Fórmula 1: Miedo a la lluvia en el Gran Circo

Colpisa

DEPORTES

Los sucesivos retrasos en la clasificación del GP de Australia debido a la lluvia, que provocaron el aplazamiento de dos de las tres tandas, levanta en armas a la afición

16 mar 2013 . Actualizado a las 20:24 h.

Hay personas que, cuando miran al cielo y ven amenaza de precipitaciones, lo pasan realmente mal. No por motivos puramente estéticos, o por temor a coger un resfriado, sino porque padecen un trastorno psicológico llamado pluviofobia u ombrofobia, que consiste en el miedo irracional a la lluvia. En casos extremos, incluso, se puede llegar a desarrollar una auténtica devoción por objetos que sirven para protegerse, como paraguas, toldos o chubasqueros. Por algunas decisiones que se toman desde la dirección de carrera de la Fórmula 1, habría quien piensa que Charlie Whiting, responsable y árbitro último de cada Gran Premio, padece pluviofobia.

Hay, incluso quien piensa que la obsesión por la seguridad -unido a otros factores- está convirtiendo este deporte, que antaño era considerado de gladiadores, en paseos por los circuitos de sus pilotos.

¿Era necesario retrasar hasta que se hizo inevitable aplazar la clasificación del Gran Premio de Australia? Según Charlie Whiting, sí. Según la mayoría de jefes de equipo y pilotos, posiblemente no, aunque lo digan con la boca pequeña o fuera de micrófonos. Según los aficionados -que en el caso de los europeos se dieron un madrugón inútil el sábado-, por supuesto que no.

Las previsiones meteorológicas ya lo avisaban en la semana previa: el sábado había muchas posibilidades de lluvia, tanto en los entrenamientos libres como en la clasificación. El horario del atardecer en Melbourne estaba previsto en torno a las 19:30 h (hora de Australia), y la clasificación estaba programada a las 17:00 h, por lo que había un margen de hora y media. Pirelli había llevado sus correspondientes juegos de neumáticos para condiciones de agua, como siempre: los azules (lluvia extrema) y los verdes (intermedios). Entonces, ¿cuál es el argumento al que se agarra la FIA para que no se haya disputado la clasificación completa, con el consecuente perjuicio a los aficionados presentes en Albert Park, a las televisiones, patrocinadores, etc.?

Alonso apoya la decisión

En favor de Whiting, el último responsable de la decisión del retraso, hay que decir que el circuito de Melbourne no es un circuito cualquiera.

Al ser semiurbano, su asfalto no está acondicionado al 100% para albergar carreras de Fórmula 1, al menos en los estándares que se llevan adoptando en los últimos años. Por otro lado, las líneas blancas que delimitan el asfalto con las escapatorias están pintadas con un material extremadamente deslizante, y mojadas se convierten en auténticas placas de hielo.

Fernando Alonso, entre otros, dan este último punto como factor determinante para apoyar la decisión de dirección de carrera. «Es una pena que la clasificación se haya aplazado, y esto vale tanto para los equipos, concentrados en la preparación de la sesión, como para el público que ha venido a apoyarnos y los comisarios de carrera, que han trabajado duro tratando de secar la pista. Ha sido una elección necesaria vistas las condiciones del trazado. Sobre las líneas blancas, el coche patinaba mucho», afirmó el piloto asturiano que, en la única tanda disputada, la Q1, había marcado el segundo tiempo por detrás de Nico Rosberg.

Para encontrar un precedente similar habría que remontarse algo más de tres años. En el Gran Premio de Japón de 2010, ocurrió algo muy parecido.

En aquella ocasión, la sesión se retrasó tres veces hasta que los comisarios entendieron que la pista estaba impracticable, y la clasificación se disputó el mismo domingo unas horas antes de la carrera. Ganó Vettel seguido por Mark Webber, con Fernando Alonso tercero. Seis años antes, también en Japón, se había aplazado la tanda del sábado hasta el domingo, debido al tifón Maon que arrasó el este de Asia.

¿Cobardía o precaución?

Las reacciones a los sucesivos retrasos y el aplazamiento decisivo no se hicieron esperar. Expilotos de Fórmula 1, como el campeón de 1996 Damon Hill o Johnny Herbert, ambos comentaristas en la televisión británica Sky, afirmaron en diversos momentos de la retransmisión que la pista estaba lo suficientemente bien como para pilotar. Heikki Kovalainen, apeado de Caterham a final de la pasada temporada, también tuiteaba que «la lluvia no se veía tan mal» y pedía acción en la pista. Algo más duro se mostraba el piloto castellonense Roberto Merhi, que compite en el DTM con Mercedes. «No se en que se esta convirtiendo la F1 pero le quita toda la emoción y oportunidades a coches no tan buenos. Parece de señoritos», escribía en la red social. Su buen amigo y compañero Dani Juncadella iba por la misma linea: «¿Incontables retrasos para cancelar la sesion? Bravo. ¿F1 o circo?». Ambos forman parte de la estructura de jóvenes talentos de la escudería donde corren Rosberg y Hamilton.

Los más veteranos del lugar invocaban a un viejo «dios de la lluvia»: Ayrton Senna. De él se decía que bailaba sobre el agua, y míticas fueron sus carreras en Estoril (su primera victoria) o Spa-Francorchamps (la segunda). Más de una vez llegó al podio con las botas y el mono encharcados de agua. Y no se quejó ni una vez. Quizá es que eran otros tiempos y, por aquel entonces, la lluvia no daba miedo, sino oportunidades.