Sebastian Loeb, cuando la máquina es el piloto

Pablo Gómez Cundíns
Pablo Gómez REDACCIÓN/LA VOZ/AGENCIAS.

DEPORTES

Su séptimo Mundial de ralis y todos los récords anteriores sitúan al francés como el deportista que más dominio ha ejercido en una disciplina de motor en toda la historia

04 oct 2010 . Actualizado a las 03:22 h.

El francés Sebastien Loeb (Haguenau, 1974) se adjudicó ayer su séptimo Campeonato del Mundo de ralis. Le sobraron dos carreras. De paso, dejó en anécdota la gesta de varios grandes del volante: los cuatro títulos de Juha Kankkunen y de Tommi Makinen. O los Mundiales de fórmula 1 de Senna (3), Prost (4) y Fangio (5). Incluso hay quien, en la subjetiva comparación, lo sitúa por encima de Michael Schumacher (siete campeonatos de F-1) como el mejor piloto de toda la historia.

Lo cierto es que ni el alemán de Ross Brown (hombre récord sobre un monoplaza) ejerció tal dominio sobre una disciplina deportiva vinculada al motor. Loeb ostenta el mayor número de Mundiales, de victorias (sesenta), fue el primero en ganar seis pruebas consecutivas, en el 2008 fue el mejor en once de los quince ralis disputados y hasta se ha dado el lujo de decidir el momento en el que adjudicarse el Mundial del 2005, ganó el del 2007 con un brazo roto y el de este año, en su casa.

Copiloto de origen gallego

Y aún puede agrandar su leyenda, tras haber anunciado en dos ocasiones su retirada y haberse retractado posteriormente. Todo ello, con la ayuda de un copiloto de origen gallego, Daniel Elena. El vínculo español no cesa ahí, ya que el heptacampeón recuerda que en sus inicios, fue el madrileño Carlos Sainz el que le dio las primeras claves para poner a punto un WRC, y en los últimos tiempos siempre ha tenido en sus inmediaciones al cántabro Dani Sordo.

También recuerda Loeb de vez en cuando que su palmarés podría estar acogiendo un Mundial más (luego con este sería el octavo) si no fuese porque las órdenes de equipo (su equipo de siempre, Citroen) le ordenasen pisar el freno en el año 2003, su primera temporada al completo, en beneficio de la imagen de marca (se aseguró el título de constructores) y de Petter Solberg, campeón dentro de un Subaru Impreza.

Durante ese curso, demostró ser muy superior a sus compañeros de equipo, Carlos Sainz y Colin McRae, a pesar de que ambos ya habían sido campeones del Mundo, el madrileño en dos ocasiones. Fue la última vez que alguien se atrevió a echarle el freno a Sebastien Loeb.

Desde entonces, su dominio ha sido incontestable, y plagado de anécdotas que reflejan su superioridad histórica. La primera vez que le dejaron sentarse en un WRC, le pisó los talones a Gilles Panizzi, piloto al que habían bautizado como As del asfalto. Era el año 2001. Meses después, solo un error de su equipo le privó de la victoria en Montecarlo, plaza mítica.

Tras la lección a los campeones Sainz y McRae, iguala a Didier Auriol en la mitología gala sobre ruedas. Y solo era su segunda temporada completa. En el 2005 bate los récords de victorias en un curso, el de consecutivas y el de mejores tiempos en las especiales de un mismo rali. En ese mismo año, a causa de la muerte de Michael Park en Gran Bretaña, decide retrasar su título hasta Japón. En el 2007 se cayó de una bicicleta, se rompió el brazo, se perdió dos pruebas y, a pesar de ello, logró el título.

Ex gimnasta

Lejos quedaba aquel Sebastien gimnasta artístico que se había proclamado cuatro veces campeón regional, el ciclista, el motociclista, o el que, ya al volante, participó en una suerte de Operación Triunfo de los ralis. El certamen fue un fiasco, pero sirvió para que Citroen se fijase en el que sería su piloto bandera, con el que haría patria.

Caballero de la Legión de Honor Francesa, casado y residente en Suiza, Sebastien Loeb solo tendrá que decidir hasta dónde quiere llevar su propia leyenda.