Ariel Rot: «Nadie quiere hacerse viejo, pero tampoco es nada bonito morir joven»

Javier Becerra
Javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Ariel Rot durante una actuación en A Coruña en el 2024
Ariel Rot durante una actuación en A Coruña en el 2024 MIGUEL MIRAMONTES

En junio estará en la sala Capitol de Santiago revisando su disco «En vivo mucho mejor»

04 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la producción discográfica detenida, Ariel Rot solo necesita la excusa de una efeméride para salir de gira. La que lo traerá el próximo mes a Galicia, concretamente el 5 de junio a Santiago (Capitol, 21.30 horas, 27,10 euros), viene empujada por la reedición de su disco En vivo mucho mejor (2001). Se trata de un álbum que tuvo mucha importancia en su carrera: «Es el único disco oficial que he hecho en directo en mi vida —recuerda el músico—. En él tuve un clic mental, el de recuperar y tocar el repertorio de Tequila y Los Rodríguez. Fue un modo de reapropiarme de mis canciones y quitarme complejos de encima por ello, algo que pasa cuando se inicia una carrera en solitario después de haber tenido éxito».

—¿Es un tabú generalizado?

—Más que un tabú, es una cuestión de reafirmación. Cuando uno empieza como solista, realmente necesita un compromiso absoluto y eso lleva borrar un poco el pasado. Sueles estar reacio a tocar esas canciones, algunas emblemáticas. Fue un momento en el que mi show y mi actitud cambiaron.

—Hablamos de un disco en directo, lo que nos lleva a otra época. Hoy ya no se sacan discos en vivo.

—Realmente, casi nadie saca discos [risas]. Se sacan canciones en todo caso. Pero sí, un disco en directo entonces era algo bastante sagrado y que se preparaba muy bien. Este fue muy pensado y muy escogido. Hay discos emblemáticos que son directos de bandas de rock. Aquello era un poco seguir esa buena costumbre.

—¿Se siente uno de los últimos representantes del rock en castellano que vivió su época dorada?

—Yo empecé muy joven. Nací en pleno esplendor del rock. Pude vivir los años sesenta y los setenta. Luego, ocurrieron muchas cosas. El rock se complicó y llegó a unas alturas máximas de sofisticación e hizo un efecto rebote, el punk. Pero cuando salió el punk no lo veía como la voz de mi generación. La estética y la destreza musical de Tequila era otra. Pero todo siguió hasta llegar al grunge, que creo que fue el último momento en el que el rock ocupó un lugar trascendente en la cultura.

—¿Es cierto que usted no quería que «Salta» fuese un «single»?

—Me sorprendía mucho esa elección. Lo normal era buscar un rock n' roll, pero fueron por ahí. Ya lo dije más veces: yo no soy la persona apropiada si estás buscando que alguien te aconseje sobre cuál tiene qué ser tu single [risas]. No es la primera vez que me equivoqué. No es esa una de mis especialidades, desde luego.

—Alejo Stivel dijo alguna vez que no se acuerda mucho de lo de Tequila, que tiene una nebulosa. ¿A usted le ocurre igual?

—No, yo me acuerdo muchísimo. Tengo muy buena memoria para esos recuerdos que me dejaron marcas emocionales.

—¿Fue una excitación permanente comprimida en pocos años?

—Absolutamente repentina y, en cierto modo, inesperada. Siempre quise ser músico y tocar la guitarra eléctrica en una banda de rock n' roll. Pero mis ambiciones no llegaban a tanto. Yo aspiraba a tener una guitarra, un amplificador, un local de ensayo y una banda con la que tocar. Me podía quedar así años. Pero, de repente, apareció todo ese torbellino. Fue un éxito fugaz y bastante extremo. Para lo poco que había y lo pequeña que era España entonces, Tequila era muy grande. Fue una sacudida absoluta.

—¿Cuando se corta algo tan fuerte así, en seco, uno no tiene la sensación de pánico?

—Es como si de repente hubiera habido un terremoto y te quedas sin casa. Esa es la sensación. Aunque fui yo el causante de esa separación, porque había una firme determinación artística en la que no íbamos de la mano. Ni con Alejo, ni con el resto de Tequila. De hecho, mis discos posteriores están lejos de Tequila. Éramos muy jóvenes y teníamos el nivel de inconsciencia muy alto. Pero cuando me vi en ese disco en solitario me sentí muy perdido y con bastante pánico [risas].

—Ha tenido varios picos de popularidad extraordinaria y otros de estar a la sombra ¿Se considera un superviviente?

—Las carreras muy largas suelen ser así. Tienes que estar preparado para eso. La otra opción es tener una corta [risas]. Nadie quiere hacerse viejo, pero tampoco es nada bonito hacerse joven.

—Usted pertenece a una generación en donde existía una mitología alrededor del morir joven que ya no existe.

—Afortunadamente no, porque no fue una buena influencia esa. Ni para mí ni para muchos compañeros. Estábamos deslumbrados por un malditismo que llevó a muchos a sitios oscuros, con clínicas de desintoxicación, manicomios o estar bajo tierra.

«La composición se me ha atascado por falta de práctica» 

En los últimos tiempos Ariel Rot presentó Un país para escucharlo, un programa de divulgación musical que emitía La 2.

—Con programas como aquel o «La hora musa» parecía que había un cierto esplendor de música en televisión. Ya no queda nada.

—Pienso que es casi un insulto por parte de la televisión pública que no haya siempre un programa del estilo del que yo hacía. Que sea lúdico y también didáctico y que, a lo largo de los años, uno pueda tener un manual visual para consultar qué pasaba en determinados momentos en la cultura y la música del país. Es la televisión pública. ¿Qué menos que hacer eso?

—¿Es inevitable sentir nostalgia?

—Ojo, tampoco lo idealicemos. Tequila hacía no sé cuántas televisiones al año, pero ninguna en directo. Era una paletada muy grande. Era una cosa acomodaticia de la gente de televisión y los técnicos. Decían que era muy complicado, cuando en Alemania y en el resto de Europa en los años sesenta ya hacían unos directos que te caías de culo con todo tipo de música. Pero también es cierto que Top of The Pops, el gran programa inglés de esa época, era en playback. No había más remedio, tanto como espectador como participante. Cuando lo intentabas, el nivel no estaba preparado para eso.

—Dice que usted en Argentina es una persona anónima.

—Soy conocido por ser el hermano de Cecilia Roth, el excuñado de Fito Páez y también el exmiembro de Los Rodríguez.

—Es decir, el complementario.

—Soy el complemento perfecto de todos ellos [risas].

—¿Le sigue dando pereza grabar un nuevo disco?

—Yo viví muchos años de mi vida con una agenda creativa muy tiránica. Terminabas un disco y ya tenías que estar pensando en el siguiente. Me he liberado de eso. Creo que es la primera vez en mi vida en no siento esa presión de tener que estar componiendo temas y pensar cómo será mi próximo disco. Lo estoy disfrutando mucho. Cuando vengan vientos creativos me dejaré llevar, pero tampoco tengo ese vigor y esa rutina. Sí la tengo con otras cosas, pero la composición se me ha atascado de alguna forma por una falta de práctica.