De Yeongam queda el espectáculo. La vuelta de tuerca en la lucha por el título. Pero también una sensación de improvisación e incluso de desamparo, con gran parte de las gradas vacías y con la zona presuntamente urbana desnuda, sin edificios. Pero, sobre todo, se mantiene la sospecha de que Bernie Ecclestone, el patrón de la fórmula 1, ha apurado este atropellado debut anteponiendo las cuestiones económicas a la seguridad, apretando los plazos reglamentarios en pos de una supuesta normalidad del calendario.
El drama asomó antes de que arrancara la carrera. La lluvia caía sobre el circuito coreano, que en seco ya había dado problemas de adherencia a los competidores. No se trataba de una tormenta tropical. No era el diluvio que obligó a suspender la prueba de Malasia en el 2009, cuando el cielo se derramó sobre Sepang. Pero la pista no drenaba, se quedaba encharcada. Y la salida, que se antojaba espectacular por la lucha entre Fernando Alonso y los Red Bull, quedó abortada después de una tensa espera. La prueba empezó con más de una hora de retraso sobre el horario previsto y con el coche de seguridad, que encabezó el tren de monoplazas durante gran parte del gran premio. «La recta parece un lago», se quejaba Jenson Button. Mientras, Alonso comentaba que eran las peores condiciones de conducción que había afrontado en su toda su trayectoria. Ardían las radios de los pilotos por la falta de visibilidad provocada por el agua. Los coches apenas se distinguían en medio del chapoteo. El director de carrera, Charlie Whiting, tuvo que sacar la bandera roja y detener la prueba.
Se sucedieron los accidentes y las visitas al césped. El australiano Mark Webber, que tuvo que retirarse después de un error, fue el gran perjudicado en un trazado en el que rectificar era misión imposible. Pero para Alonso y Lewis Hamilton también fue un sufrimiento acabar el gran premio debido a la degradación de sus neumáticos intermedios.
Una grúa en la pista
La improvisación también se notó a la hora de gestionar la seguridad en las salidas de pista. La grúa asomó por la pista en plena carrera para retirar uno de los monoplazas accidentados en lugar de hacerlo desde el exterior. Todo un desatino en materia de seguridad.
Los monoplazas acabaron la prueba como si hubieran participado en una prueba de bicicleta de montaña. Sucios. Embarrados. El entorno de la pista era una gran chocolatera. Y jugar con los pianos en esas maniobras con las que los pilotos arañan décimas al crono se convirtió en una acción suicida.
Parte de las instalaciones no pudieron acabarse a pesar de que el ingeniero, Hermann Tilke, había colaborado con los organizadores trasladando obreros alemanes al trazado para que finalizaran las obras, según informó Auto Bild Motorsport .
Por si la pista no entrañaba suficiente peligro por sí misma, Adrian Sutil decidió contribuir al caos con un número incontable de toques y salidas de pista. Más tarde el alemán desveló que disputó gran parte de la carrera con problemas en los frenos.
Los pilotos habían obligado a los organizadores a corregir un par de amenazantes curvas antes que se celebrara la carrera. Y varios de los componentes de la parrilla fueron muy críticos con la incómoda entrada y salida del pit lane , contra las que cargó el alemán Sebastian Vettel tras la calificación. Seguramente Yeongam fue materia de discusión en la reunión que mantuvieron con responsables de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) varios representantes de la Asociación de Pilotos de fórmula 1. Rubens Barrichello, Felipe Massa y Vettel hablaron con Jean Todt, presidente de la FIA, el pasado sábado, según informó la publicación especializada Autosport .
Más voz para los pilotos
Los pilotos demandan tener más voz a la hora de variar los reglamentos del Mundial, pero también en cuestiones referentes al diseño de los circuitos, sobre todo teniendo en cuenta la previsión de que en las próximas temporadas se incorporen nuevos trazados al campeonato, ya que Ecclestone siempre intenta abrir nuevas fronteras para la fórmula 1. No quieren que haya otro Yeongam, otro río en construcción.