Siendo realistas, cuando uno llega a un cruce como primero y otro como cuarto, todos deberíamos apostar en una quiniela por el ganador de grupo. En este caso, Serbia. Pero el cuarto es España, con lo cual hasta las casas de apuestas dudan. Y la cosa se equilibra.
Sigamos con la realidad. Nuestro equipo ha estado mal. Fundamentalmente en la ausencia de equilibrio en su juego. Nos hemos puesto en manos de Marc Gasol y este nos lleva a bandazos. Para lo bueno y lo malo. Por primera vez se mide a un pivot de sus características y que además también lidera su grupo,Nenad Krstic. El pivot del CSKA es el faro serbio y a su lado una predilección personal, como es Bjelica. Por ahí tendremos apuros porque nuestro cuatro es irregular. Claver, Aguilar y Mumbru te agotan.
Entre Bogdanovic, Markovic y Nedovic, el equipo de Ivkovic muestra calidad en el perímetro. España debe llevar al máximo su fortaleza exterior. Pero deben unir fuerzas el cuarteto Calderón, Ricky, Rudy y Rodríguez. Porque es el día del todo o nada. Desde 1997 en Badalona nunca nos hemos apeado de las semifinales europeas. Seis medallas y un cuarto puesto contemplan nuestra edad de oro. Cuando la generación del 80 aún era júnior. Las ausencias de Serbia -Teodosic, Macvan o Savanovic, entre otros) han dado con un coro mejor entonado y girando en torno a su pivot. Y para apuntes locales, con pasado en la Vilagarcía Basket Cup, pues estan la nueva estrella Micic o el mvp del torneo, el center Stimac, con pasado del Zalgiris.
Y para que negarlo, Orenga ha fallado en la dirección de partidos. Varias veces. Con errores de libro que incluso nos costaron algún partido. Él también tiene su cita hoy con el futuro. Está en el ojo del huracán. Por el bien de todos, que salga adelante porque será signo de nuestra victoria y la ubicación real de nuestro básket en el entorno de la gloria. Amén.