Sebastian Vettel, un piloto modelo sin estatus de héroe a pesar de sus cuatro Mundiales

Christian Hollmann / Dpa

DEPORTES

VALDRIN XHEMAJ

El alemán marca una época bajo el estigma de la superioridad mecánica de su Red Bull, algo que le impide conquistar a los aficionados

27 oct 2013 . Actualizado a las 22:29 h.

El dedo índice apuntando al cielo señala el camino. Sencillamente, para Sebastian Vettel todo sigue hacia arriba: con cuatro Mundiales en su palmarés, no se vislumbra el final de su dominio en la Fórmula 1. Sin embargo, al alemán aún le falta algo para llegar al estatus de héroe. Con una sorprendente madurez impropia de un piloto de 26 años, Vettel sigue acumulando títulos y récords en la máxima competición del motor.

«Sebastian está ya cerca de la perfección», admitió hace poco su eterno rival, Fernando Alonso. El jefe de Red Bull, Christian Horner, describe al cuádruple campeón como un piloto modelo, un ejemplo para el equipo. «Se exige a sí mismo la máxima concentración, es siempre sincero y reconoce todos los errores que comete. Trabaja extraordinariamente duro y sabe con exactitud en qué puntos tiene que mejorar», dijo entusiasmado el británico en los días previos al Gran Premio de India, donde Vettel certificó su cuarto título.

El alemán ganó casi un tercio de los 117 Grandes Premios que disputó, en los que partió 43 veces desde la pole position y en los que quebró numerosos récords de precocidad. «Me siento superado, no sé qué decir. Es uno de los mejores días de mi vida. Siempre intentó pensar de dónde vengo, y haber podido correr en la Fórmula 1 con estos grandes pilotos es increíble. Hay mucha gente a la que tengo que agradecer estar aquí», dijo el alemán tras cerrar su cuarto título. Sin errores, sin florituras e incluso abucheado en un par de ocasiones: así fue una nueva temporada de dominio de Vettel, a quien le dolieron esos silbidos. La carrera de Malaisia, a comienzos de año, mostró una faceta del campeón que muchos no conocían. Con una violenta y arriesgada decisión, ignoró las órdenes de equipo y le robó el triunfo a su compañero en Red Bull, el australiano Mark Webber.

El comportamiento de Sebastian Vettel en el Gran Premio malayo no fue del agrado de todos. Últimamente hubo abucheos y silbidos de los aficionados en su contra. Algunos le echan en cara cierta arrogancia y los más críticos consideran su seña de identidad -el dedo índice hacia el cielo- como pueril y soberbia.

Vettel aún no encontró una respuesta a ello, pero quizá exista una contestación. Al alemán no le interesa lo que ocurra fuera del asfalto. Él se concentra sólo en las carreras. «Fue muy duro que la gente abuchease, no había hecho nada incorrecto», dijo en la India. Entre los Grandes Premios, el fan de los Beatles pasa muchas horas en el simulador o desaparece en su casa de campo de Suiza. Sin Twitter ni Facebook.

«No es sano reflexionar tanto sobre uno mismo. Por ello intento simplemente hacer mi trabajo», dijo Vettel en Japón. Pero, ¿es suficiente? ¿No debería también un cuádruple campeón mundial dedicar algo de tiempo a cultivar su personalidad fuera de los circuitos con el fin de alcanzar el status de héroe? Vettel igualó hoy los cuatro títulos del francés Alain Prost y se quedó a uno del argentino Juan Manuel Fangio. Las comparaciones con esos dos pilotos y con su compatriota Michael Schumacher ya son objeto de debates.

La personalidad de un tetracampeón

Pero hay una diferencia entre los otros tres campeones y Vettel: su personalidad. Fangio, Prost y Schumacher eran como autoridades dentro del paddock. El papel de Vettel, en cambio, es más bien el de un chiquillo cuyo ascenso de niño prodigio a acaparador de récords se vio fomentado ante todo por un ambicioso fabricante de bebidas energéticas. Por ello, también les resulta difícil a tipos duros como Alonso o el británico Lewis Hamilton aceptar la posición del joven alemán.

El coche fue lo que llevó a Vettel a los títulos, aseguran algunos de sus rivales. Debería de probar en otro equipo para demostrar su valía, opinan otros. Pero esos pensamientos no perturban a Vettel, una persona para la que el respeto es importante. Muchas veces, la envidia y los ataques son el precio del éxito. La veneración hay que ganársela con trabajo y perseverancia.