El capítulo 2 de «The Last of Us», nuevo trauma colectivo de la televisión: ¿qué va a pasar ahora?

Paulino Vilasoa Boo
P. VILASOA REDACCIÓN

CULTURA

Pedro Pascal, como Joel Miller en «The Last of US»
Pedro Pascal, como Joel Miller en «The Last of US» MAX

El último episodio emitido de la serie de Max, «Through the Valley», ha mostrado el dramático momento que cambia radicalmente el devenir de la ficción protagonizada por Pedro Pascal y Bella Ramsey

22 abr 2025 . Actualizado a las 23:59 h.

Hay momentos que, por inesperados e icónicos, pasan a formar parte de la historia de la televisión. Giros radicales que se quedan para siempre en las retinas de los espectadores como parte de un momento catártico. Hacía tiempo que no vivíamos algo así. Quizás desde aquellos capítulos de Juego de Tronos, hace ya más de un lustro, que parecían paralizar el mundo, incendiar las redes sociales y romper en añicos las ya destrozadas y mínimas esperanzas que les quedaban a los seguidores de la serie.

Ahora le ha tocado el turno a The Last of Us, que nos ha regalado uno de esos momentos para la historia. Uno sobre el que los jugadores del videojuego habían tenido que morderse la lengua durante todo este tiempo. Y que ya ha llegado. Pasamos a analizar, ya con spoilers, este revulsivo para la ficción, ahora que muchos se preguntan hacia dónde puede ir.

—A partir de aquí se habla de la trama del segundo capítulo de la temporada 2 de «The Last of Us», «Through the Valley»—

El segundo capítulo de la nueva temporada de The Last of Us, titulado Through the Valley, es todo un portento, y no solo por el giro de guion que los espectadores desconocedores del videojuego no podían ver venir. El episodio supone un contundente golpe sobre la mesa ante varias de las críticas de algunos seguidores hacia la serie: la escasez de infectados —los particulares zombis fúngicos de esta franquicia— y la calma y aparente falta de avances en el capítulo que estrenó esta nueva tanda.

En efecto, el primer episodio era solo una toma de contacto, pero necesaria. Había que ver cómo estaban, a día de hoy, Joel y Ellie, y también cuál era su vida en su nuevo hogar. La propuesta fue impecable, porque el catalizador de toda la historia de la nueva temporada estaba a punto de llegar, y a partir de ahí, por todo lo que se precipita por lo sucedido, ya no habría forma de recuperar ni un ápice de la tranquila cotidianidad de los protagonistas.

Los realizadores de la serie tomaron una decisión polémica con respecto a la obra que adaptan. Desde un primer momento conocemos, en la ficción de HBO, las motivaciones y la identidad de Abby —interpretada por una soberbia Kaitlyn Dever—. Esto supone todo un desvío con respecto al videojuego, donde no conocemos las razones que mueven a la antagonista hasta pasada la mitad de la historia, y constituyen un auténtico shock para el jugador, que cambia entonces su visión acerca de la hasta entonces villana. Los responsables, Craig Mazin y Neil Druckmann, justificaron como necesaria esta modificación. Se trata, como recalcaron, de medios narrativos diferentes. Y hay que darle la razón en que el hecho de que el juego nos obligue a jugar en la piel de Abby durante horas, luchando por su supervivencia, rememorando la vida con su padre y esforzándose por encajar en un lugar en el que se siente incomprendida, ayuda a empatizar y a entender a este complejo personaje.

Pero la serie de Max no tenía forma de hacerlo tan tarde. Sus motivos tenían que estar ahí desde el principio. No para justificar su atroz acción, sino para, al menos, entenderla ya en el momento en el que se produce. Esto facilita que el espectador pueda después llegar a ponerse en su lugar y hacer más evidente que su historia es un espejo de la de Ellie. Porque ese camino que había emprendido Abby en su búsqueda incansable del asesino de su padre es el sendero por el que transitará a partir de ahora la hija adoptiva de Joel. La joven acaba de impulsar una de esas espirales de violencia y venganza que, movidas por la visceralidad, no tienen fin.

Porque The Last of Us no es una serie sobre héroes, sino sobre supervivientes que van a lo suyo. No es la salvación de la humanidad lo que los mueve, sino sus propias pulsiones individuales. Por mucho que conectemos con el personaje de Pedro Pascal, Joel Miller no fue un héroe cuando decidió, de motu proprio, salvar a Ellie de la mesa de disección del hospital matando para ello a decenas de personas —entre ellas un doctor armado solo con un escalpelo— y condenando, de paso, a la humanidad. Personas con nombres y apellidos que solo intentaban buscar la cura para el mal que amenaza a toda criatura viva. Tampoco actuó bien cuando, ante la pregunta directa de la niña, le mintió sobre lo que verdaderamente había pasado en Salt Lake City.

La interpretación que tiene Abby de Joel como un asesino no es desacertada, aunque los métodos que ha seguido para impartir justicia la hayan convertido a ella en un monstruo todavía peor. Ahora, los impulsos de Ellie se prevén, como sería de esperar, a la altura de lo que ha tenido que presenciar con sus propios ojos.

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Mención especial para Bella Ramsey en su interpretación de Ellie. La joven actriz ha tenido que soportar todo tipo de críticas por su escaso parecido físico con el personaje de los videojuegos. Pero la interpretación de la escena de la muerte de Joel debería acallar, mal que les pese a los haters, todas las voces discordantes con la labor de los responsables del cásting. Especialmente a su edad. Tenía 20 años durante el rodaje de esta segunda temporada, para interpretar a una Ellie de 19 años.

Su rabia contenida, su sufrimiento tanto físico como emocional, su costoso deslizamiento hacia el cuerpo mutilado e inerte de quien fue en la práctica su padre,... Todo suma gracias a su desgarradora actuación para el dramatismo de un momento catártico para una niña que ha perdido a la persona que más quiere y de la que se tiene que despedir sin poder haber cerrado las heridas que los habían separado, y cuyas razones conoceremos más adelante. Porque The Last of Us ya no es, aunque lo pareciera, la historia de Joel. Ahora era el turno de Ellie, que se ha tenido que hacer aún más adulta de golpe. Por ello, el hecho de perder al que aparentemente era el protagonista no es sino el motor necesario de la nueva trama.

Joel Miller asume su destino cuando escucha las razones de Abby. Sabe que su antagonista tiene razón, aunque no por ello se arrepiente. El protagonista intentó evitar lo que le había pasado con su hija biológica. Todo lo que hizo fue para salvar a Ellie, como le recordó a la psicóloga en el capítulo anterior. Y del mismo modo que ayudar a la niña le sirvió para encontrar un nuevo motivo para sobrevivir, socorrer a una nueva joven ha sido lo que le ha provocado una muerte dolorosa.

En un último movimiento, para intentar congraciarse con su hija adoptiva en cualquier cosa que esté todavía en su mano, Joel le hace caso y, ante los gritos de Ellie para que se levante, yergue con dificultad, a apenas unos milímetros del suelo, su cabeza. Es el último acto de amor de un hombre que se va sin saber que su querida niña, pese a todo, nunca había dejado de quererlo.