Laura Hojman: «Quise contar la España que se pierde no desde la nostalgia, sino desde el deseo de recuperar ese espíritu»

CULTURA

Presenta en A Coruña, «Los días azules», un documental sobre la vida y el legado poético de Antonio Machado
16 oct 2025 . Actualizado a las 16:44 h.El ciclo Nexos, que se desarrolla en la Casa Museo Casares Quiroga de A Coruña, acoge el viernes 17 de octubre (19.00 horas, entrada libre con inscripción previa en casasmuseo@coruna.gal y 981 189 856.) la proyección de Los días azules. Se trata del documental de Laura Hojman (Sevilla, 1981) sobre la vida y el legado poético de Antonio Machado. En su segunda película, Hojman convierte al poeta en símbolo de la España que se pierde, combinando un relato íntimo y político con los testimonios de Ian Gibson, Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo o Luis García Montero, y la interpretación de Pedro Casabalanc como Machado.
La proyección contará con la presencia de la autora para dialogar con el público, y se completará con música en directo: Juan Antonio Almarza Esparza interpretará O cant dels ocells, la tradicional melodía catalana adaptada por Pau Casals para violonchelo.
—¿Cómo nace la idea de «Los días azules»? ¿Qué fue lo que le llevó a acercarse a la figura de Antonio Machado?
— La idea surgió de mi primer documental, Tierras solares. Cuando escribía el guion, fui consciente de que la historia de Antonio Machado no se había llevado al cine en toda su dimensión. Se habían hecho trabajos sobre su faceta como autor, como poeta, pero para mí su figura es un símbolo, y, a través de ella, me interesaba reflexionar sobre la memoria, el exilio, el país que no pudo ser y la importancia de la cultura y la educación como bases de la sociedad.
— En el texto se dice que usted toma a Machado como símbolo de «la España que se pierde». ¿Qué significa para usted esa España y cómo quiso reflejarla en la película?
— Es la idea de un proyecto de país que se pierde con la Guerra Civil y la dictadura; un proyecto que tomó a la cultura y a la educación como pilares para crear ciudadanos libres y que sabía que solo a través de ellas se podía construir una sociedad mejor. Lo hizo a través de iniciativas como las Misiones Pedagógicas, donde se llevaban bibliotecas, el cine o el teatro a las aldeas más alejadas: una España que apostaba por la cultura como motor de progreso. Quise contarla no desde la nostalgia, sino desde el deseo de recuperar ese espíritu.
— ¿Qué descubrió de Machado durante la investigación y el rodaje que no conocía antes de iniciar el proyecto?
— Muchas cosas: desde el Machado más nostálgico y vulnerable hasta el que compone toda una filosofía de la vida a través de sus poemas. Me impresiona el Machado cívico, el que decide implicarse socialmente y mejorar su país. También descubrí cómo su pensamiento sigue siendo sorprendentemente actual, como si todavía nos estuviera hablando desde el presente.
— La película es también «un canto a la importancia de la cultura para crear una sociedad mejor». ¿Cómo ve hoy el papel de la cultura y la poesía en ese sentido?
— Creo que la cultura es la verdadera medida de una sociedad. No hay democracia sólida ni convivencia posible sin pensamiento, sin sensibilidad, sin belleza. La cultura y la poesía nos ayudan a imaginar otros mundos posibles, a empatizar, a entender al otro. En un momento en que todo se mide en términos de utilidad o rentabilidad, reivindicar la cultura es también un acto político, una forma de resistencia y de esperanza.
— ¿Cree que el mensaje de Machado sigue teniendo vigencia en la España actual?
— Absolutamente. Machado nos sigue hablando porque su mensaje apela a lo esencial: a la ética, a la bondad, a la justicia, al amor, a la belleza, a la observación… En una sociedad cada vez más acelerada, en la que apenas nos queda espacio para el pensamiento, creo que reflexionar sobre estos temas es más importante que nunca.
— ¿Por qué decidió que Pedro Casablanc encarnara a Machado y cómo trabajó con él esa representación?
— Ya había trabajado con él en Tierras solares y, en cuanto le hablé del proyecto de Los días azules, le entusiasmó. Pedro me parece uno de los mejores actores de este país y su forma de recitar tenía todo lo que buscaba: honestidad, sensibilidad sin florituras, verdad… Fue precioso trabajar con él y repetiría mil veces.
— El documental combina testimonio, interpretación y poesía. ¿Cómo fue el proceso de construir esa mezcla de lenguajes?
— Fue un proceso muy orgánico e intuitivo. Quise trabajar con una estructura circular que refuerza la idea del documental. Además, suelo trabajar mucho la forma y creo que las historias no pueden contarse solo con palabras o datos, sino que necesitan respirarse, sentirse. Por eso combino la palabra con un universo lírico que también nos va llevando por el relato a través de la emoción.
— ¿Qué papel juega la música —como «El cant dels ocells» de Pau Casals— en la atmósfera del filme?
— En todos mis documentales, la música juega un papel emocional y narrativo muy importante. Desde el principio sabía que usaría El cant dels ocells, que para mí es una pieza de una belleza inmensa, pero que además tiene mucho peso en la historia. Pau Casals la interpretó delante de la tumba de Machado, a los pocos días de morir este, en la más absoluta soledad e intimidad. Ese momento, para mí, tiene una gran carga simbólica.
— ¿Qué le interesa escuchar del público tras cada proyección? ¿Cómo siente que el diálogo con los espectadores completa el sentido del documental?
— Desde que el documental se estrenó en 2020, la reacción del público ha sido increíble; algo inesperado para mí, que pensaba que sería un documental más minoritario. Me gusta especialmente que la gente entiende que no es una biografía, sino una reflexión sobre nuestra propia historia como país.