la primera pregunta de esta entrevista dice el coruñés Marcos Collantes que, aunque parezca que la discográfica Mushroom Pillow que fundó en el 2001 con Keina se amoldó fácilmente a lo que había que hacer en cada momento, en realidad siempre fueron unos rebeldes. En este 2021 se cumplen 20 años de ese camino particular. De él que han salido algunos de los proyectos claves del pop independiente español, como Deluxe, Triángulo de Amor Bizarro o Sunday Drivers. También se redimensionó la carrera de otros como La Habitación Roja, El Columpio Asesino o Sr. Chinarro. Además, en los últimos años, han dado un paso de cara a la europeización, con artistas de impacto internacional como Yall. También han colado  canciones en series de éxito como La casa de papel y Élite. Y se han prodigado en incursiones en el mundo de la publicidad, trabajando para todo tipo de marcas.  

Para celebrar estas dos décadas van a reeditar muchos de sus títulos más míticos, junto a varios singles en los que se versiona el repertorio de temas de su catálogo. En la primera entrega el Que no de Deluxe es reinterpretado por MIkel Erentxum y El Columpio Asesino y De la monarquía a la criptocracia de Triángulo de Amor Bizarro se somete a las visiones de Hinds y Margarita Quebrada. Pero antes toca repasar la historia de un proyecto que empezó en Galicia y mira sin fronteras a todo el planeta. 

-La Wikipedia dice que Mushroom Pillow partió con la intención «de descubrir talento "undergound" y llevarlo al público "mainstream"». ¿Es así?

-Es que, aunque parezca que lo nuestro fue desarrollado de una forma fácil, hemos sido al mismo tiempo rebeldes. Cuando publicamos el disco de Deluxe era obvio que no era lo que estaba sonando en el rollo indie entonces. Yo no me sentía parte de aquello. El indie en España eran Los Planetas, Sexy Sadie y esas cosas. Yo echaba en falta un grupo que hablase directo y Xoel [López] tenía esa capacidad de subirse a un escenario y hablar de forma directa a las cosas. Para mí los grupos tipo The Smiths u Oasis eran grupos que hablan a la cara y lo que encontraba en España no era eso. A mí me aburría, la verdad. Después, cuando estaba aceptado que lo normal eran grupos como Deluxe, The Sunday Drivers o Sidonie, nosotros dimos una vuelta de tuerca y sacamos a Triángulo de Amor Bizarro. En ese momento recuerdo ponérselo a gente de grupos míticos gallegos que no citaré y apostarme con ellos toda mi colección de discos a qué iban a funcionar. Todos me decían que no. De hecho, diré más: el redactor jefe de la revista Rockdelux cuando le enviamos el disco, porque nosotros pensamos que tenía que ser portada de esa revista desde el primer disco, nos dijo literalmente que hacía tiempo que no escuchaba algo tan malo.  

-Quién lo diría hoy en día, visto el idilio permanente entre ese grupo y la revista. 

-Claro. Al cabo de un año estaban hablando de ellos. Eso nos ha pasado muchas veces. Nosotros en 2015, en pleno apogeo de todo el rollo indie, sacamos Hundred Miles de Yall. Se vuelve un hit en toda Europa y empezamos a trabajar con un sonido de pop electrónico mainstream. Muchos de nuestros propios grupos, los que están en Mushroom, no lo entendieron. Eso nos ha pasado siempre. Ahora que todo el mundo está con que el urbano y el indie, y que el éxito de un grupo es tocar en muchos festivales y que hay ahí una especie de sonido concreto, nosotros no estamos pendiente de lo que hacen esos grupos. Estamos en plena expansión en Europa, mientras todo ese circuito mira a México y Latinoamérica. No, nuestro país es Francia, Alemania y Bélgica. Es decir, parece que hacemos una cosa muy de marca blanca, pero siempre tenemos un punto innato de búsqueda de otros planteamientos. Es una especie de rebeldía sumergida.  

-Ahí se encuentran brechas de algo que puede ser un éxito sin seguir los canales habituales. Cuando salió Deluxe existían unos códigos sobre cómo debería ser el «indie»: ruidoso y ensimismado, haciéndolo un poco difícil como Los Planetas. ¿Cree que con ese proyecto empieza la segunda oleada del pop independiente español?

