Autorretrato de John Le Carré, a través de sus cartas personales

CULTURA

Le Carré, con su segunda mujer, Valérie Jane Eustace, madre de Nick Cornwell, trabajando en «El topo», en su despacho en 1974.
Le Carré, con su segunda mujer, Valérie Jane Eustace, madre de Nick Cornwell, trabajando en «El topo», en su despacho en 1974.

El libro «Un espía privado» desvela una parte de la correspondencia con sus amantes

19 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Odio el teléfono. No sé escribir a máquina, ejerzo mi oficio a mano», escribía John Le Carré (cuyo nombre real era David Cornwell) a su editor en 1996. Autor de 25 novelas, considerado el gran maestro de la literatura de espías, era también un prolífico y concienzudo escritor de cartas. «El último gran escritor de cartas del siglo XXI», como le llamó el escritor y periodista Luke Harding. Uno de sus hijos, el periodista Tim Cornwell, ya fallecido, hizo una selección de su vasta producción, cuyo resultado es Un espía privado (Planeta). «Por primera vez muchas personas tendrán ocasión de conocer a David Cornwell, que cuidaba mucho su intimidad, mientras John Le Carré era bien conocido. Este libro es un repaso de una vida increíble, se acerca mucho a un autorretrato muy preciso», asegura a La Voz su hijo Nick. El estreno mañana del documental Volar en círculos» (Apple TV) sirve para completar (hasta donde es posible) el retrato íntimo de un genio escurridizo. «Era un escritor de cartas maravilloso, veía la carta como una obra de arte en sí misma, que tiene que ser autónoma con su identidad propia», afirma Nick Cornwell.

Hijo de un padre estafador y maltratador («un monstruo», según Nick) y de una madre que lo abandonó cuando tenía cinco años, la obra abarca siete décadas al incluir misivas desde que Le Carré tenía 13 años hasta poco antes de su muerte, el 12 de diciembre del 2020.

Vida amorosa desarreglada

La obra, según escribe Tim Cornwell en el prólogo, pretende dar a conocer «la voz más privada de un hombre a quien casi todo el mundo incluye entre los mejores novelistas de posguerra», pero admite que hay una «omisión evidente en la recopilación: solo incluye un puñado de las cartas a su amantes, que no escasearon en su vida». El propio Le Carré la llamaba su «desarreglada vida amorosa», que él siempre trató de ocultar. Adam Sisman acaba de publicar un libro en el que cuenta sus infidelidades, The secret life of John Le Carré. La escritora Suleika Dawson detalló en sus recientes memorias su apasionada relación con el autor de El espía que surgió del frío, del que dice que en la cama era un semental.

Entre los destinatarios de sus cartas están escritores como Graham Greene, Ian McEwan, William Burroughs o Banville, directores de cine como Sydney Pollack o John Boorman, actores como Alec Guinness, Stephen Fry, Hugh Laurie o Pierce Brosnan e incluso agentes secretos contra los que luchó durante la Guerra Fría.

Compromiso político

Le Carré fue evolucionando políticamente y se convirtió en un defensor de los derechos humanos y un luchador contra el abuso del poder económico y político. Su relación con Gran Bretaña fue cada vez más conflictiva, no aceptaba los premios que le otorgaban en su país y renunció a la ciudadanía británica tras el referendo sobre el brexit («un acto de suicidio económico montado por charlatanes») para hacerse irlandés. «Estamos hechos pedazos y profundamente avergonzados», le escribió a un abogado y activista de los derechos humanos alemán en el 2016 tras la salida de la UE. «Odio el brexit, odio a Trump, me temo que se produzca en toda partes un auge del fascismo blanco y me tomo la amenaza verdaderamente muy en serio», confesó a un periodista y novelista alemán.

¿Era Le Carré un hombre de izquierdas? «Se podría decir que se fue más hacia las izquierdas y eso se palpa en sus escritos, aunque sería más preciso afirmar que lo que siempre le interesó y le preocupó fue la cuestión humana, la compasión, para él era lo fundamental, lo individual era lo que más pesaba, y le aterrorizaba la amenaza fascista», señala Nick Cornwell.

Polémica con Greene

Era amigo de Graham Greene pero tuvo una sonada polémica con el autor de El factor humano. Le admiraba como novelista, pero algunos de sus libros no le gustaban y, sobre todo, sus ideas políticas. «En general, los novelistas son bastante tontos como políticos, pero Greene destaca en ese aspecto», escribe. Pero el gran choque fue a cuenta del espía soviético Kim Philby, infiltrado en los servicios de inteligencia británicos. «Greene le seguía considerando un amigo, pese a lo que había hecho y decía que entre amigos las cuestiones políticas se pueden pasar por alto, mi padre respondió que los muertos [que provocó con su espionaje] no se podían pasar por alto».

Nick Cornwell destaca entre todas las cartas las notas que dirigió a su mujer, Jane. «Son devastadoras, las llevaba en el bolso mientras estaba en el hospital y expresaban el amor, la vida y la muerte en solo veinte palabras», asegura a La Voz.