Carlos Fernández de Vigo, director de «Cafuné»: «Es un honor haber ganado, pero no cambio las cuatro nominaciones por un Goya»

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Los directores gallegos Lorena Ares y Carlos Fernández de Vigo, creadores del corto de animación «Cafuné», premiado este año con un Goya.
Los directores gallegos Lorena Ares y Carlos Fernández de Vigo, creadores del corto de animación «Cafuné», premiado este año con un Goya. Álex Cámara | EUROPA PRESS

El vigués se siente orgulloso de haber sido propuesto tantas veces por la Academia. «Representa el reconocimiento a una carrera, tanto del estudio, como de todo el equipo»

10 feb 2025 . Actualizado a las 14:42 h.

Como equipo artístico, los creadores gallegos Lorena Ares (Vigo., 1978) y Carlos Fernández de Vigo (Vigo, 1973) han estado nominados al Goya en cuatro ocasiones: por Memorias de un hombre en pijama, por Hanna y los monstruos, por Amanece la noche más larga y por Cafuné, que el sábado se hizo con el premio a mejor corto de animación. Todavía en Granada, el director derrocha al teléfono tanta felicidad como emoción. Enuncia un tópico: «Ya habíamos ganado estando nominados». Y enseguida lo desarrolla con todo el sentido del mundo: «Es un honor haber conseguido el Goya, pero no cambio las cuatro nominaciones por él, porque representan el reconocimiento a una carrera, tanto del estudio, como del equipo».

—Llevan 15 años fuera de Galicia.

—Sí, pero hace año y pico que estamos intentado trazar una estrategia para abrir un estudio ahí. Llevamos ocho años desarrollando tecnología de inteligencia artificial y tenemos un laboratorio en el que trabajan una docena de científicos. Estamos convencidos de que la IA va a darle un enorme valor a la animación y queremos trasladar esta visión tecnológico-artista a Galicia. Creemos que, en el cambio que se está produciendo, que es profundísimo, la visión humanista de la aplicación de la inteligencia artificial es clave. Y lo es para que la transformación sea en pro de la persona, para que se empodere el trabajo de los seres humanos.

—¿Hay IA en «Cafuné»?

—No, aquí no se usó, todo es hecho a mano por artistas. Tardamos tres años en hacerlo, en hacer una pieza de siete minutos. Pero creo que dimos con la fórmula, porque se pasan volando, y es muy bonita esa sensación de que un corto se haga corto y, a la vez, sea muy completo.

—Está basado en un cómic de Chechu Ramírez.

—Un cómic muy bonito, de cuatro páginas, que tenía una serie de mensajes que nos gustaron mucho. Nos pareció importante contar esta historia.

—¿Cuáles eran esos mensajes?

—El primero, la reflexión sobre la situación de las migraciones forzadas desde una perspectiva personal, lo que nos permitió darle una visión esperanzadora. No queríamos quedarnos solo con la tragedia, que no lo es todo. Y, luego, que era una historia que permitía ser desarrollada sin politizarla. No queríamos que lo que nosotros pudiésemos pensar al respecto eclipsase el mensaje de cuidado y generosidad.

—¿Qué significa el título?

—El título original del cómic era Y el mar recordó sus nombres, que salió de un verso de Lorca. Ese título nos inspiró mucho para la secuencia del hundimiento de la patera, para esa vista terrible de los cuerpos ingrávidos que se van poco a poco oscureciendo hasta igualarse, en color, con el fondo del mar. Pero como queríamos llevar la historia a ese desenlace más esperanzador, para que resultase inspirador, esa frase nos mantenía en una cierta oscuridad, y entonces dimos con la palabra portuguesa cafuné, que significa acariciar el pelo de alguien a quien quieres mientras está dormido. Ya solo que el ser humano haya creado una palabra que signifique eso tiene muchísimo simbolismo. Implica afecto entre dos personas, generosidad, cuidado. Y supone poder crear términos que representen acciones complejas. Automáticamente, nos sugirió la secuencia que desencadena el cierre, en el que la niña que está superando el trauma, resultado de ese viaje tan trágico, se entrega a que la cuiden. La entrega es, sin embargo, mutua, porque la persona que la cuida se da también a ella en ese acto de ternura de hacer cafuné.

«"Cafuné" ya forma parte de la historia del cine de España»

—¿Cuáles fueron los mayores retos de este corto?

—En animación todo es un reto permanentemente. En primer lugar, mantener el cortometraje lo más apartado posible de cualquier indicio de opinión política fue un desafío grande desde la perspectiva de dirección y producción; en segundo, debíamos representar de verdad el tema de las migraciones. Nos preocupaba estar tergiversando o entrar en una sobreexposición de la tragedia. Es un equilibrio que no es fácil. Y luego estaba el reto artístico-técnico. Esta fue la dirección de arte más difícil a la que me he enfrentado. No queríamos que el acabado fuera feísta, pero tampoco cartoon, como si fuera una peli de Disney; queríamos que fuera una película que alguien que habitualmente no ve animación pudiese ver sintiendo que hay algo en la textura, en el trazo y en el diseño que remite a la seriedad. Que parezca un puntito documental, pero que en todo momento sea una ficción. Y que no represente la vida de un individuo, sino una tragedia que afecta a muchísimas personas.

—¿De qué se siente más orgulloso?

—Del equipo, sin lugar a dudas. Llevamos muchos años trabajando juntos y los que se van sumando entran entendiendo que, al final, todas estas historias terminan formando parte de un legado que va más allá del trabajo individual o del trabajo de la productora. Cafuné ya forma parte de la historia del cine de España; siempre va a ser uno de los cortos de animación escogidos por la Academia y ahora se convierte en elegible para los Óscars. Y pasarán los años y, cuando alguien se ponga a analizar cómo era la visión de las migraciones forzosas en la década del 2020, se encontrará con datos, con estadísticas y con noticias, pero también con este cortometraje que aporta una conciencia social. Y eso ayudará a las sociedades del futuro a entender lo que pasaba. Las visiones artísticas también completan una época, una sociedad, la visión de una sociedad que queda para el futuro.