Kevin Durant (Washington, 1988) se ha convertido a sus 22 años en una de las grandes estrellas de la NBA. Es el líder de anotación por partido (28,1) y está entre los veinte mejores de la Liga en 19 apartados diferentes. Además, fue el gran artífice de la victoria de Estados Unidos en el último Mundial de baloncesto, y brilló con luz propia en el último All-Star de la NBA.
Durant es uno de esos jugadores que hacen grande a un equipo. Su crecimiento va paralelo con unos Oklahoma City Thunder, que van a más con el paso de los años. Entre el alero y Westbrook llevan todo el peso de un equipo que ocupa la quinta plaza de la Conferencia Oeste, con idéntico resultado de triunfos y derrotas (21/10) que los actuales campeones, los Lakers de Pau Gasol y Kobe Bryant. Ayer, anotó 41 puntos en la victoria sobre Denver (114-106).
Héroe de Estados Unidos
James, Wade y Bosh son superestrellas que como Bryant decidieron no acompañar a Estados Unidos en su misión de recuperar el oro en el Mundial de Turquía de septiembre.
Pero para fortuna del equipo estaba Durant, cuya presencia en una franquicia menor como Oklahoma City Thunder no impide que sea uno de las grandes astros.
Era el turno del equipo B. Y no falló. «Lo que diga la gente sobre si somos un equipo B o sobre si somos favoritos no importa», afirmaba antes del torneo el técnico Mike Krzyzewski, uno de los artífices de que Estados Unidos fuera un conjunto y no un grupo de individualidades. Pero sobre todos sobresalió Durant. Con su media de 22,8 puntos por encuentro, el alero de 22 años se convirtió en el anotador más prolífico en la historia de su país en una competencia internacional, al igual que con sus 38 puntos en la semifinal ante Lituania.
La temporada anterior había conducido a los Oklahoma City Thunder de la NBA a los play offs tras convertirse en el máximo anotador (30,1 puntos) más joven en la historia de la liga. En Estambul sumó un nuevo logro personal al ser elegido mejor jugador del torneo (MVP).