Adiós al talento, al carisma y la desidia

DEPORTES

El ruso, formado en Valencia, se retira tras una carrera enorme, que no hizo mayor por su odio a la exigencia diaria

12 nov 2009 . Actualizado a las 03:05 h.

Tan talentoso como excéntrico, tan grande como juerguista, Marat Safin (Moscú, 1980) cerró ayer una carrera de excesos en el torneo París-Bercy. Eligió la ciudad donde explotó con solo 18 años, cuando tumbó en Roland Garros a Guga Kuerten y a Andre Agassi. Ovacionado por once mil personas cerró doce temporadas como profesional con solo 29 años. Para vivir, para disfrutar de todo lo que le llama fuera de una pista de tenis. «En esta ciudad empezó todo y aquí acaba. No puede haber un sitio mejor», comentó el ganador de dos Copas Davis, dos grandes y un total de 15 títulos. Su despedida frente a Juan Martín del Potro (6-4, 5-7 y 6-4) retrató su carrera, con momentos sublimes, instantes de indolencia, cabreos... Rodeado de grandes jugadores, recibió la llave del Palais Omnisport de Bercy, donde ganó tres veces, más que ningún otro.

Nacido en Moscú, recaló en Valencia con 14 años para progresar. En el 2000 ganó el US Open frente al gran genio del momento, Pete Sampras, y se aupó al número uno mundial después de vencer en Bercy. Díscolo, evitó hacer del tenis su única prioridad. «No quiero que me impida disfrutar de la vida», llegó a decir. En el 2002 lideró en París el primero de sus dos títulos con Rusia en la Copa Davis, a cuyo triunfo volvió a contribuir al derrotar a Argentina en Moscú en el 2006.

De la misma generación que Federer, sus carreras casi son inversas. Safin brilló justo con el cambio de milenio, y el suizo explotó algo después; el primero es el talento desaprovechado, y el segundo cuida su físico con mimo. Finalista del Open de Australia en el 2002, consiguió el título en Melbourne tres años después al derrotar a otro de sus grandes rivales, Lleyton Hewitt.

Entrenado entonces por Peter Lundgren, el ex preparador de Federer, Safin estaba llamado a grandes hazañas. Pero sufrió una complicada lesión de rodilla y ya nunca volvió a ser el mismo. No volvió a ganar un solo torneo.

«Demasiada presión»

«Muchos piensan que no fui serio en el tenis, pero que le pregunten a mis entrenadores y verán», se defiende Safin, que tampoco oculta su gusto por la buena vida. Vinculado a modelos y personajes de la crónica rosa, poco antes de retirarse mostró de nuevo su desapego por el mundo competitivo: «En el tenis hay demasiada presión, siempre hay que ganar. Llegar es muy difícil, caer muy fácil, y cuando te alejas de los primeros es durísimo volver. He vivido así diez años, no quiero seguir con esa presión. Estás estresado las 24 horas durante siete días a la semana. Eso es lo que odio».

«Si ahora tengo el 10% del éxito que tuve en el tenis, estaré satisfecho», explicó durante el homenaje que le brindó ayer el torneo. Hasta el último día fue fiel a su estilo. En los últimos torneos se enzarzó en polémicas con Tomas Berdych por pararle el ritmo en su partido en Shanghái -le llamó poco hombre-, con Andy Roddick y los tenistas que piden una reducción del calendario -por hacerlo solo cuando tienen éxito- y con Andre Agassi -al que llamó estúpido por confesar que tomó drogas hace una década-. Ayer, tras insistir en el placer que le daba el dinero amasado en su carrera, apeló a su libertad: «Ahora no tengo horarios, agenda, entrenamientos, nada. Pertenezco a mí mismo, tengo toda la libertad para mí. Estoy seguro de que será divertido».