-El proyecto de Deluxe ahora parece un camino de rosas y nada más lejos de la realidad. Costó mucho y, además, fue algo que destrozó muchas relaciones, por lo que fuese. Yo no entro ahí. Fue un proyecto de supervivencia. Tú ahora pones el Que no y sí que a la gente le gusta. Pero, en su momento, había una incredulidad absoluta hacia el proyecto en muchísimas partes del sector musical.Con el primer disco no querían llevarnos a hacer Los conciertos de Radio 3. El Mondo Sonoro no le dedicó ni media página y ya ni cuento el caso que le hizo Rockdelux. Lo hago extensible a muchos más. Incluso grupos de la escena musical, que me decían que eso era una porquería.  

-Sin embargo, los que se abrazaron a ello lo hicieron con tal euforia que abrieron un nuevo camino. El espíritu del llamado «indie-mainstream», de hecho, empieza con «Que no». ¿Cómo recuerda aquello?

-Salío todo de forma natural. Cuando son así las cosas tienen una energía y una verdad a la que la gente se conecta. Pero, por ejemplo, los organizadores del FIB no querían llevarlo. Tuvimos varias reuniones con ellos y no se lo creían. Hasta que vinieron a un concierto en la sala Maravillas de Madrid. Fueron y se quedaron un poco en plan pero qué está pasando aquí. De hecho, dentro estaban varias personas de sellos discográficos clásicos indies de los noventa con periodistas de aquel ambiente. Años después una persona me dijo que estaban en la barra riéndose y rajando. Pero me reconocía que, a lo largo del tiempo, les demostramos que los que no estaban entendiendo el asunto eran ellos. El Que no, es un punto álgido que marca una exposición mediática por la que hubo que luchar mucho más de lo que se puede pensar. También la banda que tenía Xoel, Jose Bonham, Juan Gil y Diego Castro, hicieron mucho por posicionar el proyecto. Luego, a partir de ese punto de ruptura de relaciones, es cuando suceden muchas cosas. Pero yo creo que había una visión parecida en todos los que estábamos y todo iba hacía ahí. 

-¿Su visión tenía que ver con sellos ingleses como Creation?

-Si. Al final, musicalmente hablando, hay dos cosas que me han influido muchísimo. Una es mi padre y otra, Londres, la ciudad en la que nací. Aunque yo viví mi adolescencia en A Coruña, nací allí y eso he tardado muchos años en darme cuenta de la influencia que ha tenido en mí. Es una cuestión de personalidad. No me imagino a David Bowie pensando: «Voy a gustarle solo a un poquito de gente». O a The Supremes diciendo: «No, esto lo vamos a poner así como que no guste, no vaya a ser que lo reventemos demasiado, que eso está feo». Yo no tengo esos complejos. Dentro de mí no existe eso. Sí que hay una línea en lo que me parece una horterada y lo que me parece interesante. Pero es que incluso Jesus and Mary Chain lo petaron con un discurso complicado. Y la Velvet Underground pone música a anuncios hoy en día. En fin, todo aquel que está trabajando dentro de la cultura de la música popular aspira a eso. Incluso Los Planetas, aunque no les guste reconocerlo.   

-En el 2001 no era muy común esa visión internacional que tenía Mushroom Pillow. ¿Eran conscientes de esa diferencia?

-Es que a mí me parece lo normal. ¿Por qué no iba a ser así? De hecho, lo raro es que no sea así. A día de hoy, que tenemos mucha relación con Francia, ves que allí sale Daft Punk. ¿Y qué hacen? Salir al mundo. ¿Por qué no? Es como si le planteas a Rosalía si quiere quedarse solo en España y, de vez en cuando, ir a México. Te va a decir que vive en el mundo, no en España. Yall actúan en París y Delorean lo hicieron en el MoMA. Es que yo no entiendo lo contrario. Es como si Inditex vendiera solo en España. O existiera un Instagram que solo funcionase aquí. No tiene sentido.

-Después de Deluxe pasaron a ser «el sello de Sunday Drivers». Luego, el «de Triángulo de Amor Bizarro». ¿Le gustaba ser visto así?

