El día en que el Dépor resucitó

Rubén Ventureira

DEPORTES

Hoy se cumple un año del triunfo sobre el Valladolid. «Marcó un punto de inflexión», recuerda Ribera. «Sentimos todo el campo detrás de nosotros», dice Juan Rodríguez

27 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Hay momentos que forman parte de la historia del Dépor (el gol de Vicente, los tantos de Stoja, el penalti de Djukic, la Copa de la lluvia, la Liga, el Centenariazo, la remontada al Milan) y otros que conforman la intrahistoria. Hace hoy un año, el conjunto coruñés escribió una de esas páginas que se recogen en letra pequeña: venció al Valladolid en la jornada 20 por 3-1. Suena poco épico, y lo es, pero quizá se trate del momento más crucial de la trayectoria reciente del club. El equipo había entrado en barrena: sumaba cuatro partidos seguidos sin ganar, llevaba cuatro meses y once días sin vencer en Riazor y había caído hasta el antepenúltimo puesto, a cinco puntos de la salvación. «Recuerdo que era un momento muy, muy complicado», dice Ribera, y el «muy» repetido no es una errata.

La hinchada entendió que era un partido crucial, que su equipo estaba ante otro «camina o revienta». Y una parte fue a aplaudir la salida del equipo al hotel de concentración. El recibimiento del autocar en Riazor fue propio de un gran acontecimiento. Y ya dentro del estadio se reunió más público del habitual.

Juan Rodríguez lo recuerda como «un partido clave». «El margen de error era mínimo: si queríamos salir de ahí abajo teníamos que ganar sí o sí. La afición también lo entendió así, y fue bonito su apoyo. Sentimos todo el campo detrás de nosotros. Durante los 90 minutos animaron sin parar», rememora el malagueño. «La afición llevaba portándose fenomenal toda la temporada, y aquello fue dar una vuelta de tuerca más al apoyo que estábamos sintiendo», añade el segundo de Lotina.

Por aquel Dépor jugaron Fabricio; Manuel Pablo, Lopo, Coloccini, Filipe; Juan Rodríguez, Antonio Tomás (Verdú), De Guzmán, Guardado (Valerón) y Xisco (Riki). Lopo adelantó a los locales en el minuto 7. Xisco marcó el segundo en el 46 y Guardado hizo el tercero en el 72. Tres minutos después, saltó al campo Valerón, un año después de su recaída. Y fue la apoteosis. Ni el habitual tanto de Víctor amargó a la parroquia. «Fue una victoria fundamental para retomar el vuelo», apunta Juan Rodríguez. «Gracias a Dios, aquel empujón de la hinchada coincidió con una victoria, y a partir de ahí el equipo fue a más. Ese partido marcó un punto de inflexión», recuerda Ribera. En efecto, el Deportivo fue progresando hasta llegar a la séptima plaza (jornada 34) y, ya relajado, finalizó noveno.