El viaje de Bad Bunny a sus raíces de Puerto Rico se convierte en el disco del momento
CULTURA
«Debí tirar más fotos», su nuevo álbum, deslumbra a la crítica por su mezcla caleidoscópica y vuelve a poner en al cantante en el foco
15 ene 2025 . Actualizado a las 08:57 h.«Esto es PR, mami. Aquí nací yo y el reguetón, pa' que sepa». Lo canta Bad Bunny en su nuevo disco, Debí tirar más fotos. En él honra a Puerto Rico y los sonidos que se han escuchado durante décadas en una isla en permanente viaje de ida y vuelta con Estados Unidos. Convertido en una figura global, el cantante florece este enero como el personaje del momento. Si el pasado lunes protagonizaba una actuación en el metro de Nueva York junto al presentador Jimmy Fallon, ayer las estadísticas de Spotify hablaban por sí solas: del top 10 de canciones mundial de la plataforma, cinco eran de este álbum.
Benito Martínez Ocasio —su nombre real— se reivindica como un artista total que, dentro de ese cajón de sastre llamado músicas urbanas, explota en mil direcciones, dejando añicos de estilos esparcidos por el suelo. Empezando con un homenaje a El Gran Combo de Puerto Rico y su Un verano en Nueva York, pronto Bad Bunny da un salto en el tiempo y lo encarrila en un frenético ritmo de dembow que lo conecta con su mítico Titi me preguntó. El Bronx, la prima que se visita, las drogas (las viejas y nuevas, como el tusi), Willie Colon y los Yankees se pasean en una pieza que supone una puerta abierta a un universo musical fragmentado, casi caleidoscópico y siempre sorprendente. En él se plasma un tratado de pop electrónico cortado por el reguetón y con visitas a géneros añejos, como la bomba, la salsa y el bolero, en una declarada intención de mirar a las raíces. En el viaje se acompaña de Chuwi, Dei V, Omar Courtz, Pleneros de la Cresta y RaiNao, todos puertorriqueños.
Y, aunque arranque en modo de fiesta total, el disco destapa un aroma de fina melancolía nocturna con sintetizadores llorosos («¿qué estará haciendo mi ex?», pregunta) exquisitamente resueltos. Encuentra su contraparte analógica en Turista, un bolero que desnuda a un poeta con el corazón abierto: «En mi vida fuiste turista / tú solo viste lo mejor de mí y no lo que yo sufría». Más adelante, aparece la otra cara de la moneda, con la explosiva Café con ron o ese reguetón vieja escuela de Eoo, que evoca a la fuerza del clásico Gasolina . El viaje —rico, excitante, fresco— concluye con La mudanza, un homenaje salsero a su familia. «Un aplauso a mami y papi porque en verdad rompieron», pide en ella.