Blanca Rodríguez: «Ojalá le den el Nobel a Stephen King, es una máquina absoluta»

Patricia Hermida Torrente
patricia hermida NARÓN / LA VOZ

CULTURA

Rodríguez, en la biblioteca de Narón, posando con las novelas de Elizabeth Engstrom y Ken Greenhall que son sus más recientes traducciones al castellano.
Rodríguez, en la biblioteca de Narón, posando con las novelas de Elizabeth Engstrom y Ken Greenhall que son sus más recientes traducciones al castellano. César Toimil

La presidenta de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, escritora, traductora y coordinadora del club de lectura de Narón defiende que «el género fantástico también es alta literatura»

18 ene 2023 . Actualizado a las 21:15 h.

A dos metros bajo tierra aguardan los monstruos dispuestos a asaltar al lector más desprevenido. Desde enfermeras asesinas a pequeños vampiros, emparedados en vida, o fantasmas infantiles que se esconderán en el desván de una mansión victoriana. Todos habitan en la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, presidida por la ferrolana Blanca Rodríguez. La también coordinadora del club de lectura de la biblioteca de Narón (y escritora y traductora) guía la charla por laberintos bajo la nieve, cementerios de animales y casas encantadas.

—¿Por qué al ser humano le atrae tanto el terror?

—¿Por qué me atrae a mí? Porque tengo cierta vena masoquista. Lo paso francamente mal, pero me gusta. Se enraíza con la necesidad de mirar detrás de la cortina, con la curiosidad, como algo casi animal. Desde hace miles de años, consideramos la oscuridad como algo terrible.

¿En Galicia está más acentuada la cultura de la muerte con la Santa Compaña?

—La cultura de la muerte está en todas partes. Esta mañana presencié una conversación de una persona a la que le sorprendían mucho las capillas ardientes, tener al muerto en exposición. Y en las redes comentaban lo que se hacía en cada país. La muerte es inherente al ser humano, un misterio que no se puede explicar y cada cultura lidia de una manera diferente con ella. En Galicia, ya es algo mitológico con esa Santa Compaña, las meigas o los cuentos tradicionales de miedo.

—¿Usted ya devoraba libros de miedo con una linterna bajo las mantas?

—Era una lectora voraz de todo lo que caía en mis manos, alguno de miedo sí que leí y también veía pelis que no debería haber visto. Recuerdo ver con absoluto terror La profecía, no tenía ni diez años, y por supuesto sin el permiso de mis padres.

—Su asociación promueve el terror, la fantasía, la ciencia ficción... ¿Considera que son géneros denostados sobre todo a nivel literario?

—Absolutamente, la asociación demuestra que el género fantástico también es alta literatura. Soy muy defensora de la literatura palomitera, como disfrute y diversión. En todos los géneros hay libros pésimos, malos, regulares, buenos y geniales. Hasta tal punto se encuentra denostada la literatura fantástica que nos cuesta catalogar libros en este género. El sueño de una noche de verano de Shakespeare está lleno de hadas y sátiros, pero no queremos decir que es fantástico. Lo mismo pasa con la Divina comedia de Dante. O con 1984 de Orwell, que es ciencia ficción. Es como cuando te dicen que La naranja mecánica es una denuncia de la degradación social.

—O si dicen que «Drácula» es una novela romántica...

—O más bien gótica. La autora de El cuento de la criada, Margaret Atwood, afirma que su novela habla de especulación. ¡Pero si es ciencia ficción!

—¿Introduce estos temas en su club de lectura?

—Llevo cinco años con el club de lectura de Narón y siempre intento meter algo de estos géneros. Gustó mucho Crónicas marcianas, no tanto La maldición de Hill House, porque este clásico de Shirley Jackson estaba muy mal traducido. Pero hay que usar el fondo de la Xunta para estos clubes, y no abundan este tipo de libros.

—¿Verá algún día a Stephen King recibiendo el Nobel?

—Ojalá le den el Nobel a Stephen King, es una máquina absoluta. No sé si serán tan valientes. Recuerdo que en los años 90 lo consideraban literatura basura y ahora valoramos por lo bien que trabaja cada palabra. Apreciamos más su escritura. No perdamos la esperanza de que finalmente le concedan el premio Nobel.

«A los 17 años pasé mucho miedo leyendo “It”»

Además de premios y publicación de libros, la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror organiza el congreso Hispacon.

—Es mi cuarto año como presidenta, una experiencia muy buena pero con muchísimo trabajo. El último Hispacon (Congreso Nacional de Fantasía y Ciencia Ficción) fue en Ferrol y presencial tras dos ediciones online por la pandemia. La asociación tiene 30 años, el Hispacon cumple 40 ediciones, aunque ya se inició en 1969. De esa cita en Ferrol salieron todos muy contentos (ponentes, autoridades) y logramos una buena asistencia.

—¿Qué autores hay en su biblioteca electrónica con viejas joyas del género fantástico español?

—El considerado padre de la ciencia ficción española, Domingo Santos, por ejemplo. Me sorprendió ver que Ramón y Cajal escribía ciencia ficción, y tenemos una antología dedicada a un relato de Emilia Pardo Bazán. De Galicia recomendamos mucho a Nieves Delgado, nacida en Ferrol pero residente en A Coruña, que escribe sobre todo de inteligencia artificial. Creo que si fuera inglesa se forraría. Hay muchos autores españoles, tanto vivos como muertos, que han producido género fantástico más allá de alguien tan conocido como Bécquer. En el club de lectura de la biblioteca de Narón estamos leyendo ahora cuentos que suman humor y horror, se trata de un terror muy sutil. Relatos muy cortitos de humor elegante, que personalmente he disfrutado mucho, escritos por Saki (Hector Hugh Munro).

—¿Alguno de los libros de terror fue un flechazo en su vida?

—Pasé muchísimo miedo con 17 años leyendo It de Stephen King un verano en Doniños. Estaba de vacaciones en casa de mis abuelos, y de noche bajaba con la pandilla a la fuente del Quijote. Regresaba a casa sola por un camino sin iluminación, me moría de miedo pero aquello me daba adrenalina. Stephen King es un maestro absoluto en el arte de descubrir y hacer aflorar lo intangible. También me atrapó absolutamente El señor de los anillos, que leí con diez años.