Trámites históricos, a la espera de Djokovic

DEPORTES

18 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Cuando la noticia es que Andy Murray le ha hecho un set o que David Ferrer le da algo de guerra, entonces quiere decir que Rafa Nadal ha vuelto a sus dominios de la tierra batida. En realidad, el mallorquín ganó ayer de nuevo en Mónaco con la tranquilidad de quien se siente superior a los demás. Y digirió el séptimo título seguido en Montecarlo, una auténtica proeza, como quien acude rutinariamente a trabajar (bastó escuchar el discurso de trámite con el que despachó la ceremonia de premios).

Nadal viaja sobre la tierra batida con una superioridad que merece el máximo elogio. No solo porque el éxito no lo acomoda y su juego evoluciona, sino porque además encuentra las motivaciones anímicas que tantos triunfos podían haber anulado. En realidad, la gastada expresión de que juega para la historia cobra aquí todo su significado. Su gran reto de la primavera vuelve a ser Roland Garros, y por ahora se ha quedado sin rivales. O casi.

El soberbio inicio de temporada de Novak Djokovic le da un plus de credibilidad como aspirante a derrotar al invencible Nadal de la tierra batida. Desde el 2009, al margen de las derrota de entonces ante Soderling en Roland Garros y Federer en la final de Madrid, solo le han arrebatado un set en su superficie fetén gente como Murray, Almagro, Gulbis y el propio Nole.

Djokovic lo probó más de una vez, también en aquel 2009, en la magistral semifinal de Madrid y en el partido por el título de Montecarlo. El serbio, por entonces, todavía era un tipo inestable. Hoy, con Federer a la baja, parece el único dispuesto a pelearle a Nadal la supremacía en arcilla.

Una lesión de rodilla impidió que el serbio pasara un primer test sobre la tierra de Montecarlo. Evitará jugar en Barcelona y reaparecerá la próxima semana en Belgrado. Coincidirá de nuevo con Nadal en Madrid y en Roma. Y entonces se resolverá una de las dos incógnitas del arranque de temporada. Si el serbio creció tanto como para mandar también sobre tierra y si la tiranía del español en su terreno mantiene toda su vigencia. Y en principio, como de costumbre, y pese a todo, no hay motivos para dudar de Nadal.