Lenny Kravitz convierte un repertorio correcto en una bomba en el escenario

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

E.S.

El neoyorkino demostró anoche en el Coliseum A Coruña su condición de animal escénico en un concierto incontestable

11 abr 2025 . Actualizado a las 15:07 h.

Es el poder que tiene el rock cuando se ejecuta con fortaleza, convicción y la suficiente energía. Igual que ocurrió en el 2012 en el mismo recinto, Lenny Kravitz volvió a reivindicarse el pasado jueves en Coliseum de A Coruña, esta vez dentro de O Gozo Fest. Como ese aplicado alumno roquero que, extrayendo enseñanzas de los grandes, ha trenzado un repertorio correcto con algunos momentos notables, pero que en directo se redimensiona de un modo increíble. No, el neoyorkino no es uno de los grandes, aunque muchas veces se le dé ese estatus. Más bien alguien que los supo integrar en su sonido, ofreciendo durante más de tres décadas una mezcolanza para todos los públicos en donde el rock conecta con diferentes palos de la música negra. Tiene buenos discos, especialmente al principio de su carrera, y con ellos se puede trenzar una playlist disfrutable. Pero se queda lejos de esa primera división en la que sí están sus influencias.

Sin embargo, sobre el escenario esa idea de artista inflado y sobrevalorado se desvanece porque la solidez con la que defiende el repertorio apabulla. Desde la inicial Bring It On todo funcionó. Una banda excelente. Una puesta en escena tremendamente efectiva. Y Lenny Kravitz irradiando carisma sobre las tablas. Rozando ya los 61 años, se mantiene en un gran estado de forma que explota conscientemente. Con un inenarrable top de malla dorada, una torera de cuero azul y unos pantalones de tiro bajo, se quiso mucho y se dejó querer aún más. Cuando se detenía mirando a la audiencia, esta clamaba su nombre con devoción. Cuando se desplazaba a alguna esquina del escenario, incendiaba la zona de gritos. Todo ello sin bajar el nivel en ningún momento.

Always on the Run fue el primer gran momento de la noche, revisando al Lenny que enamoró al mundo en los primeros noventa. The Chamber, trepidante en directo, hizo que este tomase una velocidad endiablada, ejemplificando mejor que ninguna lo que crecen las canciones del artista en vivo. Y la tripleta final — su versión American Woman, Fly Away y Are You Gonna Go My Way— amplificó todo su poder. En el bis hizo una lectura  superextendida de Let Love Rule, donde aprovechó para pasearse por toda la grada del recinto saludando a la gente. Quien estuviera en el 2012 sabe que eso ya ocurrió entonces. Y es que Lenny —que también habló algo de en gallego y dijo que nos iba a llevar siempre en su corazón— sabe todos los trucos de como manejar un show para que nadie salga de él decepcionado. Al contrario, puede que el escéptico acabe encantado por un directo incontestable.