La transmisión a distancia que la televisión ofrece de las imágenes de los partidos permite a los aficionados hacerse un juicio de las causas por las que su equipo ganó, o perdió, el encuentro. Cuando el invento entró en los campos de fútbol, Helenio Herrera lanzó a sus colegas una advertencia de amigo: «A partir de ahora, los entrenadores debemos tener cuidado con las declaraciones, al final de los partidos. Si ganamos, no hay problema, pero si perdemos, ojo, hay que saber encontrar disculpas que sean creíbles para los que vieron el partido por la tele o lean nuestras declaraciones en los periódicos... Ya no valen las disculpas habituales, cuando jugamos fuera de casa». Helenio era tan ingenioso que, a pesar de la tele, siguió inventando y justificando sus decisiones.
Ayer recordé a H.H., leyendo las sorprendentes declaraciones que hizo Oltra, al final del pésimo partido que el Deportivo perdió (2-0) en Almería. Ni un solo reproche a la ineficacia de Lassad, ni tampoco a la nulidad de Xisco en el juego (?) de ataque. El entrenador destacó, como se merecía, a Aranzubía y ni un leve reproche a Colotto por su autoexpulsión en el último minuto. Su ausencia frente al Valladolid ya es lamentada desde ayer por los seguidores deportivistas que siempre valoraron la presencia del argentino.
Cierto que los entrenadores, entre otras misiones, cuidan de no desmoralizar al jugador cuando este no acierta, pero verdad también que tapar sus fallos no es recomendable. Al seguidor no se le debe dar gato por liebre, ni ocultarle lo que ven en la televisión. El ascenso automático está ahí, pero aún pendiente de aterrizar en Riazor.