La grandeza del Greco brilla de nuevo en el Prado con una muestra histórica

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

«La Asunción», cuadro del Greco cedido al Prado por el Art Institut de Chicago.
«La Asunción», cuadro del Greco cedido al Prado por el Art Institut de Chicago. Eduardo Parra | Europa Press

El museo reúne casi al completo el grandioso conjunto que el cretense pintó para el monasterio Santo Domingo el Antiguo de Toledo; «La Asunción», la monumental tela central del retablo, regresa desde Chicago a la pinacoteca donde se expuso en 1902

17 feb 2025 . Actualizado a las 19:45 h.

En 1577 Doménikos Theotokópoulos era un pintor desconocido. Recién llegado a la corte española, el encargo de un retablo para la iglesia del monasterio de Santo Domingo el Antiguo en Toledo ofreció muestras de su innovadora e insólita genialidad. Conocido desde entonces como el Greco, el pintor cretense completó nueve obras que luego se dispersaron. El Museo del Prado ha logrado reunir ocho de ellas para celebrar y reivindicar la grandeza y el genio del artista, piedra angular de la colección, que pasó un par de siglos en el limbo de los incomprendidos.

Un cámara de televisión toma imágenes de «La trinidad» del Greco.
Un cámara de televisión toma imágenes de «La trinidad» del Greco. Eduardo Parra | Europa Press

«Es una muestra pequeña, de cámara, pero histórica», dice sin complejos Leticia Ruiz, jefa de pintura española del Renacimiento del Prado y comisaria de la exposición que estará en cartel hasta el 15 de junio. Ha podido reunir ocho de las nueve piezas pintadas por el Greco entre 1577 y 1579. Entre todas destaca La Asunción, la monumental pintura central del retablo mayor, que desde 1906 pertenece al Art Institut de Chicago y que no se había expuesto en la pinacoteca española desde 1902. Llegada a España hace dos semanas bajo excepcionales medidas de seguridad, la enrome tela —de más de 4 por 2 metros— se expone en la galería central de Prado flanqueada por las dos obras del grandioso retablo conservadas en el museo, las prestadas por la monjas cistercienses en una cesión excepcional y obras privadas.

Son los cuatro santos de las calles laterales de la iglesia (san Juan Bautista, san Juan Evangelista, san Bernardo y san Benito), y en el cuerpo superior La Trinidad, La Resurrecion y un escudo de armas con una Santa Faz, obra también del Greco, realizada sobre madera que se situaba sobre la pintura central. Se pueden contrastar con La Adoración de los pastores, otra tela del Prado muy posterior en la que el Greco se autorretrató de rodillas e incluyó a su hijo.

Detalle del «San Juan Evangelista» del Greco.
Detalle del «San Juan Evangelista» del Greco. Eduardo Parra | Europa Press

Es la primera exposición comisariada por Ruiz en su regreso al museo donde se formó tras su paso por la Galería de las Colecciones Reales. «Un acontecimiento histórico extraordinario que permite disfrutar de un conjunto excepcional de la primera producción del Greco en España», destaca Ruiz. «Son ocho obras maestras de la historia de la pintura. Reunirlas ha sido difícil y supone un hito, porque será muy difícil volver a lograrlo», insiste.

El Greco había obtenido en 1577 dos de los encargos más relevantes de su carrera. Uno fue El expolio para la catedral de Toledo. El otro, los tres retablos del monasterio, uno de los cenobios más antiguos de la ciudad. Fue creado por María de Silva (1513-1575), dama lusa que estuvo al servicio de Isabel de Portugal, esposa de Carlos V. Encargó el retablo Diego de Castilla (1507-1584), deán de la catedral toledana, por sugerencia de su hijo Luis de Castilla (1540-1618), que había conocido al pintor en Roma.

«Con esta obra el Greco modifica la estructura del retablo reticular, cambia y da un salto cualitativo con una gran tela central, La Asunción, rodeada de piezas que la miran. Resulta deslumbrante, porque el Greco nunca había trabajado antes en grandes formatos». «Tras pintar pequeños iconos en Grecia, había pasado diez años en Italia, tres de ellos en Venecia, absorbiendo la forma de trabajar de Tiziano, y asombró a propios y extraños con sus retablos; es un pintor muy inteligente y muy consciente de sus hallazgos», ensalza.

