El renacimiento del «tango griego»

Ricard G. Samaranch ATENAS

CULTURA

Dorita Chorafa en plena actuación en una taberna del centro de Atenas.
Dorita Chorafa en plena actuación en una taberna del centro de Atenas. Ricard G. Samaranch

El «rebético», ritmo mestizo de finales del XIX, vuelve a sonar con fuerza

24 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En algunos países, el turismo de masas ha representado una tabla de salvación para los artistas especializados en la música tradicional. En Lisboa, los pocos locales con conciertos diarios de fado están llenos de extranjeros, y algo parecido sucede con los de tango en Buenos Aires. Las nuevas generaciones prefieren el pop internacional de Taylor Swift o Beyoncé a las melodías tradicionales, que consideran pasadas de moda por asociarlas con sus abuelos. Sin embargo, no sucede lo mismo en Grecia con el rebético, una música popular que tiene puntos en común con el tango, y que sí experimenta un renacimiento.

«A los jóvenes ahora les encanta el rebético. Es una música que habían oído de pequeños y les es muy familiar. Es un sonido vibrante, y los fines de semana muchos jóvenes lo escuchan y bailan en los bares», cuenta Dorita Chorafa, una joven artista que actúa varias veces por semana tocando la guitarra y cantando rebético en restaurantes y bares de Atenas.

Este género nació aproximadamente entre finales del siglo XIX y principios del XX en los arrabales de las grandes ciudades griegas, siendo su epicentro el puerto de Atenas, El Pireo. Y no fue por casualidad, ya que es un ritmo mestizo y en la era previa a la aviación comercial no había nada más cosmopolita que un puerto. «El rebético nace como una mezcla de sonidos de lugares diferentes: la música turca y oriental, la balcánica, y la occidental», explica Chorafa.

En esta fusión desempeñaron un papel clave el millón y medio de refugiados griegos que fueron expulsados de la península de Anatolia después de la Primera Guerra Mundial, en la que se enfrentaron los ejércitos griego y de la incipiente Turquía de Kamal Ataturk.

«Estos griegos llevaban más de 2.000 años viviendo en Asia Menor y estaban muy integrados en la cultura otomana, también en su música. Hablaban turco y eran cristianos, muy religiosos», recuerda Stelios, un informático de 38 años cuyo abuelo fue uno de esos refugiados. Por eso, al principio se tocaba sobre todo con instrumentos orientales, como el laúd o el sanduri. No fue hasta entrado el siglo XX que se empezó a utilizar el buzuki, un instrumento de cuerda tradicional griego.

Como pasó con el tango, el rebético estaba asociado a las clases marginales. Y es que el proceso de integración de los refugiados griegos no fue fácil, pues llegaban a un Estado en ruinas y en bancarrota después de más de una década de guerra. «Los temas principales de las canciones eran sobre la migración, el amor y el desamor, claro, pero también muchas estaban dedicadas a las drogas, sobre todo al hachís, que se consumía mucho en los bajos fondos», comenta Chorada con pasión, mientras fuma un cigarrillo.

Canciones prohibidas

Por esta mala fama, Metaxas, un dictador filofascista que asumió el poder en Grecia en los años treinta del siglo pasado, llegó a prohibir muchas de sus canciones. No obstante, el rebético no desapareció, continuó vivo en los patios de los barrios atenienses, así como también entre la numerosa diáspora griega en EE.UU., especialmente en Nueva York. Ello le permitió un renacimiento después de la Segunda Guerra Mundial, en los años cincuenta y sesenta. Este es el período de su máximo apogeo, cuando aparecen los cantantes más reputados que ha dado el rebético, como Vassilis Tsitsanis o Markos Vanvakaris. En este período, sus letras han abandonado su componente más gamberro, ha perdido parte de su toque oriental y se ha vuelto más mainstream.

Es medianoche en un bar de Atenas y un grupo de jóvenes entusiastas se levanta, estiran los brazos, chasquean los dedos, y se mueven rítmicamente en una danza que recuerda al sirtakis que se marcaba Anthony Quinn en el filme Zorba el griego. La escena se repite en otos locales con gente de todas las edades. Eso sí, entre los puntos en común entre el rebético y el tango no se halla la sensualidad del baile. En eso, el tango tiene pocos competidores.