Calma. Vincenzo Nibali, el vencedor de la última edición de la Vuelta, no quiere fuegos artificiales inútiles. Ayer cedió un puesto en la clasificación general. Pero no le preocupa. Su semblante se mantiene igual. Y anuncia que no va a atacar en la montaña. Asegura que no lo hará hoy en Os Ancares, pero tampoco lo intentará en las siguientes jornadas que sitúen al pelotón en las cumbres.
El corredor del Liquigas anuncia que jugará a la contra. «Prefiero esperar a ver lo que hacen los demás, pero si veo que los mejores, como Bradley Wiggins, lo pasan mal, entonces atacaré», explica.
El Angliru
El italiano le teme sobre todo al Angliru, esa cumbre que se sale de toda medida. Piensa que será la cumbre decisiva en esta edición de la carrera. «No conozco este puerto, pero me han comentado que es como el Zoncolan. Este año en el Giro de Italia tuve un buen día en esa etapa y si es igual creo que me lo pasaré bien», dice en una mezcla entre realismo y desafío.
Sagan, compañero de Nibali y vencedor ayer en la etapa de Pontevedra, cree en su jefe de filas y relega la posibilidad de conseguir algún triunfo más a un segundo plano. «Veré si hay más opciones, pero a partir de ahora empieza el momento de Nibali», asegura cuando le preguntan por las posibilidades de su líder.