
Miembro fundador de The Byrds participó en algunas de las melodías más célebres de la historia de la música pop
20 ene 2023 . Actualizado a las 23:05 h.Si el momento en el que los Beatles conocieron a Bob Dylan supuso un punto de inflexión definitivo en la música popular del siglo XX, cuando The Byrds lograron la síntesis de ambos universos con Mr. Tamburine Man (1965) se marcó sin duda otro. Ahí, trenzando folk y pop con unas armonías vocales gloriosas, se encontraba David Crosby (Los Ángeles, 1941 -2023), el músico que falleció el jueves a los 81 años. En los primeros sesenta pululaba por el circuito folk de Los Ángeles haciendo precisamente versiones de las piezas de Lennon y McCartney. Junto a Roger McGuinn, Gene Clark y Chris Hillman fundó la banda que crearía las plantillas maestras de las que tirarían posteriormente miles de grupos.
Aunque inicialmente en The Byrds mandaban las adaptaciones de Dylan y las composiciones de Gene Clark, poco a poco Crosby empezó a tomar protagonismo a partir de Fifth Dimension (1966), uno de los álbumes fundamentales de la psicodelia. Tras la grabación de The Notorious Byrd Brothers (1968), otra joya, fue expulsado. Eran días de excesos y la angelical armonía melódica de sus grabaciones escondía una tensión constante con McGuinn, que hacía la convivencia insostenible.
No importaba, en el bohemio Laurel Canyon en donde vivían todos la música brotaba en cada esquina. Tras grabarle un disco a una debutante Joni Mitchell, se unió a Stephen Stills, de Buffalo Springfield, y Graham Nash, de The Hollies. Formaron el supergrupo Crosby, Stills & Nash, al que se incorporaría luego Neil Young. De nuevo, escribiendo la grandeza. Crosby, Stills & Nash (1969), grabado por el trío, y Déjà Vu (1970), por el cuarteto, son dos obras maestras absolutas. Su pase en Woodstock, una de esas actuaciones eternas inmortalizadas en el filme. Pero ahí también existían tiranteces, especialmente con Stills. Las recordaba en un emotivo mensaje sobre su compañero antes de rendirse a su talento: «Era un gigante de la música y su sensibilidad armónica era genial».
Lo demostró también en solitario. Debutó con If I Could Only Remember My Name (1971), otro de esos extraordinarios discos de los setenta hechos por exintegrantes de grupos legendarios eclipsados por su pasado. Tiene todo lo que le caracteriza —las melodías magistrales, la sencillez folk, la pegada pop—, pero además despliega una oscura espiritualidad que, por momentos, estremece. Acababa de morir su novia, Christine Hinton, en un accidente y él se había abrazado a la heroína. La adicción le haría perder el rumbo en una vida errática con accidentes, un paso por la cárcel en los ochenta, el diagnóstico de hepatitis C y hasta un trasplante de hígado en 1994 (costeado por su amigo Phil Collins).
En todo ese tiempo, la música siguió sonando, aunque sin lograr las cuotas de la época dorada. El directo David Crosby & The Lighthouse Band Live at the Capitol Theatre (2022) figura como la última muestra de su discografía.