Ocho de las diez jugadoras del Burela de fútbol sala, ya en División de Honor, viven en A Coruña y recorrieron cientos de kilómetros cada semana para entrenar en A Mariña
24 may 2009 . Actualizado a las 03:22 h.Irene, Paula, Pili, Marta, Rosana, Cuchi, Alba, Claudia, Dolo y Musta. Estas diez muchachas de entre 22 y 30 años con el fútbol sala como ocupación secundaria se han comportado como profesionales dentro y fuera de la cancha para hacer real el sueño de cientos de mariñanos. Casi una década después del paso efímero del Cefire Burela por la División de Honor masculina, A Mariña volverá a tener representación en la élite merced al talento, la ilusión y, sobre todo, al esfuerzo y el compromiso del elenco femenino del Burela-Pescados Rubén, que al mando de Julián Amarelo se ha proclamado campeón del grupo 1 en División de Plata con unos números arrolladores: 22 victorias, 3 empates, 1 derrota, 129 goles a favor y solo 20 en contra. Todo esto en 26 partidos.
Pero detrás de estos imponentes registros hay algo más que una gran plantilla. Hay miles de kilómetros acumulados y decenas de horas sobre el asfalto que, lejos de romper la unidad en el grupo, hacen más singular a este equipo y aportan, si cabe, más heroicidad a su gesta. Y es que ocho de las diez futbolistas naranjas residen en A Coruña y recorren un mínimo de 600 kilómetros cada semana para entrenarse en Vista Alegre. Todo una hazaña para alguien al que el deporte solo le reporta bienestar y una módica cantidad de dinero.
Cada miércoles entre las 20.15 y 20.30 horas, Irene, Paula, Marta, Rosana, Alba, Claudia, Pili y Musta se citaban en distintos puntos del barrio de O Burgo para iniciar el viaje a Burela, que hacían repartidas en dos furgonetas que les cedió el club con el campeonato ya en marcha. Regresaban al punto de partida de madrugada -«casi siempre llegábamos sobre las tres o tres y media de la mañana», comentan-, después de más de 300 kilómetros recorridos, de los que apenas las mitad discurren por autovía, algo más de tres horas sobre el asfalto y un intenso entrenamiento sobre el parqué de Vista Alegre en el que también participaban Cuchi y Dolo, las dos únicas futbolistas que residen en la localidad mariñana. La odisea se repetía cada viernes, aunque la vuelta a casa se atrasaba hasta después del compromiso liguero del sábado. Durante la pretemporada, los viajes se hacían al menos tres veces por semana.
«Es duro, y más para las que tienen que madrugar al día siguiente, pero tanto esfuerzo ha valido la pena. Esto nos ha unido mucho. Más que un equipo somos un grupo de amigas», destaca Claudia, la portadora del brazalete de capitán y una de las jugadoras del plantel con más capacidad de liderazgo. «Todas tenemos el carné, excepto Irene que lo está sacando, y nos turnamos para conducir, aunque a la vuelta casi siempre lo hacemos las mismas porque hay muchas que duermen», cuenta con una sonrisa Rosana, la pichichi del equipo con 32 goles.
Unas chicas «normales»
Con todo, rechazan apelativos extraordinarios y se definen como muchachas «normales» a las que les une una única pasión: el fútbol sala. Así son las «dez soles laranxas», como se les denomina en una curiosa pancarta que colgó en la grada de Vista Alegre durante buena parte de la temporada:
Irene Lorenzo
24 años y natural de Mondoñedo (Lugo). Como todas sus compañeras está soltera y empezó a jugar en el colegio. Licenciada en Humanidades, es una de las porteras del plantel y prepara las oposiciones para profesora de Geografía e Historia.
22 años y de A Coruña. Alterna la titularidad con Irene. Es técnica de laboratorio y trabaja «unas horas» en una cafetería coruñesa. Jugó en División de Honor con el Sal Lence y el Meirás. También lo hizo al «fútbol campo» en el Ciudad Jardín.
Nació en Monfero (A Coruña) hace 23 años y debe su apelativo a Mustapha Hadji, el futbolista marroquí que jugó en el Dépor a finales de los 90. «Me lo pusieron los compañeros en el colegio porque jugaba con ellos al fútbol sala», cuenta. Estudió Diseño y Producción Editorial y también tiene experiencia en División de Honor.
28 años y de Curtis (A Coruña). Llegó el pasado verano desde el Ponte Ourense avalada por un interesante currículo. Es diplomada en Magisterio y comparte piso con Cuchi en Burela, donde ejerce como monitora de las escuelas deportivas sin descuidar sus oposiciones.
La más veterana del equipo. Tiene 30 años y es de A Coruña. Trabaja en una empresa familiar de compra y venta de coches y es licenciada por el INEF. Seguidora del Dépor, presenció en directo el Centenariazo del Bernabéu y también jugó en la élite con el Meirás.
Marta Cabo
Esta mariñana de Cervo, de 23 años, es diplomada en Magisterio y actualmente ejerce de profesora en el colegio Pepe de Xan Baña, en Castriz (Santa Comba).
Alba López
La benjamina del grupo «por unos meses», aunque no por ello recibe un trato especial. «Soy una más», asegura esta coruñesa de solo 22 años. Estudia segundo de Magisterio en el campus de Elviña.
Rosana Carballés
La pichichi. Nació en O Valadouro (Lugo) hace 23 años y marcó 32 goles, casi un cuarto del total del equipo. Tiene fama de buena fisioterapeuta y trabaja en una clínica de la ciudad herculina.
Claudia Paola Rodríguez
Focense de 24 años y «desde siempre» ligada al fútbol sala mariñano. Muchos aficionados la señalan como la mejor del equipo. Es diplomada en Magisterio y prepara las oposiciones para maestra de Primaria.
Silvia Estévez, «Cuchi»
Viguesa, 23 años. Llegó al club esta temporada procedente de El Olivo de fútbol-11, donde actuaba de mediocentro. Reside en Burela e instruye a los alumnos de las escuelas deportivas.