El temido Angliru, un mito tras solo cuatro ascensiones, asoma como el test clave para los favoritos
04 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Cuatro ascensiones y once años de historia han sido suficientes para crear el mito. Porque los ciclistas que acuden a la ronda española encuentran en el Angliru su particular abismo invertido. Algunos incluso defienden que no debería subirse porque supera los límites no escritos del deporte de la bicicleta para internarse en el territorio del sadismo. Es la cima temida por todos. Donde correr se convierte más que nunca en un puro ejercicio de supervivencia. Su dureza no permite alegrías. Apaga cualquier atisbo de fuegos artificiales. En sus rampas los gallos bendecidos con buenas piernas para esta cima no atacan, resisten. Los más débiles penan por el asfalto, algunos pidiendo una mano amiga que los empuje, otros intentando simplemente mantenerse sobre la bicicleta en la dirección correcta. Nadie vuela allí. Por eso las diferencias entre los favoritos no suelen ser salvajes. Esta montaña los convierte a todos en humanos.
El Angliru ofrece 12,2 kilómetros de subida con rampas que forman parte de la memoria colectiva de los aficionados al ciclismo. A partir de la segunda mitad de la subida los porcentajes de desnivel son de pesadilla, prácticamente no bajan del 12 %. El averno dentro del infierno es la Cueña les Cabres, un tramo situado entre los kilómetros 11 y 12 que alcanza una pendiente 23,6 %. El sumun del sufrimiento.
Antes del coloso los ciclistas afrontarán menos kilómetros y menos puertos que en anteriores ediciones. Aunque ascenderán el explosivo Tenebredo (2.ª) y el Cordal (1.ª), ese inevitable hermano menor.
Cuatro ganadores
El triunfo en la cima asturiana se cotiza y mucho. Jiménez, Simoni, Heras y Contador conquistaron esta cima amada por unos y odiada por tantos. Vicenzo Nibali, vigente vencedor de la Vuelta, cree que el Angliru será clave. Esta jornada plantea la gran prueba de resistencia de Bradley Wiggins, mejor que sus rivales más cercanos en La Farrapona. Pero también es el gran reto de Purito Rodríguez, que tras el traspié de ayer necesita un ataque desesperado. Aunque quizás el Angliru no sea el mejor terreno para su estilo, sus latigazos de ímpetu.