-Sí. Siempre, a medida que íbamos avanzando, fuimos «el sello de...». Nunca tuvimos la necesidad de ponernos delante del grupo. Pensamos que teníamos una marca con los logros de los grupos. Estuvo Deluxe y Sunday Drivers. Luego llegó La Habitación Roja, que  tenían trayectoria pero con nosotros marcan la diferencia, graban con Steve Albini y suenan de otra forma. Luego, Sr. Chinarro, que venía de una situación parecida. Es En el mundo según cuando Antonio empieza a llenar conciertos y los medios empiezan a hablar de él de otra forma. Y después está Triángulo de Amor Bizarro.

-El fichaje de Triángulo de Amor Bizarro fue, en su momento, muy sorprendente. Ellos venían del mundo «indie» de los noventa ligado a Los Planetas. ¿Cuando los ficha está marcando un punto y aparte en el  sello hacia algo más radical? No parecía una apuesta a caballo ganador como las otras. 

-Lo que sucede es que, al final, yo me debato mucho entre las cosas que escucho y todo forma parte de mis gustos. A mí me gustan los arreglos de un Forever Changes de Love y también el Fun House de The Stooges. Entre esos dos mundos nos movemos. Es como lo de Creation, que podían sacar un grupo como Ride y, al mismo tiempo, a los  Dexys Midnight Runners. A mí Triángulo de Amor Bizarro me parecieron ganadores desde el primer segundo, pero a ellos no les gustaba Mushroom. Eso es otra cosa que nos pasa siempre: que a todos los grupos que fichamos en Mushroom le dan asco el resto de los grupos. 

-¿En serio?

-En serio. Todos hablan mal de todos. Bueno, quizá lo radicalizo un poco en la conversación y no es tan heavy, pero sí que pasa eso. Y a mí me parece estupendo. 

-Es decir, se acerca a grupos que, a priori, no les gusta su sello, lo rechazan y, al final, los acaba engatusando para, más tarde, hacerlos triunfar. ¿Hay algo de inteligencia emocional ahí?

-[Se queda pensando unos segundos ] Puede ser… Yo no considero que los engatuse, si te soy sincero. A lo mejor, veo algo diferente en los proyectos. No veo lo que hay alrededor, sino lo que son. Lo que me interesa de Triángulo de Amor Bizarro es la radicalidad que tienen en sus propuestas porque yo también soy muy radical. Me debato también en eso. Pongo un ejemplo práctico. Yo empecé este año diciendo que cerrábamos la compañía Mushroom Pillow. Me imaginaba poner en la web: «Game Over 2001-2021». Me parecía que funcionaba tan bien visualmente, que era redondo. Se lo conté a varias personas y me decían si estaba loco. Pero para mí era perfecto. Yo me debato entre radicalismo punk de quemarlo todo y la marca blanca de pop europeo exquisito. Y ahí caben muchas cosas. 

-¿Cómo es su relación con los músicos cuyo trabajo edita?   

 -Va por fases. Hay una fase de enamoramiento, otra de demostrar que las cosas se hacen, otra de desamor y otra de ruptura y de querer matar al padre. Eso es así y forma parte de esto. Para mí el gran reto de llevar un sello sería romper eso. Hay tanto misticismo alrededor de las relaciones de los grupos y los sellos, las injusticias y los engaños. Y no, las cosas son muchísimo más fáciles y la mayoría de las veces esos tópicos no son realidad. Hablar sobre lo malo y lo que ha pasado seguramente sea lo más fácil. Podría ponerme aquí a decir tonterías sobre todo el mundo. Todo es criticable, según la lente que utilices. Pero creo que todos con los que hemos trabajado han tenido una repercusión positiva en su carrera. Hoy en día, lo puedes ver en Spotify. Coges a todos los grupos que han pasado por Mushroom Pillow y que han seguido sus carreras y el tema que más plays tiene siempre es el que hicieron con nosotros. Siempre. ¿Qué sucede? Que como Mushroom Pillow evoluciona a nivel personal, a nivel profesional y a nivel de lo que ocurre fuera, eso provoca rupturas y situaciones tensas. Pero esos grupos que se han ido y han triunfado más no creo que digan nada. Lo dicen los que se han quedado atrás. 

