El madrileño asegura que arrancó «antes» de que al luxemburgués se le saliera la cadena y que en ningún momento fue «consciente» de su avería en carrera.
19 jul 2010 . Actualizado a las 21:50 h.Nadie dijo que la posibilidad de que Alberto Contador ganase su tercer Tour de Francia iba a ser fácil. Tampoco nadie ha explicado por qué Alberto Contador se encontró con una orquesta de pitidos cuando le imponían el maillot amarillo. El público, es soberano.
¡Qué recorrido más corto tiene la memoria de mucha gente del ciclismo! ¿Cuántos casos quieren que les cuente de hechos parecidos o similares?
Podríamos empezar por lo que le pasó el año pasado a Cadel Evans en la Vuelta a España, en Monachil, que le costó la carrera. Nadie le esperó mientras intentaba reparar su bicicleta. O lo que le sucedió a Zulle en el Pasaje de Gois, cuando se cayó y el pelotón tiró hacia delante. O lo de Iban Mayo en el pavés en 2004. Tuvo una caída y Armstrong puso su maquinaria a bloque. Llegó a cuatro minutos. O la caída de Luis Ocaña bajando el puerto de Mente. No se levantó y Merckx siguió. También es cierto que Jan Ullrich le esperó a Lance Armstrong en 2003 subiendo Luz Ardiden cuando el americano tuvo un tropezón.
¿Qué quiere esto decir? No todos los corredores son iguales, ni tampoco sus directores que les hablan por los pinganillos, ni todas las situaciones tienen los mismos agravantes. Por sí alguien tenía alguna duda, Contador hizo lo correcto. Atacar. De hecho iba delante, remachando la salida que había hecho Andy Schleck, que antes le había sacado otra decena de metros en un despiste del español. Y siguió. Con él lo hicieron Samuel Sánchez y Denis Menchov. Andy Schleck se quedó sólo. Y sólo continuó hasta la meta.
El belga Jurgen Van den Broeck le dio algún relevo. Vinokourov se le pegó a rueda. En la llegada serían 39 segundos. Ocho segundos le han permitido ver la carrera a Contador con otro color, en una etapa que ganó el francés Thomas Voeckler.
Su situación estratégica y táctica va a seguir siendo idéntica, al igual que sus responsabilidades. Andy Schleck va a tener que hacer lo mismo que antes, atacarle. El matiz, importante, decisivo, es que ha perdido el colchón de segundos que tenía. Quizá fuera la tensión del momento, los nervios, pero Andy Schleck no tenía razón para quejarse como lo hizo. «Mi estómago está lleno de rabia. Me voy a tomar la revancha. No estoy contento, no voy a responder a lo que ha pasado. La carrera no ha terminado y alguna persona no va a recibir el premio por el 'fair play'». No hay dudas de a quien iban dedicadas esas palabras.
¿Dónde está escrito que hay que esperar en plena batalla, en un puerto como Bale, a alguien con una avería? ¿Quién dicta las normas aquí? La carretera es quien debe decidir y hay mucho hipócrita en este mundo -en la vida es igual - a quien le gusta imponer sus leyes, las que a ellos les convienen y cuándo les convienen.
«Cuando yo he arrancado no tenía ninguna avería mecánica. Estaba delante de él. Entiendo que haya gente a la que no le ha gustado lo que pasó», explicaba Contador, al que le comentaron lo que había dicho Schleck de tomarse la revancha: «Entiendo que él estará un poco desilusionado. Hará lo mismo que hacía antes, atacar. Mi posición es buena, pero no va a cambiar mi forma de correr».
Rapidísimo descenso
Andy Schleck estaba muy molesto: «A mí no me gustaría ganar el Tour de esa forma». Contador estuvo inspirado: «El día del pavés no me esperó nadie y en Spa nos paramos por los Schleck». Tuvo un buen compañero Contador en Samuel Sánchez, que defendía su tercer puesto en la general, sobre todo en la bajada de Bale, donde le sacaba de rueda, le trazaba las curvas. El líder de Euskaltel disfrutó en una bajada técnica, con muchos cambios de ritmo. También a Menchov le interesaba la escapada y colaboró.
Se convirtieron en lobos hambrientos de segundos. No era el día de Andy Schleck, que tuvo que arriesgar, y lo hizo. Se la jugó. No sólo se le escapa el amarillo a Andy. También se le iba de las manos la carrera. Tuvo mala suerte, primero con su avería y luego con los compañeros de viaje que encontró. Los de Contador eran mejores y con intereses comunes.
Hasta ese momento de la etapa, cuando se le salió la cadena al líder a dos kilómetros de la cima, el pelotón era un remanso de paz. Aitor Pérez Arrieta sería tercero. Teniendo en cuenta que llegó al Tour a última hora, con muchas reticencias por parte de su director para traerle, no dejar de tener mérito la 'excursión' que realizó por parte de los Pirineos.
Las cinco etapas que faltan para llegar a París pueden resultar irrespirables para Contador. Es lo que tiene cuando siempre gana el mismo. Que puede llegar a cansar..