Séptima entrega de la saga «Millennium»: Lisbeth Salander regresa empática

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Smirnoff (Umeå, 1964), autora de la nueva entrega de «Millennium», debutó en la escritura en el 2018.
Smirnoff (Umeå, 1964), autora de la nueva entrega de «Millennium», debutó en la escritura en el 2018. Thron Ullberg

«Las garras del águila» llega este miércoles a las librerías de la mano de la escritora sueca Karin Smirnoff, encargada de la tercera trilogía

30 ago 2023 . Actualizado a las 11:26 h.

Más de cien millones de libros vendidos después, ¿qué hacer con Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander? Sencillo: continuar con este filón inagotable. Quizá realizar algún retoque que evite que la aventura se desvirtúe y aleje de lo que fue en sus inicios. Sí, aquellos años en que Stieg Larsson (Västerbotten, 1954-Estocolmo, 2004) dedicaba desinteresada y arriesgadamente su vida al periodismo de investigación para desenmascarar en las páginas de la revista Expo los abusos de los poderosos, el nuevo florecimiento de la ultraderecha en Suecia —y los vestigios del pasado nazi—, la corrupción política y, un asunto en la raíz de su proyecto novelesco, el auge de la violencia sobre las mujeres.

Quizá por ello cobra sentido la contratación de la escritora sueca Karin Smirnoff (Umeå, 1964), una desconocida que debutó en la novela hace apenas cinco años. La editorial Norstedts y los herederos del autor —Erland y Joakim Larsson, padre y hermano, respectivamente— vieron paralelismo entre su protagonista de ficción, la joven artista Jana Kippo, y Salander. A lo mejor podría humanizar a la jáquer, enfrentarla a su soledad, a sus inseguridades, reconducirla del rol de implacable superheroína de cómic que jugaba en la trilogía anterior (debida a David Lagercrantz). También valoraron la preocupación de Smirnoff por los problemas de la clase trabajadora y el sometimiento de las mujeres en una sociedad heteropatriarcal, y su espíritu norteño —nació en el condado de Västerbotten, como Larsson.

Aunque se ocupaba de dirigir una fábrica de piezas de madera —cuando se estrenó en la literatura a los 54 años— en el pequeño pueblo donde vive, Smirnoff tiene experiencia profesional en la prensa escrita. Recuperar el pulso periodístico de la narración que caracterizaba las tres primeras novelas de la saga era igualmente un objetivo.

El resultado es Las garras del águila (Destino), una obra de cerca de seiscientas páginas cuyo subtítulo —Una novela de Lisbeth Salander— no puede ser más significativo en cuanto al giro que se pretende imprimir a Millennium. Y es que la visión femenina del relato está entre las aportaciones que procura esta tercera trilogía que ahora comienza. Si se va a hablar de violencia sobre la mujer, que sea una mujer quien lo haga, más si esta ha sufrido situaciones de acoso, como ha confesado la propia Smirnoff. Eso sí, después de advertir que no se trata de un hecho extraordinario, sino de una violencia estructural, incluso socialmente implantada, y que es una lacra que cuesta mucho erradicar por hallarse con frecuencia su epicentro en la intimidad familiar, espacio este difícil de penetrar.

Lisbeth se convierte en una mujer más empática en Las garras del águila. Y lo hace acuciada por la realidad, a la fuerza, tras conocer a una adolescente de 13 años que es de la poca familia que le queda y que necesita urgentemente su ayuda. Svala Hirak, hija de su hermanastro Roland Niedermann (ya muerto), es su sobrina. Svala heredó algunas de las peculiaridades genéticas que hacen de Lisbeth un ser único, con una inteligencia brillante, capacidad de percepción asombrosa, resistencia al dolor, y mente rápida y matemática; pero también una criatura asocial. El encuentro obligado hace que surja entre ellas una íntima unión y provoca que asome una Lisbeth Salander desconocida, pendiente de los demás y que se ve a sí misma desamparada. Ya no es una niña, frisa los 40 años y reflexiona sobre su vida emocionalmente pobre.

Pero no solo madurará ella. Mikael Blomkvist, que dejó atrás la cincuentena, no se halla ante un balance más eufórico. Se disuelve ese retrato del temerario reportero, una estrella en la capital, Estocolmo: un impenitente mujeriego que se niega a sentar la cabeza y que busca sosiego temporal en brazos de su amante casada, Erika Berger, a su vez directora de Millennium. Hasta la propia Erika no le coge el teléfono. Le reprocha haberse convertido en un «carca cabezota». Entre otras cosas, porque rechaza reciclarse como periodista de pódcast ahora que la revista ya no se edita en papel.

Blomkvist parece reblandecido. No encuentra su sitio, se ve perdido. Su hija, Pernilla, se casa. Y acude a la boda a un pueblo de mala muerte en la montaña, Gasskas. Intenta reconstruir una relación inexistente. Lukas, su nieto, lo conquista como abuelo. ¿Otro síntoma de jubilación o quiere recuperar a través de él el tiempo perdido?

Pese a que hay algo (mucho) que no le gusta de su yerno, Henry Salo, un político cínico al frente de la Administración municipal, Blomkvist se derrumba ante él y llora como un niño tras varios whiskis y una sesión de sauna. No es más que un periodista, solo sabe buscar noticias, y ya no tiene ni redacción que lo respalde. Se asume viejo y solo, no ha sabido cultivar las relaciones, descuidó su familia. La imagen audaz de Blomkvist se resquebraja.

Mafia y corrupción en el negocio de la energía verde

El azar —y no solo eso— lleva a Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander a coincidir en Gasskas, un pueblo (ficticio) que, con sus 3,4 habitantes por kilómetro cuadrado, debería ser un auténtico remanso de paz y naturaleza en la región de Norrlands. Pero la promoción de un macroparque eólico, la nueva minería, el petróleo... convierten el lugar en una oportunidad de negocio multimillonario. Y el dinero llama a las mafias y hace que aflore la corrupción, mientras los políticos locales ensalzan las bondades de la energía verde. Un personaje emerge como antagonista, el malvado supremo, el enigmático Marcus Branco, un sádico empresario que quiere hacerse con las tierras y la totalidad de la concesión de aerogeneradores. La presión sobre el Ayuntamiento crece y los maletines y las amenazas se imponen. Blomkvist verá cómo el crimen afecta a su familia. También Salander. Su sentido de la justicia y su instinto de protección de los suyos los empujan a enfrentarse a los gánsteres surgidos al calor de la fiebre verde, una jauría de compañías extractoras cuya rapacidad, precisamente, Karin Smirnoff ha denunciado que asola el norte de Suecia con sus prácticas destructivas para el medio ambiente (y que está en la base de esta tercera trilogía). Stieg Larsson, que no llegó a ver la publicación de sus tres novelas —apenas había iniciado la cuarta— ni a imaginar su éxito planetario, tenía planificado escribir diez entregas de la serie Millennium.