-Habla de matar al padre y el desenamoramiento. Pero incluso hay reconciliaciones tras el divorcio: Sr. Chinarro se fue del sello y, años después, volvió. ¿Qué pasó ahí?

-Antonio Luque es el ejemplo vivo de todo eso que decía antes. Cuando lo conocí, me dijo si lo iba a fichar solo para poner un nombre más en el sello. Eso fue lo primero que me soltó. Le dije que no. Sacamos El mundo según y funcionó. Sacamos Presidente y funcionó. Ahí llegó a ir a Buenafuente y cosas así, a las que él no estaba habituado a hacer y le parecían chocantes. Yo creo que le expusieron de una forma que le violentó con él mismo, porque él no tiene ese perfil. Lo quiere, pero no. Como todos. Todos queremos la fama, el brillo y eso, pero no queremos hacer lo que hace falta para ello. Entonces empezó a sacar discos más mediocres, porque había estado demasiado cerca de lo que él consideraba el mainstream. Salieron trabajos peores. Esos funcionaban menos y metían menos gente. Entonces la culpa siempre era del sello. Hasta que hubo un día en el que le dije: «Antonio, si tienes algo que decirme, me lo dices y ya está». Yo sabía que quería irse del sello. Casi le puse entre la espada y la pared para que lo verbalizara. Lo hizo, se fue, se autoeditó, sacó otros discos y se dio cuenta de que no era eso y de que, en realidad, lo habíamos tratado súper bien. Es el único caso en el que él mismo ha hecho un análisis realista de lo que pasó. Volvimos a hablar y me dijo que quería volver al sello. Aún así, no está haciendo los discos que yo creo que puede hacer. Pero le dejo el tiempo que necesite para hacer lo que tiene que hacer. De hecho, Sr. Chinarro yo creo que tenía que ser muchísimo más arriesgado creativamente. 

-¿Interviene en la fase creativa de los discos o deja hacer?

-En algunos sí y otros no, depende del proyecto. O en algunos momentos del proyecto. Con Triángulo de Amor Bizarro, por ejemplo, hubo una fase de tensión súper alta cuando empezaron a dejar Mushroom algunos grupos porque estamos yendo a otros sitios. Yo pienso que a Triángulo aún podemos llevarlos mucho más lejos. Y no me refiero solo a nivel de éxito comercial, sino creativo. Entonces adquirí un compromiso con ellos en el que iba a haber una implicación personal alta en su nuevo disco. No miento cuando digo que en el último disco hemos contribuido muchísimo, tanto en la estética, como en la parte de proyecto e ideas creativas que desarrollar. 

-La pandemia de Triángulo de Amor Bizarro está siendo gloriosa e insólita. Son los meses más bizarros del grupo. ¿Lo ve así?

-No, para mí es súper natural porque formé parte de esas decisiones. 

-Pero son decisiones muy sorprendentes y poco usuales. 

-Es que pienso que el rollo indie se ha convertido en un cliché. Muchos grupos pendientes de cuánta gente meten en un festival que en otras cosas. Eso ha creado un tipo de grupo, de actitud y arrogancia con la que yo no comulgo. Creo que Triángulo son más que eso, que su camino es diferente y el nuestro también Tienen que demostrar que son diferentes y arriesgar. Y tienen un sello que está dispuesto a arriesgar en todas sus decisiones. El maxi que sale ahora de No eres tú parte de una idea que ellos tenían. Yo les propuse hacer una historia de sonido envolvente que se verá en la parte digital. Lo de las versiones revisitando el disco, igual. Después lo han empezado a hacer otros sellos. Triángulo tienen que ser arriesgados porque su esencia es esa. No es la de grupos muy conocidos que lo basan todo a la canción que en el festival lo peta. Triángulo tiene que ser más rico, en los matices y la creatividad. 

-¿El «indie» ha derivado en componer canciones para arrasar en un festival?

-Es que eso a mí no me interesa demasiado. Me he dado cuenta que con un determinado grupo de éxito no me interesa trabajar. Su conversación me parece aburrida y no es ambiciosa creativamente. Ya que tengo un sello decido poner el dinero en cosas que me interesan.

