Quique Sánchez Flores, uno de los principales artífices del éxito del Atlético en a final de Hamburgo, quiso conceder todo el mérito a su plantilla: «Admiro a mis jugadores, admiro el trabajo que han hecho. Han dado la vuelta a la temporada. La campaña ha sido dura y no es fácil que vuelva a presentarse una oportunidad así». El técnico se mostró «emocionado e ilusionado» por conquistar el que es también su primer título europeo desde el banquillo. «Se lo dedico a mis hijos», aseguró. El entrenador madrileño no olvidó que en una semana tendrá la posibilidad de sumar a las vitrinas rojiblancas la Copa del Rey. «Hay que generar felicidad. Lo intentaremos», aseguró.
Diego Forlán
El autor de los dos goles, Diego Forlán, aclamado sin fin en Neptuno -«donde tienen que estar viviendo una locura», afirmó sobre el campo-, todavía estaba en una nube. «Con el tiempo nos daremos cuenta de lo que esto significa. Siempre disfruto mucho los goles, y el último, por la hora que ha sido, aún más», reconoció el uruguayo. «Merecíamos ganarlo», exclamó.
El uruguayo destacó «el sacrificio enorme de todo el equipo» y quiso dedicar el título a los aficionados rojiblancos y a sus personas más cercanas: «A mi familia y a mi novia, que está en Argentina».
Enrique Cerezo
Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, mostró su alegría tras ganar la Liga Europa en la prórroga y aseguró que van a disfrutar «la gran noche» rojiblanca, visitando la fuente de Neptuno nada más aterrizar en la capital de España. «Estamos encantados y contentísimos. Ha sido un gran espectáculo. Hemos merecido ganar aunque ha habido momentos en los que lo hemos pasado mal, pero el Atlético es así. Hoy es nuestra gran noche», manifestó el presidente rojiblanco. «Desde aquí vamos a ir directos a Neptuno, para celebrarlo con toda la afición», añadió, consciente de que en la fuente madrileña se dieron cita nada más acabar el choque miles de aficionados rojiblancos.
Aficionados rojiblancos también celebraron en algunas lugares de Galicia el triunfo del Atlético, como en la coruñesa plaza de Cuatro Caminos, donde las bocinas de los coches saludaron a los congregados.