Iván Herzog: «Escribo canciones porque, si no lo hago, me sale psoriasis»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

MIRCIUS AECRIM

El próximo sábado presenta en A Coruña «Disco de oro», un álbum de pop bañado de romanticismo y con un punto de autoayuda en sus letras

19 feb 2025 . Actualizado a las 13:29 h.

Hay que ser ambicioso para titular a tu álbum Disco de oro, marcándole el camino que debe seguir en el mercado. «Es optimista y hasta un poquito desesperado, podríamos decir. Pero, de momento, no pinta mal la cosa», dice entre risas Iván Herzog, su autor. Lo presenta este fin de semana en Galicia con un concierto en A Coruña (sábado 22, Pantalán, 20.45 horas, desde 15 euros).

—Su disco empieza con «Verlo» en plan Coldplay, apabullando y a por todas.

—En ese tema quería hacer un poco espóiler de lo que la gente se va a encontrar este sábado en A Coruña, por ejemplo. Y es que, aparte de las ganas que tengo de hacer esto realidad, quiero ver que se puede dar un poco de luz y optimismo. Últimamente, me estoy encontrando en el panorama musical una norma general de desgana. Estéticamente, se lleva un poco esa cosa de ir muy de guay y de estar por encima de todo. A mí no me sale eso. Yo me dejo la piel todo el rato.

—Por si no quedase claro, aparecen unas acotaciones en la canción. ¿Por qué?

—Por dos motivos. Cuando escuchas pop es fácil llevarte la letra de algo hecho de manera general y con un mensaje muy etéreo. En este caso, yo quería que el oyente lo tuviera claro: «¡Eh! Esto es para ti». Pero, además, cuento con la colaboración de un genio, como es Ángel Martín, que es el que las hace. Quería algo similar a los libros. A veces te encuentras un prólogo de un escritor que admiras muchísimo, que se lo ha leído y hace un texto al principio, como una acotación. Yo quería eso en mi disco

—¿Cuando compone piensa en el público o en usted?

—Sinceramente, yo escribo canciones porque, si no lo hago, me sale psoriasis [risas]. Tengo que hacerlo y, cuando lo hago, fluye todo solo. Como es algo que produces, tienes tiempo para pensar en si es lo adecuado para tu audiencia o el panorama actual. Evidentemente, pienso en el público y si les va a gustar, pero hay una parte muy importante en la que considero que yo también soy púbico. Pienso que, si hago algo, es porque a mí me gusta escucharlo. Y, si a mí me gusta, a la gente también le gustará.

—En «Zombi» se recrea en el amor de un modo singular.

—Como se puede ver en el disco, soy una persona un poco intensa, que le da vueltas a todo. Me cuesta mucho dejar de lado la exigencia. En cuanto estoy una o dos horas sin hacer nada productivo, me sienta mal. En ese tema quería hablar del poderte permitir estar un poco tranquilo y no hacer nada, pero también aludir a contar con una persona al lado que te hace tener visión de túnel. Hay un árbol que te impide ver el bosque, pero ese árbol es estrés, así que podemos sentarnos, no hacer nada y disfrutar del día.

—Habla de «darse besos con los pies». ¿Cómo es eso?

—Eso nace el optimismo absurdo. Es algo literal: ese momento de estar en la cama y, de repente, uno se descuelga y da una patada. Tú la recibes, pero, viniendo de esa persona, te lo tomas como el beso más bonito del mundo.

—Pese a todo, canta que tiene su punto disfrutar del gris.

—Sí, eso es pasarlo mal, en el último tema del disco. Es una conclusión que no concluye. Hay que tener un poco de misericordia con uno mismo, porque, al menos a mí, me revienta la culpa cuando me encuentro mal. Como no tengo argumentos físicos y reales para estarlo, porque hay gente que está mucho peor, yo no me lo permito. Eso lo he visto en mucha gente. Por tanto, he hecho una canción a base de tópicos que lees todos los días en tazas de Mr. Wonderful sin más. Al escucharlas cuando te hacen falta, notas el poder que tienen.

—¿Se definiría como un compositor romántico?

—Escribo lo que vivo, y es verdad que soy un poco dramático, como todos, creo. Lo que pasa es que yo lo hago rentable [risas].