Bibiana Candia: «Galicia es fatalismo y fantasía»

CULTURA

ANGEL MANSO

La autora de «Azucre» dice estar encantada con la evolución de su primera novela mientras prepara la siguiente

22 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Azucre es el relato de un engaño al que se vieron sometidos 1.700 gallegos que viajaron a Cuba en busca de un porvenir y se encontraron con una esclavitud. Es la primera novela de Bibiana Candia (A Coruña, 1977), con quien me encuentro en una cafetería de A Coruña. Pelirroja por elección, con tendencia a la sonrisa, dice que cada vez echa más de menos la paz de su ciudad.

—«Azucre» va como un tiro.

—Pues sí, va estupendamente. Estamos en la cuarta edición y casi llegando a la quinta. Saliendo el 1 de septiembre, teniendo en cuenta que es mi primera novela y que se ha publicado en una editorial independiente que es Pepitas de Calabaza, es un logro y un orgullo enorme.

—Seguro que no esperaba esto.

—Yo tenía mucha fe en la historia y sabía que, bien presentada, tenía mucho potencial, pero esta respuesta tan rotunda y tan rápida, no me la esperaba. No me la esperaba tan pronto.

—La promoción se la han hecho los lectores.

—En gran parte sí. Los lectores y los libreros. Y luego es cuando se implican los medios.

—¿Cómo llegó a ella?

—Pues de una manera muy casual. Tengo una amiga que un día me presentó esta historia, que no conocía. Yo me quedé sorprendidísima porque no entendía como esta historia no nos había llegado por la memoria popular. Me obsesioné por la propia historia y por el hecho de que no pasara de generación en generación.

—¿Visitó Cuba?

—No. Y lo hice conscientemente. Me lo planteé durante el proceso de documentación y decidí no ir porque ya no existen los escenarios. Pensé que era mejor recrearlos desde el desconocimiento. Tal vez lo haga ahora.

—Está recibiendo muchos mensajes de los lectores.

—Sí. Muchos, tanto directos como indirectos. Los que más me gustan son esos que dicen que les van a preguntar a sus abuelos. Me emociona haber despertado el querer saber, porque todos los gallegos tenemos familiares que estuvieron emigrados pero ¿hasta que punto sabemos lo que tuvieron que pasar? Yo escribí este libro como un alegato a la memoria y hay personas que lo han entendido exactamente así.

—Usted también estuvo viviendo fuera.

—Sí, ahora vivo en Madrid y antes estuve viviendo en Berlín.

—Algo de la emigración ya sabe.

—Con mucha distancia, pero si es verdad que la novela está escita con la consciencia de saber lo que es echar de menos la tierra.

—Ha escrito poesía, relatos, una novela... ¿Es todo lo mismo?

—Son dificultades diferentes. La novela es un gran ejercicio de resistencia, es un maratón. Tienes que mantener el tono, la concentración, durante meses. Hay que planificarla, documentarla, escribirla, corregirla... Es fascinante, pero al mismo tiempo es muy duro.

—Tiene proyectos, claro.

—Sí, estoy en la siguiente novela, en el proceso de documentación. La escribiré en verano o a principios de otoño. Echo mucho de menos estar concentrada, escribiendo, porque es una sensación muy adictiva. Es como estar bajo el agua.

—¿Le da miedo no estar a la altura con esa segunda novela?

—Tengo confianza en que está bien encarrilada. No tengo miedo, sí sentido de la responsabilidad. Cuando escribo no tengo miedo a nada. Azucre la escribí en tres meses, pero me pasé un año y medio pensándola.

—Su objetivo es vivir de la literatura.

—Claro. Es lo que me planteo. Yo escribí esta novela, salió bien y voy por la siguiente a muerte. Esto es lo que yo quería desde el inicio. Estoy viviendo el debut soñado por todo el mundo.

—Usted vive ahora en Madrid, ¿qué echa de menos de Galicia?

—A los seres queridos y al mar. Y echo de menos la lentitud. Cuando te marchas, el problema que le ves a esta ciudad es que nunca pasa nada. Y cuando vuelves, lo mejor es que nunca pasa nada. Lo frenético está muy bien para divertirse, pero cada vez más valoras volver y ver que todo sigue prácticamente igual.Eso también es morriña.

—La morriña, esa sensación transversal.

—Sí. La novela me hizo replantearme qué es ser gallego y en el fondo te das cuenta de que, aunque no tengas tanto que ver con aquella pobre gente que se fue, en el fondo llevas esa forma de memoria también contigo.

—¿Cómo le explica Galicia a la gente que no la conoce?

—Es una esquina del mundo, con una costa muy agreste y un paisaje de fantasía, lo que condiciona como ven el mundo sus habitantes. Galicia es una mezcla de fatalismo y fantasía. Y así somos. Yo diría que tenemos mucha suerte de ser de aquí.

—¿Celta o Dépor?

—Dépor siempre, por supuesto.

—¿Qué hace en el tiempo libre?

—Me gusta mucho dibujar y pintar. Y cocinar, que se me da bien y me gusta muchísimo. Y pasear, pero sin más. Me oxigena mucho la mente.

—Dígame cuatro palabras que tengan que ver con su personalidad.

—Soy muy curiosa y muy persistente y eso es bueno y es malo. Tengo una enorme imaginación y tengo un gran sentido del humor. Ni a mí misma me tomo en serio.

—¿Qué tal con las redes sociales?

—Twitter me ha dado muchas cosas. Creo que las redes hay que mantenerlas a raya, pero no puedes vivir fuera de ellas.

—Un lugar donde sea feliz.

—El faro de Finisterre.

—Una canción.

Is there anybody out there, de Pink Floyd. Tiene mucho que ver con el oficio de escribir. La suelo tener en las playlist de todo lo que escribo.

—¿Tiene una playlist de «Azucre»?

—Sí.

—¿Se puede acceder?

—No, la tengo privada. No sé si la voy a poner pública, porque me da un poco de pudor enseñarla.

—¿Qué es lo más importante en la vida?

—Vivir conscientemente. Tener un motivo para vivir y elegirlo conscientemente.