«La Adoración de los pastores», tela del Prado en la que el Greco se autorretrató de rodillas e incluyó a su hijo.
«La Adoración de los pastores», tela del Prado en la que el Greco se autorretrató de rodillas e incluyó a su hijo. Eduardo Parra | Europa Press

Las piezas se hallan en un «extraordinario» estado de conservación. «Parece que hubiera terminado de pintarlas hace media hora», dice la comisaria Leticia Ruiz, precisando que «solo ha sido necesario limpiar alguna capa de polvo y aplicar una suave imprimación de barniz».

Único cuadro firmado y fechado

Histórico es el regreso al Prado de La Asunción, el único cuadro firmado y fechado por el Greco, que no se había visto en el museo desde 1902. El préstamo de la icónica tela ha sido posible gracias a la cesión de tres grecos que el Prado hizo hace cinco años para su exhibición en París y Chicago. En 1830 lo adquirió el infante Sebastián Gabriel de Borbón por 14.000 reales de vellón. Para reemplazarla en el retablo de la iglesia toledana, se encargó una copia realizada por Luis Ferrant (1806-1868) y Carlos Luis de Rivera (1815-1891) por la que se pagaron 8.000 reales. En 1836 la obra fue confiscada por Isabel II y devuelta al infante en 1879, tras el regreso del aristócrata al bando isabelino.

En 1838 la pintura fue trasladada, junto con su colección, a la ciudad francesa de Pau. A la muerte del infante en 1875, su colección se dividió entre sus herederos. Estrella de la primera exposición dedicada al Greco en 1902, la obra fue vendida en octubre de 1904 en la galería Durand-Ruel en París. Fue adquirida por Nancy Atwood Sprague, quien la donó en 1906 al Art Institute de Chicago en memoria de su esposo, Albert Arnold Sprague.

La demás obras

«San Bernardo» y «San Benito»

En 1830, el infante Sebastián Gabriel de Borbón las adquirió por 3.000 reales. Ambas obras fueron confiscadas en 1836 por el Gobierno isabelino y depositadas en el Museo de la Trinidad en 1838. San Bernardo fue devuelta al infante en 1861 y vendida en 1890 en París por el duque de Dúrcal, su hijo. Pasó luego por varios propietarios hasta que en 1943 fue depositada en la Nationalgalerie de Berlín. Al final de la Segunda Guerra Mundial, fue confiscada como botín de guerra y llevada a la Unión Soviética. Hoy se exhibe en el Museo del Hermitage. San Benito no fue devuelta al infante y en 1872 pasó del Museo de la Trinidad al Prado.

«La trinidad»

En 1830, la obra fue adquirida por el escultor Valeriano Salvatierra, figura clave en el incipiente mercado artístico. En junio de 1832, la vendió a Fernando VII por 15.000 reales con destino al Real Museo, hoy del Prado.

«La resurrección»

Presenta a Cristo triunfante sobre el lugar en el que fue enterrado y custodiado por los soldados. El Greco se basó en composiciones de diversos maestros italianos y realizó una obra única y personal, llena de dinamismo. Solo repitió este tema, que puede verse en las salas del Prado. En el plano superior destaca la serena y majestuosa presencia de Cristo, una figura apolínea de modelado prieto y marcada anatomía. El Greco introdujo además a san Ildefonso, una figura, de rasgos claramente individualizados, muestra la prodigiosa técnica pictórica del Greco en ese primer momento en España.

La obras del Greco «San Juan Bautista» y «La santa faz», expuestas en el Museo del Prado.
La obras del Greco «San Juan Bautista» y «La santa faz», expuestas en el Museo del Prado. Javier Lizón | Efe

«La Santa Faz»

En 1961, la pintura fue desmontada de su retablo y vendida en 1964 a una colección privada.

«La Adoración de los pastores»

Fue adquirida en 1956 por Emilio Botín Sanz de Sautuola y López y se encuentra en la Colección Fundación Botín. El Greco se autorretrató de rodillas e incluyó a su hijo.