Medio centenar de bandas y miles de «folkies» se hacen con la villa
10 jul 2023 . Actualizado a las 13:13 h.Del escenario de la Alameda llegaban los acordes de SonDeSeu, la orquesta folk de Galicia que abrió en la noche del domingo el Festival de Ortigueira, y en la plaza de Isabel II, la Escola de Gaitas —la fundadora del Mundo Celta, en 1978, con Xavier Garrote al frente— inauguraba esta edición. El gran encuentro del folk europeo cumple 45 años, aunque en realidad este sería el trigésimo octavo (la primera etapa se cerró en 1987 y no resurgió hasta 1995).
En una tarde soleada y calurosa echó a andar una semana de «música, fraternidad y amor», como la define Dani, productor madrileño atrapado por «la actitud de la gente» desde que aterrizó, el sábado, y dispuesto a quedarse hasta el final. Sus amigos Sara, cantante, y Darío, bajista, regresarán a la capital el miércoles, muy a su pesar: «Nos interesa la música celta, pero el paisaje y la zona de acampada [en el pinar, junto a la playa de Morouzos] es espectacular, nada que ver con otras».
«Temos todo a punto para facer o mellor desta edición, pero o que está a punto, sobre todo, porque estou a sentilo desde aquí, é iso que Ortigueira ten na súa raíz e no seu ADN: unha enerxía única», remarcó el alcalde, Valentín Calvín, en su estreno como anfitrión de este encuentro, declarado de Interés Turístico Internacional.
SonDeSeu dio paso anoche a Talisk, uno de los grupos folk más populares de Escocia, que repite por segundo año consecutivo. Este lunes sonarán las gaitas de la banda de Ladrido y la charanga Alxibeira, y por la noche, los aragoneses Muro Kuartet y los asturianos Alienda y Guieldu, los tres finalistas del Runas, el certamen de bandas noveles. El motor musical arrancará paulatinamente, en el escenario central y en las calles, con medio centenar de grupos y bandas de gaitas. La otra alma del Mundo Celta, los folkies, ya llevan días de peregrinación. «Desde el miércoles ya lo notamos», apunta Raquel Bellas, encargada del supermercado Claudio, en la encrucijada entre el acceso a la playa y la entrada al pueblo. Estos días vende, sobre todo, cerveza, hielo y agua, bollería industrial, aperitivos salados y comida vegana —«de un bote de humus al mes paso a diez cajas en una semana», dice.
Mafalda viajó desde Oporto con su novio vigués y sus amigos brasileños. Vive el debut con ansia, como la clientela del Caracas, donde el festival se alarga hasta la madrugada, día tras día, este año, y ya es el tercero, con Brais y la cerveza coruñesa Alé Alé.