Rodrigo Sorogoyen: «Ofender no te debe paralizar, porque entonces no contaríamos historias»
CULTURA
Mañana se estrena en los cines «As bestas», rodada entre Galicia y el Bierzo
10 nov 2022 . Actualizado a las 13:09 h.Un crimen real acaecido en el 2010 inspira el nuevo peliculón de Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981), que enfrenta a una pareja francesa instalada en la Galicia interior en busca de una Arcadia ecológica con lugareños ansiosos por vender las tierras a la energía eólica. As bestas, que llega a los cines mañana, 11 de noviembre, es un absorbente ejercicio de tensión escrito por el director junto con Isabel Peña, su cómplice en Que dios nos perdone, El reino y la serie Antidisturbios.
—Lo que le llamó la atención del suceso real en el que se inspira «As bestas» es que la mujer del desaparecido, cuyo cuerpo apareció cuatro años después, se queda en la tierra donde les hacen la vida imposible.
—Se queda y no es de allí, porque tiene cierto sentido quedarse donde has nacido. Pero aquella mujer holandesa decidió permanecer donde le decían por activa y por pasiva que no la querían. Me fascinó esa decisión porque no llegué a entenderla, cualquiera de nosotros nos hubiéramos ido. Encerraba una dignidad misteriosa, una resistencia que nos impulsó a escribir la historia.
—En «Alcarràs» veíamos cómo las placas solares están transformando el medio rural. Usted muestra que la energía eólica también. Esa imagen del protagonista bajo un gigantesco molino de viento es muy poderosa.
—Aunque atienda a una lógica, no hay que dejar de vigilar por qué está sucediendo esto. ¿Quién quiere que las cosas vayan por este lado? Las energías renovables son positivas, la persona no informada hasta puede apreciar algo estético en los molinos que ve desde su coche. Cada vez hay más y pueden alterar el medio ambiente. Cuando yo me puse debajo de uno de ellos me dije: ‘‘¿Qué cojones es esto?''. La contaminación acústica y visual es increíble. Las aves migratorias van por otro camino, los caballos salvajes de Galicia… La gente tiene que estar informada.
—Los urbanitas tendemos a contemplar de manera romántica la vida en el campo, algo que se ha acentuado tras la pandemia.
—Tampoco quiero que las dificultades que muestro en la película signifiquen que si te vas al campo haya un vecino que te vaya a hacer la vida imposible. Lo mismo te puede ocurrir en la ciudad. Ahora bien, quien crea que cultivar su huerta es una vida fácil… Acabas el día reventado. Hubiera sido un error idealizar el medio rural, mostrar unos personajes descansados que no se ensucian.
—¿Le preocupaba que alguien se molestara, los gallegos, la gente del campo?
—Esa preocupación existe cuando haces una serie sobre antidisturbios o una película sobre políticos corruptos. En nuestra sociedad cada vez la gente se ofende más. Siempre habrá alguien que lo haga, pero es algo que no nos preocupa tanto como para dejar de escribir. Somos conscientes del mundo en que vivimos, y que alguien se ofenda no te debe paralizar, porque entonces no contarías historias. Hay que hacerlo de la manera más fidedigna y honesta posible, desde tu propia mirada.
—¿«As bestas» habla del amor por la tierra frente al dinero?
—Me gusta que lo digas. Para otros es una historia de amor, un relato sobre la xenofobia… Me siento muy orgulloso de tocar varios temas, no ha sido algo deliberado. Me gusta que cada espectador tenga una lectura un poco distinta.
—Es una película en la que los hombres parecen los protagonistas… hasta que llega un giro que se lo concede a las mujeres.
—Es un giro deliberado y consciente para decirle al espectador que esta película va también de otra cosa. Me gusta que una cinta aparentemente sencilla, que transcurre en una localización muy pequeña, con pocos personajes, de repente hable de muchas cosas. Yo me niego a que no se puedan hacer películas solo de hombres, pero los personajes femeninos que salgan, por favor, tienen que ser profundos y trabajados. La primera versión del guion es del 2015, iba a ser nuestra tercera película, y ya sabíamos que la protagonista iba a ser una mujer, después de hacerle creer al espectador que era una historia de hombres violentos. Pues no, esa mujer que está por debajo es la que conquista el relato de la película.
«Muchos no ven cine español como castigo y venganza»
As bestas llega en un momento en el que el país se encuentra totalmente polarizado. «Todas las películas son reflejo del mundo en el que se hacen. Se dice que España está polarizada, pero luego piensas en el período de la Guerra Civil y concluyes que siempre ha estado así. Las redes sociales también magnifican y crean una dictadura del sí o no, del conmigo o contra mí. Antes ocurría en un bar y ahora llega a todo el mundo. Me gusta que As bestas llegue en este momento», dice.
—Por algo prepara una serie sobre la Guerra Civil.
—Claro. Mis ganas de hacerla serían las mismas si no estuviéramos en este momento, necesitamos mirar nuestra historia, y la Guerra Civil y la Dictadura con más razón porque han sido determinantes y se han silenciado durante mucho tiempo. Solo se ha contado una versión. Noto una desinformación brutal en las nuevas generaciones y en la mía también. No debería haber ningún problema en volver a un momento tan fascinante y terrible.
—¿Le sorprendió que Movistar se retirara del proyecto?
—Fue una gran sorpresa. No voy a decir más porque ya he hablado sobre ello.
—Sostiene que hay una mitad de España que no ve cine español.
—No se ha roto el prejuicio, sigue habiendo muchísima gente que no ve cine español. Ha habido una ruptura social muy trágica para la cultura de este país. Ver cine español te significa de alguna manera y muchos no quieren hacerlo, como castigo, venganza… Me parece absurdo llevar a gala que no ves una película.
—Curiosamente, en un año fastuoso para el cine español, con un montón de grandes películas.
—Fastuoso. Solo nos queda celebrarlo, y que haya gente que se pierda esas películas me da miedo. Hay que seguir trabajando para que las vean.
—¿Le preocupa que las plataformas acaben con el cine de autor?
—Por supuesto. Ya está ocurriendo. Menos mal que existen cineastas autorales que intentan sacar sus obras adelante. Está muy bien que existan las plataformas, pero me preocupa la homogeneización que conllevan.