Tirando a frío polar...

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

DISNEY

19 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Si la lectura se hace en clave gallega, el frío polar de los Goya llega desde Fisterra hasta A Canda. Lucía Veiga recibe una muy merecida nominación por su papel en Soy Nevenka, y Luis Tosar se anota su candidatura no-sé-cuántas por La infiltrada, ambas dirigidas por mujeres. Es verdad que a Iciar Bollain la dejaron en la cuneta por la primera película (solo la mención en guion adaptado junto a Isa Campo), mientras que a Arantxa Echevarría le reconocieron película, dirección y guion por la segunda.

Suman los productores Chelo Loureiro y Carlos Amoedo, pero da lo mismo, porque los Goya no contribuirán a acercar al público natural del cine español a las salas. Algunas de las películas nominadas hace ya la tira que se cayeron de pantalla —si tuvieron suerte y llegaron a ella—, y los exhibidores pasarán de reponerlas excepto en casos puntuales. No se olvide que una butaca tiene su previsión económica anual en la cuenta de resultados de las salas, y, al final, un título con Goya les resulta muy poco o nada atractivo. Otra cosa son los Óscar... Y aun así. Quienes acaban sacando tajada son las plataformas a las que acude el público con curiosidad por saber de tal o cual filme reconocido con cabezones... No es que uno se haya levantado hoy con el pie izquierdo, ni mucho menos. Ocurre que sigo sin entender cómo una película aspira a premio, pero no así su autor, y viceversa.

Almodóvar y sus actrices pelearán por los reconocimientos al mejor director, las protagonistas y el guion adaptado, pero la notable La habitación de al lado nunca será la película ganadora. Una pensadita por parte de los académicos vendría bien para corregir estas cosas, e incluso reconsiderar las fechas y hacerlo de modo que los premios gordos y la pedrea lleguen cuando buena parte de las obras aspirantes están en cartel o se disponen a estarlo.

La tropa comandada por Fernando Méndez-Leite haría bien en sentarse y hablar. La descentralización y el montante de dinero público que se pulen en la velada no logran superar las habituales taras de la gala (larga duración, chorreo de dedicatorias que solo importan a los interesados...). Goyas sí, pero de otra manera también. Se está a tiempo.