Triángulo de Amor Bizarro: «Para nosotros es una victoria que el público "mainstream" nos siga rechazando 20 años después»

Javier Becerra
JAVIER BECERRA REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Rafa Mallo, Isa Cea y Rodrigo Caamaño, integrantes de Triángulo de Amor Bizarro, con las cartas de tarot hechas para la gira especial de su 20.º aniversario.
Rafa Mallo, Isa Cea y Rodrigo Caamaño, integrantes de Triángulo de Amor Bizarro, con las cartas de tarot hechas para la gira especial de su 20.º aniversario. MARCOS CREO

El grupo celebran dos décadas de vida en una gira sin parangón, donde el repertorio se elige con una baraja de cartas de tarot

03 nov 2024 . Actualizado a las 18:11 h.

Comenta Rodrigo Caamaño, voz y guitarra de Triángulo de Amor Bizarro, que acaba de terminar Incomprendidos. The Jesus & Mary Chain (Contra). Se trata del libro escrito como una historia oral por los hermanos William y Jim Reid sobre su grupo. «Me encantó y me sentí muy identificado con muchas cosas», dice. Tiene sentido. A escala local, el estruendo que generó su grupo cuando irrumpió en la escena coruñesa en el 2004 pudo equipararse a lo que provocó el chirriante Psychocandy (1985) de The Jesus & Mary Chain en el Reino Unido. «Un terremoto de amor y odio que dura hasta hoy», escribieron Caamaño, Isabel Cea (bajista y voz) y Rafa Mallo (batería) en XXAños del triángulo. Manuel de uso, el libreto que entregan a cada uno de los compradores de una entrada de los conciertos especiales que están dando. Certifican que, en efecto, llevan dos décadas afilando los nervios de su audiencia.

Para celebrarlo, los de Boiro se han embarcado en una gira totalmente insólita. Al principio de cada concierto se elige una carta de la baraja diseñada por Wences Lamas que se basa en la discografía del grupo. Se toca el disco que salga. Nadie lo sabe hasta que se ve el naipe. Una vez determinado, el álbum desfila entero en el mismo orden que se editó. Al terminar, se extrae otra carta y se procede a lo mismo con otro título de los seis elepés del grupo: Triángulo de Amor Bizaro (2007), Año Santo (2010), Victoria mística (2013), Salve discordia (2016), Triángulo de amor bizarro (2020) y Sed (2023).

«Tenemos, en cuanto a tamaño, un repertorio nivel orquesta, pero de lo nuestro», se ríe Caamaño. Admite que, durante la preparación de estos recitales, tuvieron que situar muchas canciones. «Hay dos temas del primer disco que me confundo uno con otro», dice Mallo, el batería que certifica que hay canciones que se van a tocar por primera vez en directo. Otras por segunda o tercera, como mucho. Es el caso de Valle de los caídos, del disco Año santo. O varias de sus dos últimos trabajos. «Al tener un repertorio tan grande y depender de los temas más conocidos no puedes tocar enteros esos discos casi nunca», lamenta el cantante.

En Galicia ya han ofrecido un recital con ese formato dependiente del azar. Fue en Vigo, el pasado 19 de octubre. «Salieron Victoria mística y Salve discordia», recuerda Mallo. Tal como explican en el libreto de instrucciones, en Madrid, Andalucía y Galicia, al haber tres recitales, los que se elijan en uno ya no entran en la baraja de la siguiente cita. «La idea es que quien lo desee pueda escuchar los discos yendo a los tres conciertos», explica Caamaño. El 8 de noviembre estarán en Santiago (Capitol) y el 20 de diciembre en A Coruña (Garufa Club).

El ejercicio de revisión supone también el reencuentro con el espíritu original de las canciones. «En cierto sentido mola, porque te conectas con el momento en el que las estábamos haciendo», comenta Caamaño. «Hay algunas que han tomado una nueva vida, como El culto al cargo, que ahora tiene un desarrollo muy diferente», añade Mallo. Pero, sobre todo, hay una vuelta al global al repertorio que les llena de orgullo. Lo resume el cantante: «No es un sonido que se haya asimilado y que ahora sea dócil. Es algo que siempre hemos intentado. No quisimos nunca hacer un disco canónico. Lo nuestro era muy personal. Tenemos canciones que pueden ser heavys, pero no son heavy canónico. Y desde luego no es indie canónico, porque eso sería el final para nosotros».

Esa mentalidad ha reducido su alcance potencial. Aunque Caamaño lo ve desde otro punto de vista: «Para mí eso es un triunfo, no una derrota. Seguir provocando esas sensaciones es muy bueno. Nosotros llegamos y queríamos reventar un mundo que odiábamos. Es una victoria que el público mainstream nos siga rechazando 20 años después. No tengo nada contra él, pero tienen muchísimas otras cosas para escuchar. Nosotros vamos por otro camino». Pero, además de ello, se encuentra el mundo del rock más ortodoxo. Los sigue viendo como un fraude, una maraña de ruido sin más y algo en las antípodas de lo que consideran música de calidad. «Hay una mirada muy limitada a veces —reflexiona Caamaño— Yo creo que muchos de los que dicen eso, si estuvieran el día que aparecieron los Ramones, serían de los que lo hubieran odiado. Antes me podía afectar, ahora paso de todo eso. No sé, quédate en tu mundo y no salgas de ahí, amigo. Así es la vida».

Aquel desprecio con el que se encontraron al asomar la cabeza se convirtió en combustible, trazando una trayectoria totalmente referencial en el indie-rock español. Desde esos 20 años de vida, se les pide ejemplos de una buena evolución de los que un día fueron su influencia. Y, además de My Bloody Valentine o Nick Cave, vuelven a surgir en la conversación The Jesus & Mary Chain. «Los vi en A Coruña en el Noroeste y me parecieron increíbles. Los vimos también en Barcelona en el Primavera Sound y flipamos», dice Mallo. «Están en su mejor momento en directo», añade Caamaño. Así se ven ellos, cuando cumplan 40 años. Regando con ruido el amor y el odio de quienes los contemplen.