Aventajó a Andy Schleck en 31 segundos, pero en la primera parte de la crono el luxemburgués llegó a estar a dos del liderato virtual
25 jul 2010 . Actualizado a las 12:27 h.Alberto Contador se esperaba una alfombra hacia los Campos Elíseos y por poco se encuentra un pantano. Por eso lloró en la meta. El Tour es suyo. Otra vez. Pero la sentencia le costó más de lo esperado. Los 52 kilómetros de contrarreloj entre Burdeos y Pauillac se hicieron muy largos. Y los ocho segundos de ventaja con los que partía sobre Andy Schleck parecían haber encogido. Tanta igualdad entre los dos hombres fuertes de la carrera y tanto pacto de no agresión llevaron la prueba hasta un desenlace agónico en el que el luxemburgués llegó a rozar el liderato virtual. Contador sufrió para acabar en el puesto 35, muy lejos de los mejores. Y el campeón estuvo contra las cuerdas. Al final, el madrileño remontó para lograr 31 segundos sobre su rival y dejarlo a 39 en la general, los mismos que Schleck cedió el día del famoso ataque de la cadena. Y no pudo contener las lágrimas en la meta al ver en el horizonte París. Su tercer Tour. Su quinta gran vuelta.
Las sombras de Greg Lemond y Laurent Fignon se pasearon entre los viñedos de Burdeos. Nada tenían que ver el estadounidense y el francés con Contador y Schleck. Pero sí se cernió sobre el Tour aquel dramatismo que acabó con un vuelco en la clasificación general y con Fignon entregado al llanto de la desesperación sobre el pavimento parisino y con Lemond sollozando de alegría. Los fantasmas del pasado se asomaron en el primer punto cronometrado. En el kilómetro 18, Schleck marcaba un tiempo dos segundos mejor que Contador y se situaba a seis del maillot amarillo. Camino de la siguiente referencia oficial, el GPS de la organización del Tour llegó a situar al ciclista del Saxo Bank a solo dos segundos del liderato virtual.
Contador, cuyos antecedentes demostraban que era mucho mejor contrarrelojista que su oponente, ayer no conseguía acoplarse a la bicicleta. Se movía inquieto en su sillín. Adelante, atrás... Es posible que recordara la etapa de Spa, en la que se le perdonó la vida a Andy Schleck después de una caída. El jefe de filas del Saxo Bank llegó a estar a cuatro minutos del pelotón, pero todos esperaron. Y quizá el luxemburgués maldijera una vez más su lamentable prólogo o aquella cadena que se salió y cercenó su ataque en la ascensión al Balés para dar paso al de Contador.
El tiempo, caprichoso, cobró ayer una nueva dimensión. De repente, un segundo comenzó a valer su peso en oro. En el kilómetro 36, en el segundo punto cronometrado, el español lograba una ventaja de seis segundos sobre su rival para acumular catorce en la general. Un pequeño paso para el reloj, pero un gran salto psicológico. Fue el principio del fin del sueño de Schleck. El margen fue creciendo. El guión se volvió previsible. Y llegó la esperada sentencia.
Contador mantuvo su puesto. Samuel Sánchez (Euskaltel) no pudo. Llegó a la crono final en el tercer escalón del podio, pero con un especialista como Denis Menchov situado a 21 segundos y arrastrando las magulladuras del golpe sufrido en la caída de la etapa que concluyó en el Tourmalet. La primera referencia ya mató las esperanzas del asturiano: 48 segundos de ventaja para el corredor ruso. Se desdibujaba la foto de dos españoles en los Campos Elíseos. Solo había sucedido tres veces en toda la historia de la carrera.
Un tren suizo
En la crono, el tren de la victoria ya había partido de Burdeos unas horas antes de que Contador llorara sobre el hombro de Vinokourov. Tenía un nombre. Fabian Cancellara. Solo Tony Martin, a 17 segundos, pudo acercarse a la estela del suizo, que rodó a más de 51 kilómetros por hora. Porque los demás finalizaron a más de un minuto y medio del vencedor. El viento sopló más sobre los corredores que compitieron por la tarde. Pero las ráfagas no justifican el abismo abierto por el helvético. En este Tour se había introducido un motor para revisar las bicicletas después que arreciaran los rumores de que el corredor del Saxo Bank usaba un pequeño motor. Ahora es más evidente que el motor es Cancellara.
La etapa de hoy, si se sigue la tradición y no surgen imprevistos, es un paseo triunfal para el portador del maillot amarillo y para los que han reservado lugares de honor en París. El pelotón partirá desde Longuneu para completar 102 kilómetros y finalizar en la capital francesa, allí donde muere el Tour y donde nacen los mitos.