De la UCI a la élite en veinte años

M.G. Reigosa SANTIAGO / LA VOZ

DEPORTES

Mato, Raúl López y Docobo, tras una sentencia favorable del Tribunal Supremo en el 2003.
Mato, Raúl López y Docobo, tras una sentencia favorable del Tribunal Supremo en el 2003. luis lamela< / span>

El 30 de septiembre del 92 Mato y Docobo evitaron la disolución del Obradoiro

29 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Si hay una fecha que marca un punto de inflexión en la historia del Obradoiro CAB es la del 30 de septiembre de 1992. Aquel día, la determinación y el voluntarismo de José Ramón Mato y de José Ángel Docobo impidieron que el club se extinguiese sin remedio ni posibilidad de repesca. Estaba todo preparado para entregar la entidad a la federación gallega, para poner el punto y final. Pero se constituyó una gestora casi sobre la bocina.

Mato y Docobo abanderaron una causa que, diecisiete años después, se demostró que no era una causa perdida. Porque aquel movimiento no fue producto de un arrebato. Fue el inicio de una etapa en la que la paciencia, el tesón y la fe pudieron con todos los obstáculos que iban surgiendo, muchos y de gran calado. Mantuvieron la lucha en los juzgados y empezaron con un equipo en sénior zonal. En el frente judicial también tuvieron mucho que ver los hermanos Vázquez Guillén. Y en el deportivo buscaron apoyos para que el Obradoiro nunca dejase de competir. No estuvieron solos en el camino, aunque tampoco es que recibiesen oleadas de ayudas.

El primer mandatario, Raúl López, tuvo también su cuota de protagonismo en esa travesía. De hecho, ya fue presidente del club en el 2003, año en que el club consiguió una de las sentencias favorables del Supremo.

Mañana, bastantes de los aficionados que se darán cita en Sar para abrir el curso ante el Manresa en la Liga Endesa tendrán un recuerdo nítido de aquel 30 de septiembre de hace veinte años. Otros muchos ni siquiera habían nacido o todavía no tenían uso de razón.

No está de más que todos recuerden lo sucedido a finales de septiembre del año 92, porque si el Obradoiro disfruta hoy las mieles de la élite es porque dos décadas atrás, cuando parecía desahuciado, no dejaron que lo desconectasen del oxígeno en la UCI.