
Es autor de realizaciones monumentales en Madrid como la cascada de los cubos
08 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El artista conquense Gustavo Torner de la Fuente, el polifacético maestro de la abstracción, murió el pasado sábado en su domicilio de Cuenca a los 100 años, informaron fuentes próximas al pintor. Creador, junto a Fernando Zóbel, del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, Torner era uno de los artistas españoles más representativos de la segunda mitad del siglo XX.
Su obra se halla en colecciones públicas y privadas, en museos, instituciones, organismos y lugares tan emblemáticos como la Biblioteca del Congreso de Washington. El Museo Reina Sofía habla del imborrable legado que deja en la historia del arte, y lo califica como una «figura clave» en el arte abstracto español, con una obra marcada por la «investigación poética de la forma y la materia».
El artista celebró hace dos meses su centenario en su casa de Cuenca rodeado de su familia y amigos más cercanos, mientras fundaciones, museos, galerías y hasta la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando homenajearon al pintor, escultor, grabador, diseñador, museógrafo y asesor artístico.
Nacido en Cuenca, el 13 de julio de 1925, estudió Ingeniería Técnica Forestal en Madrid, donde sus profesores descubrieron su habilidad para el dibujo, lo que lo llevó a realizar láminas botánicas para la publicación Flora forestal española. Tras finalizar su carrera en 1947, fue destinado a Teruel, aunque continuó pintando y exponiendo hasta que en 1962 la Tate Gallery de Londres adquirió una de sus obras y expuso en la sexta Bienal de Venecia, donde conoció a Zóbel.
Ambos hablan de fundar el futuro Museo de Arte Abstracto Español, inaugurado en 1966 en las casas colgadas de Cuenca y que reunió en torno a sí a un grupo de artistas como Gerardo Rueda, Antonio Lorenzo, Rafael Canogar, Manuel Millares y Martín Chirino, integrantes del llamado Grupo de Cuenca, aunque Torner aseguraba que la etiqueta era cosa de los demás: «Nosotros éramos un grupo de amigos sin más».
En los 60 compaginó la pintura y la escultura. De este período son varias realizaciones monumentales expuestas en Madrid, entre ellas la Plaza-Escultura, una fuente inspirada en el escritor Jorge Luis Borges en la calle Serrano, y Reflexiones, la cascada de cajas metálicas en la plaza de los Cubos.
Polifacético, Torner también se dedicó al interiorismo, a la decoración arquitectónica, a la escenografía teatral y al diseño de museos y exposiciones, dejando su impronta en la sucursal de Loewe en Nueva York y las vidrieras para la capilla mayor de la catedral de Cuenca.
Asesor de la Fundación Juan March durante 30 años y colaborador del Museo del Prado, estuvo detrás de exposiciones como las que introdujeron al público español en artistas como Francis Bacon, Rothko y Andy Warhol.