-Hablaba de cuando llega Yall al sello. Eso desconcertó a muchos. ¿Qué pretende Mushroom Pillow a partir de ahí?

-El sello ha dado el paso de un sello indie español a una compañía independiente europea. No tiene nada que ver. Nuestros mayores éxitos comerciales han tenido lugar entre 2015 y 2021, un periodo en el que la gente que seguía a los grupos que trabajábamos no entendía lo que estaba pasando. La verdad es que me da igual. Los cambios pasan y eso es precioso. Ha pasado muchas veces. No formamos parte de un momento, sino de una concepción de la música popular. Nuestra intención es la internacionalización máxima. ¿Cuántas compañías independientes españolas pueden decir que han tenido dos números uno en Francia, un disco de diamante y otro de oro en ese territorio? O en Alemania, Bélgica, Suiza o Italia. Si lo hace el mundo anglosajón, ¿por qué yo no? 

-Citó a Yall, un grupo que saca un tema suelto, ese tema aparece en un anuncio, Shazam certifica que es muy buscado y explota. ¿Es ese el camino?

-Eso ya es el pasado [risas]. Ahora estamos en la vuelta al artista. En Mushroom Pillow hay diferentes zonas de trabajo. Hay el grupo español, cuyo mercado es España y un poco México. Otro que tiene que ver con proyectos que salen de aquí, que tienen un perfil internacional y se viralizan de una forma totalmente diferente. De ahí que hayamos tenido canciones en La casa de papel, Élite, Toy Boy y en un tipo de series con repercusión. Y, luego, hay un tercer bloque, que es al que estamos yendo, que Mushroom deja de trabajar grupos nacionales. Hemos llegado a varios acuerdos de cosas que se verán en el futuro. 

-En los hitos de los últimos tiempos destacan las posiciones en el Shazam . ¿Es la medida del éxito?

-Va variando. En los últimos años hemos tenido 12 o 13 canciones en el top-100 de Shazam mundial. Es la herramienta que te permite saber qué le gusta a la gente en el mundol. Es un hito porque no todos los sellos lo consiguen. Lo que marca todo es un poco Spotify y Shazam. En la industria independiente española creo que los festivales. 

-Dice que hay una vuelta al artista. ¿Están ustedes ahí ya?

-Una combinación. La industria de la música popular siempre estará abierta a que una canción sea un éxito. ¡Cuántos one-hit-wonders existen maravillosos! Pero sí que creo que, tras esa sobredosis de lo electrónico y lo urbano, hay una vuelta al perfil del artista. No sé si nosotros estamos ahí. Pero sí que volvemos al gran nombre. Billie Eilish, Dua Lipa o quien sea.

-¿Qué echa en falta en la música alternativa española?

-Pues que un perfil de grupo, que debería estar abierto al cambio y la permanente revisión, se termina convirtiendo en sus padres. Dice: «Yo sueno así, toco así, hago las canciones así, hago esta gira así». Y tú dices qué aburrimiento. Una chica o un chico de 19 años no se puede ver seducido por eso. Es como cuando íbamos a ver a las fiestas de A Coruña en Riazor a Los Bravos y tocaban con el bajo sin clavijero y con pantalones de cuero diciendo «oh, yeah». Hoy en día, aunque creamos que esa gente sean eternos adolescentes, para una persona de 20 años están hablando, ya no digo en otro idioma, sino que lo hacen desde otro planeta. No dejan de ser señores de 50 años tocando canciones de cuando tenían 20 o 25.

 -Se dice que el «indie» clásico español llevó fatal la crisis de los 40. 

-Es que es verdad. Si nos podemos a analizar los últimos tres discos de un montón de artistas que conocemos puedes cambiar la canción de disco y no pasa nada. Y eso es lo que es.

 -Al final ha decidido no cerrar el sello. ¿Qué viene ahora?

 -La internacionalización definitiva con el objetivo de Europa 100 %. Lo de cerrarlo parecía que quedaba muy bien, pero al final voy a tener que estar otros 20 o 30 años haciendo malabares para generar las cosas.