La consagración del chico para todo

josé m. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Sergio Llull, «mvp» de la final tras una brillante combinacion de talento y fuerza

20 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Ya tiene un lugar entre los grandes, un galardón para mostrar el próximo verano a sus compañeros de selección. Sergio Llull (Mahón, 15 de noviembre de 1987) se lo ha ganado a pulso. Ayer se consagró como el mejor jugador de la fase final de la Copa del Rey, un trofeo aparentemente menor cuando se acaba de conquistar el título grande, pero muy significativo cuando su nombre aparecerá para siempre al lado de estrellas como Pau Gasol, Rudy Fernández, Ricky Rubio, Teletovic, Fran Vázquez, Bodiroga o Arlauckas o Perasovic. El base del Real Madrid, con una magistral dirección de juego y un enorme acierto anotador, firmó en la final 23 puntos y 5 asistencias para una valoración de 25. Llevó las riendas de su equipo en los momentos importantes, anotó un par de triples sobre la bocina y destrozó a Huertas y Sada. Una exhibición de físico y control.

Hasta la actual temporada se sabía que Sergio Llull estaba dotado de unas cualidades físicas excepcionales, las mismas que en el 2003 le llevaron a abandonar su Mahón natal para incorporarse al júnior del Manresa. Un año después formó parte de la selección española que conquistó en Zaragoza el Europeo júnior; pero en aquel grupo brillaban Sergio Rodríguez, Suárez -compañeros ahora en el Madrid- y el gallego Antelo. El papel de Llull era marginal, un especialista al que sus piernas le permitían defender con enorme intensidad. El tópico: demasiado físico (1,90) para un base, escasa mano para un escolta.

Tras disputar la LEB con el Manresa en la campaña 2006-07, en mayo del 2007 el Madrid lo incorporó como refuerzo para unos play off en los que acabaría conquistando la Liga. Una fulgurante carrera hasta que Sergio Scariolo lo incluyó en la lista de la selección absoluta que conquistó en Polonia el Campeonato de Europa del 2009. Pero ni en la selección ni en el Madrid de Messina acabó por definirse su papel, La NBA tampoco le perdía ojo, y los Denver Nuggets, cautelosos, lo escogían en el draft del 2009 en la posición número 34.

Al prometedor físico, al chico capaz de jugar de base cuando nada funcionaba, de parar a un alero incisivo o de desenvolverse como escolta, le tocó con la varita mágica Pablo Laso el pasado verano. «Nuestros bases serán Llull y Sergio Rodríguez», afirmó Laso nada más hacerse cargo del banquillo del Madrid. El técnico desoyó las voces que le pedían que se reforzara con otro director de juego, sobre todo después de que Rudy abandonara el equipo en diciembre. Pero Laso -en sus tiempos de jugador, uno de los mejores bases del baloncesto español- se mantuvo firme. Ayer nadie pudo frenar al huracán Llull. Ni Huertas ni Sada. Quizá porque ni uno ni otro supieron detectar si se las veían con un alero con cuerpo de base o de un director de juego con la mano de un tirador excepcional. O ambas cosas a la vez.