Camisetas al viento y el rock de Bryan Adams al corazón

Javier Becerra
Javier Becerra RETROALIMENTACIÓN

CULTURA

Público durante la primera jornada de O Son do Camiño. Bryan Adams no permitió que los reporteros gráficos lo fotografiasen durante su concierto
Público durante la primera jornada de O Son do Camiño. Bryan Adams no permitió que los reporteros gráficos lo fotografiasen durante su concierto Xoán A. Soler

El artista estrella de la primera jornada de O Son do Camiño no defraudó y ofreció un gran concierto manejado con veteranía y vigor

13 jun 2025 . Actualizado a las 12:33 h.

Hubo un momento, nada más empezar You Belong To Me, en el que Bryan Adams paró el concierto. Ese tema no forma parte del elenco de sus clásicos-básicos y para que no decayera la cosa dio un golpe de efecto. Dijo que estaba en España y que aquí la gente bailaba. Instó a que todo el mundo se quitase la camiseta y la moviese en círculos al viento como un molinillo. Y volvió a empezar con ese tono de rock and roll sobre las vías del tren que tan bien le sale. En 10 segundos tenía a todo el auditorio de O Monte do Gozo comiendo de su mano. Incluso los más jóvenes, que esperaban a Duki y veían el guitarra-bajo-batería como una reliquia de otro tiempo. Para llevarlo más allá, la empalmó con el Blue Suede Shoes de Elvis y en plan «no se vayan todavía que aún hay más» justo después de ella tocó Twist and Shout. La misión de tocar su último material y que el bolo no decayera se cumplía con creces. Cosas de la veteranía.

Bryan Adams llegó a la primera jornada de O Son do Camiño como cabeza de cartel y con la lógica adaptación de su show de gira al minutaje del festival. Quien asistiera el año pasado a su concierto en A Coruña se encontró con la reconfortante sensación de ver algo familiar, pero que no era exactamente lo mismo. Como entonces, dejó a la gente jugar con globos gigantes, exhibió su mejor perfil en blanco y negro por las pantallas (otra vez no permitió que los reporteros profesionales lo fotografiasen o grabasen) y alternó bajo y guitarra. Empezó con la novísima Roll With the Punches, pero en nada se puso a disparar metralla de sus grandes éxitos. Si de segunda Run To You sonó vigorosa y decidida, con 18 til I die el concierto cogió una intensidad que ya no se disipó. Esa declaración de eterna juventud mental («18 hasta que me muera / Quiero ser joven el resto de mi vida») se volcó sobre los 65 años actuales del cantante y se proyectó en las pantallas, citándose a sí mismo para recibir los 66 con idéntica actitud.

Como es obligado en un baladista como él, hubo sitio para las melosas Have You Ever Really Loved a Woman? y (Everything I Do) I Do It for You que hicieron levantar miles de móviles para el video-recuerdo. También se le hizo un hueco para el rescate acústico de When You're Gone. Y ya para el final una traca de maravilla con Back To You y la eterna Summer of ‘69. Llegada de un tiempo de rock épico con teclados sintéticos y coros que invitan a la euforia, logró en la garganta raspada del canadiense sonar con músculo y pasión para ir directa al corazón, mostrando claramente el efecto de felicidad que genera a veces la música. Con el público flotando en esa sensación de bienestar colectivo, apeló al Can't Take My Eyes Off You de Franki Valli para cerrar un gran concierto.